De forma jocosa, en algunas regiones del mundo -especialmente en Argentina- se lo apoda “Messi” a aquel que se destaca en alguna disciplina. La referencia a Lionel, el capitán e ídolo de la Selección de fútbol, es obvia e indica que es el mejor o que sobresale.
No obstante, a Alex Honnold lo reconocen como “el Messi de la escalada” y no se trata de una broma. Todo lo contrario: Alex es un escalador de montañas estadounidense que ha dejado una huella imborrable en su profesión con su estilo único de “solitario libre”, es decir, sin cuerda ni arnés.
Honnold no es solo un escalador de aventuras profesional: es un atleta talentoso y trabajador, ponderado tanto por su actitud humilde y modesta como por los acantilados vertiginosos que ha escalado.
Recientemente, en un ascenso épico a las inhóspitas tierras de Groenlandia, este versátil deportista encabezó la expedición de la docuserie de National Geographic, “Arctic Ascent with Alex Honnold”, que se estrenará el miércoles 21 de febrero en Disney+.
Acompañado por alpinistas especializados, Alex se enfrentó al desafío de conquistar Ingmikortilaq, un imponente acantilado de Groenlandia que se alza a aproximadamente 1.150 metros de altura y que, hasta el momento, nunca había sido surcado por el ser humano. Sin embargo, este no fue un simple acto de escalada para Honnold, sino una oportunidad de evaluar de cerca los impactos del cambio climático en este país.
En un mano a mano exclusivo con Infobae, Honnold repasó la trastienda de esta aventura. “Enfrentamos los retos más obvios de estos desafíos. En este caso, eran el tamaño y la escalada del muro. Es un muro muy grande y la roca estaba muy suelta. Además, el tiempo era muy malo. Por lo tanto, todo esto junto conformó un solo desafío que fue muy complejo, sin dudas. Pero siento placer cuando subo estas paredes”, repasó en primer lugar.
La docuserie promete acercar a los espectadores a esta odisea en la que el desafío fue más allá de las paredes verticales. Honnold, reconocido también por sus hazañas en “Free Solo”, un documental de escalada que ganó un Óscar en 2019, enfrentó un escenario aún más impresionante como escalador y como activista comprometido con la causa del cambio climático. Y no lo hizo solo.
En las remotas tierras de Groenlandia, Alex lideró esta audaz expedición hacia inexploradas paredes rocosas con dos colegas: Hazel Findlay y Mikey Schaefer. La primera es una escaladora británica con 28 años de experiencia en el rubro, que ha forjado su destreza en los vertiginosos acantilados de piedra caliza en Pembrokeshire, Gales, desde sus tempranos 6 años de edad. En tanto, Schaefer es una figura multifacética en el mundo de la escalada y la cinematografía: ha conquistado tanto las cumbres rocosas como los escenarios de la pantalla. Con una pasión que se remonta a sus 13 años, Schaefer fusiona su amor por las piedras y las cámaras de una manera única y cautivadora.
A su vez, la expedición contó con un elenco de talentos de otros rubros. Entre ellos, Aldo Kane, líder de logística y seguridad, un aventurero con un historial impresionante: ex francotirador del comando de los Royal Marines, productor, autor y presentador de televisión que ha enfrentado desde rinocerontes negros hasta la cima del Everest.
El equipo también contó con el aporte científico de la glacióloga Heidi Sevestre, una apasionada de las montañas, la nieve y el hielo. Nacida en Francia y criada en los Alpes, ha dedicado su vida al estudio de glaciares en todo el mundo. Su extensa formación incluye glaciología y un doctorado sobre glaciares en la UNIS de Svalbard y la Universidad de Oslo. Galardonada con la Medalla Shackleton por la Protección de las Regiones Polares, Sevestre desempeña un papel clave en la investigación del Ártico y aboga por la comunicación de los impactos del cambio climático.
Por su parte, Pablo Durana, como director de fotografía, aportó una perspectiva única a la expedición. Su experiencia filmando en condiciones extremas, desde las cuevas más profundas del mundo hasta las paredes de la Antártida, lo convirtió en un elemento clave para capturar la esencia de la travesía en Groenlandia. Además, Durana ha explorado temas de gran relevancia social, como la trata de personas y los derechos de la mujer, a través de sus proyectos cinematográficos.
“Cuando pensé en hacer la expedición a un lugar tan remoto y hermoso, me pareció importante llevar a una glacióloga y que esté presente la ciencia para aprender mientras estábamos allí. El objetivo, por supuesto, es compartir todo esto en la docuserie. Ir a un lugar tan remoto como Groenlandia es una gran oportunidad para compartirlo con el resto del mundo. Así que era importante para nosotros hacer que el viaje valiera la pena en todo sentido”, reflexionó Honnold en diálogo con Infobae.
