La vida puede terminar en cualquier momento. Todos lo sabemos, sin embargo una cosa es saberlo y otra, muy distinta, es aprenderlo.
De hecho, quienes trabajamos en el campo de la Medicina, lo enfrentamos a diario, pero estar en el medio de la inmensidad de la nieve, emprender a caballo y a pie una travesía por la Cordillera de los Andes, lo enseña con una fuerza conmovedora.
El 13 de octubre de 1972 un avión de la Fuerza Aérea uruguaya que trasladaba a 45 personas -un grupo formado por jóvenes del equipo de rugby del club Old Christians de Montevideo, familiares y cinco miembros de tripulación- se estrelló en el Valle de las Lágrimas, en Mendoza, un lugar imponente y majestuoso en los Andes, pero absolutamente inhóspito para los seres humanos.
Tras 72 días en un valle helado y escondido a miles de metros de altura, sólo 16 pudieron sobrevivir y vivir para contarlo. ¿Cómo y por qué se salvaron?
A más de 50 años de aquella tragedia, que a la vez es una gran enseñanza sobre la capacidad de resiliencia humana, y en medio del furor global por la película La Sociedad de la Nieve, emprendí, junto a un equipo de Telefé Noticias, una travesía para ascender al punto exacto donde cayó el avión.
Fueron varios días de expedición, de caminar por senderos en el medio de la Cordillera y unas 20 horas en total de cabalgata.
Desde la experiencia de muchos años en el servicio de Medicina del Estrés del Hospital Municipal de San Isidro, y como suelo contar en mis notas en Infobae, existen tres perspectivas para trabajar para el bienestar: un abordaje a nivel médico, otro a nivel psicológico y una perspectiva desde el orden filosófico.
Lo que ocurrió con los jóvenes del club Old Christians es, a la vez, una tragedia y un milagro. Diez días después del accidente se desactivó la búsqueda porque se suponía que no había posibilidades de encontrar supervivientes. Pero ellos lograron sobrevivir más de 70 días a 20 grados bajo cero.
Sin equipamiento ni la vestimenta adecuada para andinismo, dos de los pasajeros, Fernando Parrado y Roberto Canessa, decidieron cruzar las montañas rumbo a Chile para buscar ayuda. Tras 10 días caminando, se encontraron con un arriero y 16 pasajeros pudieron ser rescatados.
Los 29 que no volvieron y quedaron en Los Andes nos enseñaron. Decíamos que una cosa es saber, otra es entender y otra es cambiar de conducta. Todos sabemos que podemos morir de un momento a otro. Los médicos lo sabemos, pero ahí, en la cumbre del Valle de las Lágrimas, se vivencia con mucha potencia. Ese es un aprendizaje, el que nos enseñan los muertos.
Y los vivos nos enseñaron que hay que sobrevivir. Ellos avanzaron hora por hora, así me lo contó Adolfo “Fito” Strauch, uno de los sobrevivientes con quien hablé durante la expedición.
En esos 72 días todo fue minuto a minuto, honrar la vida para llegar. Esa cumbre marca un antes y un después para todos. Para los muertos y los vivos.
Todos los montañistas que logran ascender al Valle de las Lágrimas saben que están ante una cumbre distinta. Cuando un montañista llega, festeja.
En el lugar pude sentirlo, allí se honra, se encuentra algo, se siente, se reflexiona. Lo que ocurrió es un evento que conocemos todos, un accidente que ocurrió hace medio siglo y hoy vuelve a cobrar notoriedad global gracias a una nueva película que está nominada a los Premios Oscar y que ha sido vista por millones de personas en el mundo.
Ver la película o leer el libro es una cosa, pero estar ahí, en la cruz donde cayó el avión, es otra. Es conmovedor encontrarse con los restos del avión que aún están en la montaña y conocer el testimonio de algunas de las miles de personas que peregrinan hasta el valle desde todos los rincones del mundo.
En el medio de la nieve, allí donde el hecho sucedió, uno se hace preguntas filosóficas, ¿yo hubiera sobrevivido? ¿Me encontraría entre los vivos o los muertos?
¿Por qué sobrevivieron?
Nos adentramos en la Cordillera en búsqueda de respuestas médicas y científicas. Existen muchas explicaciones para lograr comprender por qué sobrevivieron.
Muchas respuestas que yo ya tenía gracias a la medicina, se confirmaron en la cumbre. Y lo digo sabiendo que en nuestra travesía contamos con los beneficios de ir a caballo, con la indumentaria adecuada, lo hicimos en verano y así todo, experimentamos los dolores musculares, el esfuerzo, la inclemencia del clima.
Dos potentes razones médicas explican cómo lograron sobrevivir en esas condiciones extremas- En primer lugar, eran jóvenes en muy buen estado físico, deportistas que rondaban los 20 años.
Y en segundo lugar, eran un equipo, se conocían jugando al rugby, hay algo de tribal en la supervivencia. El cerebro era un órgano social, y la socialización aumenta el tiempo de la tribu, la unión la fortalece.
Por eso, si bien el lugar donde se estrellaron es absolutamente inhóspito para la sobrevida humana, y se encontraban sin agua potable ni comida, pudieron lograrlo y los detalles los conversamos con Fito Strauch, quien era uno de los encargados de llevar adelante las tareas para que puedan alimentarse y obtener proteínas de los cuerpos de los fallecidos.
Fueron 72 días en los que la medicina tuvo mucho que ver: la falta de aire, la deshidratación, la orina negra, los ojos congestionados. Sufrieron una gran cantidad de cambios metabólicos continuos, porque el estrés tiene una fase aguda que a su vez presenta tres fases: más alarma, resistencia, agotamiento, agotamiento. Ellos estuvieron en etapa de resistencia mucho tiempo y todos los sistemas del organismo empiezan a funcionar en emergencia y esto incluye a los músculos, la grasa, el azúcar. Gastaban muchísima energía, y después no les quedaba nada más que el músculo y el músculo se va deshaciendo. Y cuando se deshace elimina proteínas y eso sale por el riñón, Incluso puede generar complicaciones renales. Por eso se habrán asustado al orinar de color negro.
En esta travesía entendimos aún más cómo atravesaron y superaron el hambre -al punto de verse obligados a comer carne humana-, cómo tomaron la decisión, una decisión que es moral y filosófica.
Cuando uno está en el mismo lugar, caminando las mismas rocas en las que ellos pasaron eternos 72 días, allí arriba, en la cumbre del Valle de las Lágrimas, se percibe que existe una pirámide al lado de otra, de un lado los vivos, del otro los muertos. Pero los vivos no hubieran llegado sin los muertos.
Cuando uno ve la película, cree que el director exagera con la escena del alud, pero es cierto que sin el alud, no hubieran sobrevivido. Y no sólo nos enseñaron a sobrevivir, los que volvieron le dieron un sentido y una misión a lo que vivieron, encontraron el ikigai, un concepto japonés que no tiene una traducción exacta al español, pero que significa una razón para vivir, un propósito, una razón de ser.
Esta expedición histórica fue registra en una serie de cuatro episodios que se estrenaron este martes en el noticiero Telefé Noticias, y esta noche será la última entrega de nuestra misión a la cumbre.
* El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.