El aburrimiento en la infancia es tan antiguo como el mundo. Que los niños muchas veces no sepan qué hacer en sus momentos de ocio está dentro de las posibilidades, más aún en vacaciones, cuando el tiempo libre abunda, y los planes no siempre van en línea con sus expectativas.
Con padres que, con suerte, pueden tomarse una o dos semanas de vacaciones en todo el verano, pareciera que llenar los días a veces parece una misión imposible. Y ahí están las pantallas y dispositivos tecnológicos al acecho, ávidos de atrapar en sus redes a una generación de niños y adolescentes que pareciera no saber entretenerse como lo hacían sus padres años atrás, con adultos menos disponibles y muchas menos opciones al alcance de la mano.
¿Por qué pareciera que sin pantallas los niños y adolescentes de hoy no saben entretenerse? ¿Es precisamente el exceso de pantallas lo que, en una especie de círculo vicioso, los lleva a encontrar cada vez menos formas de entretenimiento?
“Los chicos de esta era crecieron hiperconectados, con padres que desde muy pequeños también les ofrecieron las tabletas o los celulares como medio de distracción o entretenimiento, con lo cual, esta situación de conexión, en parte, tiene que ver también con una cuestión cultural y social”.
Así comenzó a analizar consultada por Infobae la médica psiquiatra infantojuvenil y directora del Departamento Infantojuvenil de Ineco, Andrea Abadi (MN 76165).
La experta analizó que, del otro lado, “los adultos también están hiperconectados”. “Basta con mirar una mesa en un restaurante una familia completa y podrá verse que los padres están chequeando el celular sistemáticamente, y si bien muchas veces el pretexto es el trabajo o las obligaciones, muchas veces no están respondiendo mails o mensajes sino mirando las redes sociales”, observó Abadi, para quien “hay una modalidad de entretenimiento atravesada por las pantallas tanto para los adultos como para los niños”.
En opinión de la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44.247), quien trabaja con adolescentes, adultos y orientación a padres, “la realidad de hoy está mediada por la tecnología, y eso es algo con lo que hay que aprender a convivir”. “Lo importante es tener conciencia y saber en qué o cómo puede afectar a nuestros hijos e hijas el uso de la tecnología -observó la especialista-. En algunos casos interactúan con pares y en otros solo consumen videos, jueguitos y redes de todo tipo en soledad”.
Y en ese sentido reconoció que “si los adultos no limitan su uso, sobre todo al principio, los chicos se pierdan entre pantallas sin dar lugar a pensar en hacer otra cosa o incluso a aburrirse, ya que siempre están conectados y entretenidos”.
¿Son las pantallas responsables del aburrimiento?
En este punto, Infobae quiso saber si los dispositivos electrónicos dejan inmersos a los niños en una especie de círculo vicioso que los lleva a encontrar cada vez menos formas de entretenimiento.
En la mirada de Abadi, “desde siempre se sabe que el aburrimiento o el tiempo sin hacer nada permite despertar nuevas modalidades de creatividad y de relación con el contexto”. “Cuanto más presente están en las pantallas, menos los niños desarrollan su propia creatividad, y si bien hay herramientas de las pantallas que realmente son muy buenas y que podrían haber sido muy bien explotadas para la creatividad, lo cierto es que el 90% del tiempo se usa de una manera estéril, que no es productiva”.
“Así, cuanto más tiempo pasan los chicos en las pantallas, más se acostumbran a que la diversión viene de afuera y no la tienen que estar creando, y que el entretenimiento viene en un formato visual”, sostuvo la experta, para quien “de esa manera entran como en un loop del cual les es muy difícil salir”. Y en ese sentido, consideró: “Es llamativo cómo cada vez los chicos tienen menos recursos verbales para poder contar las cosas, y esto es debido a que las pantallas simplificaron mucho la comunicación”.
Para la médica psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Claudia Amburgo (MN 51787), “lo primero que hay que detectar es si el aburrimiento es continuo durante el año o ahora que no están con los compañeros del colegio o la colonia”. “Muchas veces sucede que hay padres a los que que les aburre tirarse en el piso a jugar a ciertos juegos o sentarse a jugar un juego de mesa, que por cierto ahora resurgieron y acorde a las edades de cada niño opciones que los entretienen mucho y que ponen a prueba la capacidad de frustración, de espera, de autonomía, etc”.
“Es verdad que los padres, muchas veces por la angustia económica y las cuestiones de ocupar el tiempo trabajando, no sentimos que le damos buena calidad de tiempo a nuestros hijos y muchos creen que generarles actividades todo el tiempo es lo que los chicos desean y en la mayoría de las veces no es así -analizó Amburgo-. Lo que los chicos desean es pasar tiempo lúdico, de diálogo, o ver una película con sus padres”.
