Louis Vuitton, el gigante francés del lujo fundado en 1854, está a punto de embarcarse en su proyecto más ambicioso y controvertido hasta la fecha: la apertura de su primer hotel en París, prevista para 2026. Un sueño largamente acariciado que promete encarnar la quintaesencia del art de vivre à la française.
Desde que lanzó sus mundialmente famosos baúles en 1858, la maison ha mantenido una posición inquebrantable en el mercado de bienes de lujo. Con el paso de los años, Louis Vuitton ha expandido su imperio más allá del equipaje, conquistando el mundo de los accesorios y la moda prêt-à-porter. Ahora, bajo la batuta de Pietro Beccari, su nuevo CEO y presidente, la marca pone su mirada en un nuevo horizonte: la hotelería de ultra lujo.
Los rumores sobre este proyecto llevan tiempo circulando en el ambiente. Ya en 2022, el entonces CEO Michael Burke insinuó que la sede corporativa de la marca, ubicada en un espectacular edificio Art Nouveau de 1896 en el distinguido 8º distrito parisino, pronto se transformaría. “Es la vista más espectacular del mundo”, declaró Burke sobre su oficina en el número 103 de los Campos Elíseos, desde donde se divisan la Torre Eiffel y el Arco del Triunfo.
Este edificio emblemático, que en su origen albergó el hotel Elysée Palace de París y más recientemente la sede del banco HSBC, está destinado a convertirse en el primer hotel Louis Vuitton en 2026, según consigna House and Garden. Una metamorfosis que promete ser tan espectacular como la vista que ofrece. Pero que, de momento, está generando más controversia que admiración.
El motivo de la polémica es la impresionante lona publicitaria que cubre actualmente el edificio en obras. Una gigantesca instalación de madera y aluminio que replica el clásico baúl monogram de la maison francesa. Una maniobra de marketing que no ha dejado indiferente a nadie.
Para el grupo ecologista del Ayuntamiento de París, esta lona XXL es un ejemplo flagrante de “consumismo desenfrenado” y una “agresión estética” al espacio público. Según informó el sitio actu.fr, Émile Meunier, presidente de la comisión de urbanismo y vivienda, ha denunciado esta “invasión de las marcas” y ha exigido a la alcaldesa Anne Hidalgo que la haga retirar.
Pero el ejecutivo parisino ha hecho oídos sordos a estas demandas. ¿El motivo? Esta lona publicitaria reporta a las arcas municipales la nada desdeñable suma de 1,7 millones de euros. Un argumento económico que parece pesar más que las consideraciones estéticas o medioambientales.
Pero los ecologistas no se dan por vencidos. Amenazan con llevar el caso ante los tribunales, alegando que la lona incumple el Código de Medio Ambiente. Según este texto, los carteles temporales no deben sobrepasar el muro ni tener una proyección de más de 25 cm. Dos criterios que, según Meunier, no se respetan en este caso.
Esta polémica no es nueva en París. Desde el Grand Palais en 2008 hasta las Galerías Lafayette, pasando por la iglesia de la Madeleine, las lonas publicitarias que cubren los edificios históricos han sido objeto de controversia recurrente. Hasta ahora, solo una, instalada en la Place des Vosges en 2014, fue retirada por contravenir las normas vigentes.
Mientras tanto, las obras del futuro hotel Louis Vuitton siguen su curso. Un proyecto faraónico que ocupará el antiguo edificio del banco, construido originalmente como hotel en 1898. Un lugar cargado de historia donde, según se dice, la fascinante espía neerlandesa Mata Hari fue capturada en 1917.
Aunque este hotel supone la incursión más significativa de la marca en la industria hotelera, no es su primer flirteo con la hospitalidad. En diciembre de 2022, Louis Vuitton abrió “LV Dream”, un innovador espacio multiconcepto que fusiona tienda, galería y café. En sus múltiples pisos, LV Dream rinde homenaje a la rica historia de la maison y a sus numerosas colaboraciones con artistas y diseñadores de renombre, como Daniel Buren, Nigo, Grace Coddington y Christopher Nemeth. Y en su café y chocolatería, el pastelero Maxime Frédéric deleitó a los visitantes con creaciones de una elegancia y un lujo sin par.
Porque si algo caracteriza a Louis Vuitton es su pasión por rodearse de los mejores talentos creativos, sean artistas, diseñadores o arquitectos. La marca ha colaborado con figuras como Frank Gehry, autor de su flagship en Seúl y de la Fundación Louis Vuitton en París, o Peter Marino, que reinventó el icónico baúl LV. Y sus desfiles se han convertido en un homenaje a la arquitectura, con pasarelas en lugares tan emblemáticos como la casa de Bob Hope en Palm Springs o el Instituto Salk de Estudios Biológicos.
