Aunque el término “selfie” (una fotografía tomada de uno mismo o de otras personas usando un teléfono inteligente o una cámara digital) tiene más de 20 años, ha faltado una clasificación clara de sus diferentes tipos y del uso que las personas les dan en términos sociopsicológicos. Los especialistas aseguran que se utilizan para comunicar estados mentales, objetivos, amores y compromisos, pero hasta ahora se carecía de una nomenclatura unificada o un sistema de clasificación establecido.
Hoy, la mayoría de las personas tienen experiencia en tomar y compartir selfies, usándolas como un formato muy compacto de autorreferencia para expresarse, contar historias sobre su vida y mostrar su estado de ánimo de forma comprimida. Las personas han utilizado autorretratos para comunicar información sobre sí mismas durante siglos, pero las cámaras digitales han hecho que compartir un autorretrato sea más fácil que nunca.
Cómo las usa la gente para comunicarse es la pregunta que Tobias Schneider, psicólogo de la Escuela de Graduados en Ciencias Afectivas y Cognitivas de la Universidad de Bamberg en Alemania, se propuso investigar. La semántica de las selfies es un nuevo estudio que acaba de publicarse en Frontiers in Communication, del que es autor junto a su colega de Bamberg, Claus-Christian Carbon.
Estudios anteriores han establecido que las personas que se toman una selfie lo hacen para expresarse, documentarse y actuar. Algunos científicos han utilizado hashtags y otros metadatos que las acompañan para descifrar los significados que la gente intenta transmitir con las selfies, pero no consideraron la imagen en sí.
Para comprender qué tipo de significado atribuye la gente a diferentes selfies, los investigadores pidieron a las personas que describieran sus primeras impresiones de una muestra de este tipo de fotografías.
Estas asociaciones podrían luego compilarse para determinar cómo los espectadores entienden los diferentes tipos de selfies. “La mayoría de las investigaciones abordan factores visuales directos, descuidando los asociativos que los espectadores tienen en mente cuando navegan por nuestro mundo orientado a las selfies -explicó Carbon-. Aquí utilizamos informes y asociaciones personales para describir y categorizar selfies de forma sistemática”.
La idea detrás de la imagen
Los científicos crearon su conjunto de datos de prueba a partir de una base de datos de selfies llamada Selfiecity, utilizando solo autorretratos sin texto, ya sea tomados con una cámara móvil, usando las propias manos de un individuo o un palo para celulares. Las 1.001 imágenes se presentaron en un tamaño estándar sobre un fondo gris liso.
Los especialistas reclutaron a 132 participantes en línea. Para evitar cansarlos, utilizaron un algoritmo para seleccionar 15 fotos aleatorias para que cada participante las revisara, asegurándose de que cada una fuera evaluada por aproximadamente la misma cantidad de personas y todos viera una variedad de selfies. Los investigadores proporcionaron cinco cuadros de texto por selfie para que los participantes escribieran sus reacciones espontáneas.
Schneider y Carbon procesaron estos datos para agrupar las primeras impresiones de los encuestados en 26 categorías, incluidos los comentarios relacionados con el estado de ánimo que los participantes hicieron sobre lo que apreciaban respecto de quien se tomó la selfie. Luego, analizaron con qué frecuencia aparecían estas categorías en las respuestas y si aparecían juntas.
El análisis de conglomerados identificó cinco grupos diferentes de categorías que los autores denominaron “perfiles semánticos”.
La más grande se llamó “estética”: fotografías que presentaban una experiencia o un estilo artístico. A esto le siguió muy de cerca la “imaginación”, imágenes que llevaban a los encuestados a dilucidar dónde estaba la persona que se tomó la selfie o qué estaba haciendo; y “rasgo”: imágenes que provocaban términos relacionados con la personalidad.
Menos populares, pero aún sustanciales, fueron los grupos “estado” (fotos que analizaban el estado de ánimo o la atmósfera), y “teoría de la mente”, imágenes que inducían a los encuestados a hacer suposiciones sobre los motivos o la identidad de quien se tomaba un selfie.
Cada grupo mostró una estrecha asociación de diferentes categorías a partir de las primeras impresiones de los encuestados, lo que sugiere que estaban captando el lenguaje visual que utilizamos para comunicar diferentes aspectos de sí mismos, ya sea el estado de ánimo o un gran atuendo. “Nos impresionó mucho la frecuencia con la que se expresó la categoría ‘teoría de la mente’, porque se trata de una forma muy sofisticada de comunicar sentimientos y pensamientos internos -dijo Schneider-. Esto demuestra lo eficaces que pueden ser las selfies en términos de comunicación”.
Los científicos sugirieron que es posible que estos perfiles semánticos no se expresen o comprendan de la misma manera en todo el mundo, por lo que se precisa más investigación.
“Necesitamos más informes sobre selfies, más descripciones de cómo se siente la gente acerca de las personas y escenas representadas para comprender mejor cómo se utilizan a modo compacto de comunicarse con los demás. Precisamos muestras más grandes, más diversas y transculturales en el futuro para entender cómo los diferentes grupos y culturas las utilizan para expresarse”, concluyó Carbon.