Al respecto, Ruda sumó: “De a poco se fue perdiendo entre los niños el hábito de juntarse a jugar a juegos de mesa, charlar, armar juegos simbólicos acordes a la edad. Es importante tener en cuenta que hay edades en las que el juego simbólico es sumamente importante y necesario para el desarrollo de los niños y que el uso de los celulares debería ser controlado y pautado por los adultos para que los niños sean niños y hagan cosas de niños, dando lugar a la fantasía y a la creatividad como también a la elaboración de conflictos mediante el juego”.
Según ella, “cuanto antes se les ofrezca el teléfono o la tablet, más difícil será regularlos, pero tampoco es recomendable prohibirles la tecnología o usarla de premio o castigo, sino estar atentos a que puedan y quieran hacer otras cosas más allá de usar estos dispositivos y para eso es fundamental que tengan tiempos o momentos pautados como para que puedan hacer otras cosas”.
A lo que Amburgo agregó: “Los niños y adolescentes de hoy pareciera que no saben entretenerse, pero sí saben si están acostumbrados a socializar, hacer lazos sociales, afectivos, invitar amiguitos o jugar con los padres. Si hay un discurso lúdico, los chicos sí saben entretenerse. Depende mucho de la estimulación del adulto o incluso de los pares que proponen juegos”.
“A su vez, los adultos somos modelo de identificación y lo que hacemos con el tiempo libre también se verá reflejado, en ocasiones, en lo que nuestros hijos hagan -reflexionó Ruda-. Si nos ven leyendo, bailando, haciendo ejercicio, escuchando música, escribiendo, dibujando, tocando un instrumento o lo que sea que hagamos sin el celular, verán que hay otras maneras de disfrutar el tiempo de ocio sin la tecnología, al menos un rato”.
En su opinión, “que no caigan en las pantallas es muy ambicioso en los tiempos que corren, pero sí es posible regularles el tiempo o los momentos en los que pueden tener el celular o mirar la tele y también estar atentos a lo que miran”.
De la hiperconexión a la adicción
Consultada acerca de si es adicción el término que le corresponde a la relación que muchos niños y adolescentes tienen con la tecnología, Abadi explicó que “cuando se habla de una adicción, ya sea por consumo de sustancias o electrónica, tiene que haber una presencia de esta sustancia -o pantalla- en todo el día del individuo, con postergación de las actividades de la vida diaria, como olvidarse de comer, no salir del cuarto, tener una reacción de abstinencia cuando se lo sacan. etc.”.
Para ella, “no se puede hablar de adicción hoy por hoy en todos los casos. Adicto va a ser aquel que haya abandonado sus actividades esperables, que no vaya a la escuela, que se quede durante muchas horas sentado en la máquina con juegos y abandone, por ejemplo, sus hábitos de limpieza o alimentación. Hoy por hoy puede hablarse de un uso excesivo en la mayoría de los casos”.
“Lo adictivo no es el celular sino las redes, lo que consumimos, la necesidad del scroll sin sentido y mirar permanentemente los likes, algo de lo que los adolescentes están muy pendiente -ahondó Ruda-. Los algoritmos están pensados para que cada uno tenga a su alcance todo lo que le llama la atención y es difícil salir de la app porque todo hace que las personas queden ‘capturadas’, sobre todo en la adolescencia”.
Y tras reconocer que “los chicos de hoy ya nacieron en este mundo tecnológico y ante eso no hay nada que hacer más que entender que es parte de sus vidas”, la especialista recalcó que “siempre los adultos deben estar atentos a que el uso excesivo no les afecte en su desarrollo”.
Algunas estrategias para pasar los días de vacaciones sin caer en las pantallas
Sobre el final, Abadi consideró que “es posible salir de esta especie de laberinto/trampa en la que adultos y niños están metidos, pero para esto hay que entender que la tecnología ha sido un gran avance en muchísimas cuestiones, pero también ha limitado el acceso a disfrute en cosas que realmente antes eran más sencillas de encontrar”.
Y enumeró una serie de consejos para pasar los días en casa y que los dispositivos no sean la única opción de entretenimiento.
- La actividad física es una manera de salir de esto. Dedicarle un momento del día a salir a hacer alguna actividad al aire libre.
- Establecer que un celular o una tableta se prende cuando ya es de noche, no durante el día.
- No dormir con el celular o la tableta cargándose al lado de la cama (pero no solamente los chicos, los adultos también porque eso sabemos hoy que entorpece muchísimo la calidad del sueño).
- Que haya permitidos y no una supresión total, porque eso hace que el chico salga de su medio social.
A los que Ruda agregó:
- Poner ciertas reglas generales y aplicarlas todo el grupo familiar, en todos lados, como por ejemplo, que no se use el celular en la mesa. Claro que puede haber excepciones, pero que quede claro el motivo de por qué se hace la excepción
Y en la misma línea, Amburgo concluyó: “Cuando los padres no ponen un límite de horas, realmente las pantallas se convierten en un chupete electrónico que cubre todas las carencias afectivas y los vacíos emocionales y los chicos viven como propio lo que sucede en los juegos allí propuestos. Es muy importante que conozcan las redes y no se queden afuera, pero también hay que limitar su uso y sobre todo a edades tempranas”.