¿Será este hotel un nuevo hito en la historia de la hotelería de lujo parisina? ¿Un icono destinado a brillar con luz propia en el firmamento de la Ciudad Luz?
Los detalles del proyecto se mantienen aún en secreto, pero las expectativas son altas. Porque si algo ha demostrado Louis Vuitton a lo largo de sus casi 170 años de historia, es que sabe crear experiencias verdaderamente excepcionales.
Este hotel promete ser una de ellas. Una joya arquitectónica que fusionará el glamour atemporal de Louis Vuitton con el inimitable art de vivre parisino. Un lugar donde cada detalle, desde la decoración hasta la gastronomía, pasando por el servicio, será una oda a la excelencia y al savoir-faire francés. Un sueño hecho realidad para los amantes del lujo y de la belleza. Y un nuevo capítulo en la legendaria historia de la maison, que sigue escribiéndose, siempre fiel a su espíritu innovador y audaz.
Porque, como dijo una vez Coco Chanel, “el lujo es una necesidad que comienza donde la necesidad termina”. Y Louis Vuitton, sin duda, sabe cómo llevar esa máxima a su expresión más alta y refinada.
La historia LV
La historia de Louis Vuitton, el icónico gigante francés del lujo, comienza en 1837 en un pequeño pueblo del este de Francia llamado Anchay. Allí nació Louis Vuitton, hijo de un molinero y una sombrerera. Un joven destinado a revolucionar el mundo del equipaje y a crear un imperio de la moda que perduraría por siglos.
A los 16 años, Louis Vuitton emprende un viaje a pie hacia París, un trayecto de 400 kilómetros que le toma dos años completar. En 1854, después de haber aprendido el oficio de fabricante de baúles y haber trabajado para la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, Vuitton abre su propia tienda en la rue Neuve-des-Capucines, en el corazón de París.
Es allí donde Vuitton comienza a innovar. En 1858, introduce el baúl rectangular “Trianon”, más fácil de apilar que los tradicionales baúles con tapa curva. Pero su verdadera revolución llega en 1888, cuando lanza el baúl “Damier”, con su característico patrón a cuadros. Este diseño no solo es estéticamente atractivo, sino que también tiene un propósito práctico: evitar las falsificaciones, que ya entonces eran un problema para la marca.
En 1892, Louis Vuitton fallece, pero su hijo Georges Vuitton toma las riendas de la empresa. Es Georges quien, en 1896, crea el legendario monograma LV, en honor a su padre. Este patrón, con sus iniciales entrelazadas y sus flores estilizadas, se convertiría en el emblema de la casa, reconocible en todo el mundo.
Bajo el liderazgo de Georges, Louis Vuitton se expande internacionalmente, abriendo su primera tienda fuera de Francia en Londres en 1885, y luego en Nueva York en 1913. La marca se convierte en el equipaje preferido de la aristocracia y la alta burguesía, gracias a su calidad excepcional y su constante innovación.
¿Qué convirtió a Louis Vuitton en sinónimo de lujo y elegancia? ¿Cómo logró esta pequeña empresa familiar transformarse en un imperio global?
La clave está en su espíritu visionario y audaz. Desde sus inicios, Louis Vuitton entendió que el lujo no era solo about la calidad, sino también sobre la creatividad, la originalidad y la belleza.
Con cada baúl, con cada bolso, con cada creación, Louis Vuitton no solo estaba fabricando un objeto, sino también un sueño. El sueño de viajar con estilo, de pertenecer a un mundo exclusivo y refinado. Un mundo donde cada detalle cuenta, donde la excelencia es la norma y donde la belleza es un arte de vivir.
Este espíritu, este ADN único de la marca, es lo que ha permitido a Louis Vuitton atravesar guerras, crisis económicas y cambios sociales, siempre manteniéndose fiel a sí misma. Siempre innovando, siempre sorprendiendo, siempre elevando la vara del lujo un poco más alto.
Hoy, casi 170 años después de su fundación, Louis Vuitton sigue siendo la marca de lujo más valiosa del mundo. Un símbolo de elegancia atemporal y de savoir-faire francés. Pero sobre todo, la visión de un hombre que, con su nombre, escribió una de las páginas más brillantes de la historia de la moda. Una historia que, como los mejores viajes, continúa, siempre hacia nuevos y apasionantes horizontes.