Con cerca de 8 mil kilómetros de costa sobre el océano Atlántico, Brasil es uno de los destinos de vacaciones más elegidos por turistas de todo el mundo. Con playas de norte a sur, el país ofrece una variedad de paisajes y opciones para todos los gustos y posibilidades.
Así es que más allá de las más conocidas internacionalmente playas de Ipanema, en Río de Janeiro, Trancoso, en Bahía, o el archipiélago de Fernando de Noronha, en Pernambuco, el litoral brasileño cuenta con algunas “joyas” escondidas para quienes buscan disfrutar del calor junto al mar, pero con más tranquilidad.
Para ellos, la revista internacional National Geographic seleccionó cinco playas poco conocidas brasileñas para conocer este verano, o en cualquier época del año.
1- Playa de Carro Quebrado, Barra de Santo Antônio, Alagoas
En la localidad de Barra de Santo Antônio, a unos 45 kilómetros de la capital del estado de Alagoas, en Maceió, se encuentra la escondida y hermosa playa de Carro Quebrado. El litoral entre los estados de Alagoas y Pernambuco, en el noreste de Brasil, es conocido como Costa dos Corais (Costa de Coral) y cuenta con numerosas playas paradisíacas de aguas cristalinas y arenas blancas.
El acceso a la playa no es sencillo, y cuenta la leyenda que allí reside el origen de su nombre: según dicen, un turista que intentó llegar a la playa en coche pero que quedó “empantanado” en la arena. Y es debido a esa cualidad que se trata de un paraje virgen con altos acantilados de colores, piscinas naturales de agua transparente, cocoteros e increíbles arrecifes de coral.
Quienes conocen la playa de Carro Quebrado recomiendan llevar un tentempié o algo para comer, ya que se trata de un lugar para disfrutar de la naturaleza, hacer senderismo por los acantilados y snorkel, y no hay restaurantes.
2- Playa de Aventureiro, Ilha Grande, Angra dos Reis, Río de Janeiro
Ilha Grande es la principal atracción turística de la ciudad de Angra dos Reis, en el litoral sur del estado de Río de Janeiro. Entre las numerosas playas de gran belleza que allí se encuentran, se destaca la de Aventureiro, una de las más escondidas, vírgenes y bellas de la isla. El destino es una Reserva de Desarrollo Sostenible (RDS) de Ilha Grande, según el sitio web de la Prefectura de Angra dos Reis.
La playa de Aventureiro cuenta con una pequeña aldea con poco más de 100 habitantes, en tanto los visitantes podrán disfrutar de unos 500 metros de arena fina, suave y clara y aguas cristalinas, con cocoteros, rocas y mata atlántica alrededor. También tiene una piscina natural.
Al estar ubicada en una reserva, existen limitaciones al turismo en pos de preservar la biodiversidad. Por ejemplo, sólo 560 personas al día pueden llegar a la playa en excursiones en barco. El alojamiento, por su parte, sólo está disponible en campings.
3- Playa de Lagoinha do Leste, Florianópolis, Santa Catarina
En Florianópolis, la capital del estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, existe un lugar paradisíaco y tranquilo que no está abarrotado de turistas.
Se trata de la playa de Lagoinha do Leste, en la costa sur de la isla. El paraje preservado forma parte de un parque mantenido por la Prefectura de Florianópolis desde 1992, que mantiene y controla la playa, ubicada a 34 km del centro de la ciudad. Es considerada una de las playas más bonitas de Florianópolis.
Con una laguna, una cascada y un bosque autóctono, la mejor forma de llegar a Lagoinha do Leste es caminando, y dicen los que saben que hay dos formas de hacerlo: desde Praia de Pântano do Sul (una aldea tradicional de pescadores) es el sendero más corto, mientras que el más largo empieza en Praia da Armação.
4- Playa do Julião, en Ilhabela, São Paulo
Playa do Julião, también conocida como Prainha, es una de las playas más tranquilas de Ilhabela, una isla del litoral norte del estado de São Paulo.
De arena blanca y fina, tiene algunas rocas sumergidas que forman pequeñas piscinas naturales donde se pueden ver peces cuando los turistas practican snorkel.
Pequeña -con no más de 300 metros de playa-, Praia do Julião está rodeada de aguas turquesas y el verde de la Mata Atlántica.
A diferencia de otras de las opciones, ofrece una excelente infraestructura con buenos restaurantes y también lugares que sirven comida más popular.
Asimismo, los turistas cuentan con servicios de alquiler de sillas, sombrillas y equipos deportivos como kayaks y tablas de stand up paddle (conocido en español como remo de pie), todos disponibles en la arena. El acceso a Praia do Julião es sencillo: está a 12 km del centro de Ilhabela, pero no es directo desde la carretera, sino que se debe tomar un pequeño sendero para llegar a la arena.
5- Playa de Tabatinga, Conde, Paraíba
De las siete hermosas playas de arenas doradas, piscinas naturales, calas y también manantiales junto al mar con que cuenta la localidad de Conde, en el nordeste de Brasil, la que más se destaca es la encantadora Praia da Tabatinga.
Ubicada a 30 kilómetros al sur de João Pessoa, la capital de Paraíba, bien podría creerse que se trata de una playa privada por lo tranquila y poco concurrida que es.
Tabatinga tiene aguas cálidas, una amplia extensión de arena para pasear y un aspecto digno de una película de vacaciones tropicales, con sus acantilados y cocoteros.
Se encuentra en una zona de preservación medioambiental, que si bien es accesible en auto, no cuenta con bares ni restaurantes, pero sí se pueden encontrar vendedores de cocos y helados. Los que la conocen aconsejan llevar comida y agua en el viaje.