Cuando los españoles llegaron a Sudamérica en el siglo XVI, había un número considerable de culturas que se habían establecido —en mayor o menor medida— en la región. Algunas de ellas sucumbieron rápidamente ante los europeos, otras opusieron una férrea resistencia.
Estas culturas conformaban un mosaico complejo de sociedades que habían adaptado sus modos de vida a las condiciones geográficas y climáticas de Sudamérica. Asimismo, mostraron un alto grado de especialización y conocimiento del entorno natural.
El imperio inca
Conocido también como Tahuantinsuyo, este imperio demostró ser una de las entidades políticas más grandes y organizadas de la América precolombina. Los Incas desarrollaron avanzadas técnicas agrícolas, como los andenes o terrazas de cultivo, que les permitieron prosperar en la accidentada geografía de los Andes.
Su centro político estaba en Cuzco. Se extendió hasta Ecuador y Colombia por el norte, Bolivia por el este, y Chile y Argentina por el sur. A finales del siglo XV, se convirtió en el imperio más grande del mundo.
Construyeron impresionantes obras de ingeniería como Machu Picchu y el sistema de caminos conocido como Qhapaq Ñan, que facilitaba una eficiente comunicación y administración a lo largo del imperio. La sociedad inca estaba rigurosamente organizada bajo una religión estatal que veneraba principalmente al Sol.
Los mapuches
Este grupo étnico se extendió en la región centro y sur del territorio chileno. Algunos de sus pueblos, como los promaucaes, desarrollaron una resistencia notable no solo contra los incas sino también en los siglos de dominación española, ya que se adaptaron y emplearon tácticas militares europeas contra los colonizadores.
La sociedad mapuche era semi-nómada, organizada en unidades familiares lideradas por un lonco o jefe. El guanaco y la araucaria eran piezas centrales en su economía, complementados por la agricultura en áreas más fijas de asentamiento.
Los guaraníes
La cultura guaraní se destacaba por su cohesión social y espiritual, en gran parte centrada en torno a la figura del chamán, o “pai”. Eran también conocidos por su mitología rica y compleja, que explicaba el origen del mundo, de la naturaleza y del hombre.
Habitaron principalmente el territorio del actual Paraguay, el norte de Argentina, sur y suroeste de Brasil, sureste de Bolivia y algunas zonas de Uruguay.
Los guaraníes vivieron en aldeas llamadas “tekoha”, rodeadas de cultivos de mandioca, su alimento base. Mantenían un vínculo estrecho con la naturaleza, que consideraban sagrada.
Las culturas amazónicas
La biodiversidad de la Amazonía se reflejaba en la diversidad cultural de sus habitantes, quienes desarrollaron sistemas complejos de gestión ambiental, incluido el uso de la tierra negra, un suelo artificialmente enriquecido que permitía una agricultura sostenible.
Las comunidades estaban organizadas en clanes y mantenían prácticas espirituales profundas, en las que los espíritus de la naturaleza jugaban un papel central.
En esta región destacan las culturas de los Llanos de Mojos (norte de Bolivia), Pueblo del Xingu (centro de Brasil), Aisuaris (noroeste de Brasil) y la cultura santarem (norte de Brasil).
Los chibchas o muiscas
Esta civilización destacó por su organización social y su economía basada en la agricultura, la sal y las esmeraldas. Eran conocidos por sus trabajos en oro, que desempeñaban un papel importante en sus rituales y ofrendas a los dioses, como el famoso ritual de El Dorado.
Habitaron el altiplano cundiboyacense y el sur del departamento de Santander, en el centro de la actual Colombia.
Su sistema de cultivos en terrazas y su red de caminos facilitaban un comercio interno eficiente.