Se denomina ayuno sexual al período de tiempo que una pareja acuerda no tener encuentros sexuales; en algunos casos, queda librado a cada uno masturbarse o no. Muchas veces existe un acuerdo tácito, sin planteos ni reclamos, simplemente dejan de conectarse sexualmente poniendo la libido en actividades varias.
El ayuno sexual está siendo una práctica que muchas parejas deciden atravesar con la esperanza de que la distancia de los cuerpos y el paso del tiempo provoque un incremento del deseo, esperando la explosión cuando los cuerpos vuelvan a encontrarse. No existen estudios que investiguen los pros y los contras de esta forma de abstinencia.
Existen diferentes modos de ayuno: sin ningún contacto, con masturbación, sin penetración, con prácticas como sexo oral, pero sin penetración. Muchos creen que el ayuno es solo cuando dejan la penetración y optan por otras formas de erotismo, como si solo el coito fuera el sexo y el resto una mera previa. Sexo y erotismo es todo.
En sexología no existe ninguna terapia con aval científico que recomiende esta forma de práctica para incrementar la libido; sin embargo, existen ejercicios (propuestos por Masters y Johnson en la década del 60) para ayudar a las personas con disfunciones sexuales, dichas prescripciones se dan en un contexto de terapias sexuales.
Las técnicas de estos reconocidos sexólogos consisten en prohibir el coito por un período de tiempo (según el tipo de disfunción) y focalizar la atención en las caricias, besos, masajes, toda forma de contacto placentero que excluya la penetración. La finalidad de estos ejercicios es bajar la ansiedad anticipatoria que provoca la penetración.
La mayoría de las personas con problemas sexuales —deseo, la excitación, la eyaculación, el dolor durante el sexo y el orgasmo— se han acostumbrado a poner foco en la penetración, dejando de lado la riqueza sensorial que aporta el contacto y los sentidos.
Esta reeducación de la sexualidad ayuda a no enfocarse en el coito, como si este fuera la meta y donde se concentra toda la energía. Si bien muchas cosas están cambiando en materia de sexualidad, las pautas heterosexuales siguen imperando, poniendo las reglas de cómo debe ser el sexo en pareja (el objetivo es la penetración y el orgasmo).
Si bien las parejas pueden decidir hacer ayuno sexual, la sugerencia es que no dejen de tocarse, de expresar afecto con caricias, besos, etc., es decir, mantener la sensorialidad abierta a los estímulos.
No creo que el ayuno absoluto brinde resultados; es más, en la consulta, las parejas refieren las dificultades para volver a estar juntos cuando se alejaron por un tiempo.
Los cuerpos que se alejan se enfrían, es como si los canales de sensibilidad, afecto, sensorialidad, se cerraran para después resistirse a la apertura.
Las parejas que dejan de tener sexo esperan el “mejor momento” para recuperarlo; sin embargo, ni los fines de semana largos, ni las vacaciones, ni “hoy es el día”, logran romper con las conjeturas que se imponen: “¿Querrá? ¿Tendrá ganas? ¿Y si me rechaza? Estamos cansados, mejor lo dejamos para otro día”.
*Walter Ghedin, (MN 74.794), es médico psiquiatra y sexólogo