Y sumó: “Era un equipo asombroso. Cada uno era un experto en su campo y contábamos con una gran variedad de expertos desempeñando su papel y contribuyendo para asegurar el éxito de nuestros objetivos. Fue increíble. Cada persona tenía algo único que aportar al equipo, y no podríamos haberlo logrado sin las diversas habilidades de cada uno”.
Según Honnold, ante estos desafíos, “lo más importante es mantener conversaciones con el resto de los compañeros y contar con las personas adecuadas en el equipo para que digan cuándo cometés un error y te ayuden a aprender de ellos”.
“Creo que la buena comunicación con el equipo fue una parte importante de esta expedición. Eso nos ayudó a evitar grandes errores y a corregir los que cometimos”, resaltó.
Durante las seis semanas que duró la travesía por Groenlandia que se podrá ver en el documental, los protagonistas enfrentaron fragmentos mortales de hielo en un ascenso vertiginoso y atravesaron tormentas de nieve capas de hielo. Al llegar a su destino, se encontraron con la majestuosidad temblorosa de Ingmikortilaq, una pared de roca y hielo al borde del colapso. Esta expedición, más allá de la conquista física, promete a futuro develar secretos cruciales sobre el futuro del Ártico y, por ende, del planeta.
Munidos con taladros, los aventureros perforaron sensores de temperatura en las rocas, desentrañando el misterio que envuelve la estabilidad de estas imponentes formaciones montañosas. Es que según el equipo, la congelación podría mantenerlas unidas, y el calentamiento del Ártico desencadenaría un colapso.
Durante el ascenso, una predicción de Alex se volvió palpable: la montaña parecía desmoronarse a su alrededor. En un momento crítico, una roca se rompió a centímetros de Findlay, dejando una abolladura en la pared como testigo de la estrecha llamada del peligro. Como si fuera poco, en una escalada previa Honnold alcanzó la cima tras enfrentar una cascada de desprendimientos de hielo. Su nariz, incluso, sufrió el impacto de un fragmento caído.
Además, cada paso fue una arriesgada oportunidad para Sevestre, quien aprovechó la adversidad para recopilar datos de vanguardia sobre las partes más inaccesibles del Ártico. Entonces, este no fue solo un desafío atlético: la expedición buscaba revelar factores cruciales sobre el cambio climático. No por nada, un reciente estudio de la revista Nature alertó que “casi todos los glaciares de Groenlandia se han adelgazado o retrocedido en las últimas décadas”.
Así, desde escaneos de radar en la llamada capa de hielo de Renland hasta el despliegue de sondas de temperatura de la NASA, los datos recopilados prometen arrojar luz sobre los misteriosos entresijos de la región ártica. La voluntad imperturbable de Alex y su equipo a miles de pies sobre aguas heladas encapsula el espíritu de quienes desafían los límites en busca del conocimiento.
“Fue sumamente emocionante alcanzar la cima de Ingmikortilaq, ya que era imponente y desafiante. Cuando finalmente lo logramos, la experiencia fue increíble. Además, quiero destacar que esta cumbre era extraordinaria porque, en la parte superior de la pared, podíamos mirar hacia abajo y contemplar la verticalidad, observando directamente hacia abajo hasta llegar al océano. Es algo asombroso. No hay muchas paredes en el mundo que ofrezcan esta perspectiva, ya que la mayoría de las montañas carecen de un borde evidente desde el cual se pueda observar en descenso. Fue un pico verdaderamente especial”, reflexionó Honnold.
Al tiempo que valoró: “La pared que escalamos es una de las mayores paredes sin escalar del mundo. ¿Cómo podés no ir a un sitio así? Es un lugar increíble solo porque está lejos de otros humanos”.
La vida cotidiana de Alex Honnold
Más allá de los desafíos que le impone su profesión, Honnold tiene algunos secretos cotidianos para mantenerse en forma y estar preparado para la acción.
Así se lo reveló a Infobae: “En general, en mi vida diaria, procuro mantener una alimentación saludable. Esta es principalmente basada en plantas, en su mayoría vegetariana, aunque no de manera demasiado estricta ni rigurosa. Intento evitar excesos, especialmente en lo que respecta a los postres. Mi enfoque se centra en mantener una alimentación equilibrada. Además, escalo aproximadamente cinco días a la semana, lo que constituye gran parte de mi rutina de ejercicios y contribuye significativamente a mi estado físico”.
Con un vasto recorrido por cadenas montañosas de todo el planeta, Alex tiene a Argentina entre su lista de lugares destacados. “Creo que escalé al menos cuatro veces en Argentina, siempre en la Patagonia. El país tiene algunas de las mejores paredes de granito del mundo. El año pasado escalé una parte del Aconcagua pero no llegué a la cima y decidí que, en general, no me gusta el montañismo de gran altitud; es demasiado largo y lento. Es como si fuera un montón de trabajo duro con muy poco de la diversión de la escalada en roca”, cerró el escalador.