En un antiguo pueblo llamado Purmamarca, el mundo no tenía color. Los habitantes, al mirar a su alrededor, sentían una profunda melancolía. Todo parecía igual: los cerros, las casas, incluso los animales que deambulaban por las tierras. La tristeza se había apoderado del lugar.
La Pachamama —la madre tierra—, al ver la desolación de sus hijos, decidió intervenir. Convocó a los duendes de las montañas y les encomendó una misión especial: pintar los cerros con colores vibrantes. Bajo el manto protector de la noche y con la ayuda de Mama Quilla, —la luna— los duendes comenzaron su labor. Usaron colores inspirados en la naturaleza: el rosa de los flamencos, el rojo de los minerales, el verde de los valles y muchos más. Trabajaron en secreto, dejando que la magia de sus pinceles transformara el paisaje.
Al amanecer, cuando Inti —el sol—, iluminó el cielo, el pueblo despertó ante un panorama deslumbrante. Los cerros brillaban con colores vivos y resplandecientes. La tristeza había desaparecido, reemplazada por la alegría y el asombro. Los habitantes, con lágrimas de felicidad en los ojos, entonaron una melodía en agradecimiento, la misma que los duendes habían tarareado mientras pintaban. Desde ese día, Purmamarca se convirtió en un recordatorio del regalo de los dioses y del poder transformador del color. Y allí sigue, frente a sus ojos cada día y para siempre, el cerro de los Siete Colores.
Esta es solo una de las leyendas de la zona Andina de Jujuy, una de las más bellas y visitadas, Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad de la UNESCO, que forma parte de una cultura rica y antigua, transmitida de generación en generación.
Este territorio con forma de bota en el extremo noroeste de Argentina es uno de los distritos, en extensión, más pequeños del país, pero reúne una variedad de paisajes y ecosistemas singular. En una parte de la provincia, en apenas algo más de 53 kilómetros cuadrados, se pueden alcanzar las cuatro regiones bien diferenciada por clima, relieve, flora y fauna, que son su sello de identidad: la árida Puna o Altiplano; La Quebrada de Humahuaca, esa hendidura paralela a la meseta puneña; los valles al pie de los montes y, en un marcado contraste, las yungas con su frondosa selva.
Trekking, avistaje de aves, turismo comunitario, gastronomía y los vinos de altura, son algunas de las actividades que ofrece la zona, además, de una historia y tradiciones de los pueblos originarios que invita a conectarse con lo auténtico, con la energía de una tierra ancestral y extraordinaria.
Como dijo a Infobae el ministro de Cultura y Turismo provincial, Federico Posadas, Jujuy “es la provincia más andina de la Argentina, tiene un pasado intercultural muy fuerte con más de 10.000 años de historia” en las que diferentes civilizaciones han interactuado y “eso se ve atravesado en toda su geografía, en su actual cultura, en toda su gente”. Es, “justamente, el patrimonio cultural lo que hace de Jujuy un territorio único en la Argentina”, detalló.
Jujuy “hace que cualquiera que la visite se reconecte, se resetee y, como decimos nosotros, es una forma de reenergizarse para volver renovado a la gran ciudad”, dijo. Para sumar a la actividad turística y productiva en general, la provincia ha logrado incrementar su conectividad en los últimos años.
En otras épocas solo era posible llegar en avión una vez por día desde Buenos Aires. Esas épocas quedaron atrás, en poco tiempo, dijo Posadas, “pasó de dos a siete vuelos diarios” que incluyen, ya no solo a la Capital Federal, sino también a Mendoza, Iguazú y Córdoba.
Esta provincia ofrece a los visitantes “experiencias”, asegura Posadas, por eso “no es el turismo masivo, estandarizado, sino que cada persona que viene tiene una experiencia distinta”. Y agrega un detalle que la diferencia de otras regiones: “ha logrado en gran medida romper con la estacionalidad, es decir, tener turismo todo el año”. En cuanto al perfil de quienes arriban a la provincia señaló que “combinamos turismo nacional en un 80% y turismo internacional en casi el 20%”.
La meta ahora, dijo, una vez superada la crisis sanitaria por el COVID-19 y recuperado el turismo internacional de la región, es incrementar el número de visitantes procedentes de zonas más alejadas del planeta, “como los europeos y de otros lugares que históricamente nos visitaban y que siguen haciéndolo, pero no a los niveles que teníamos antes de la pandemia”.
El funcionario aprovechó para destacar la “muy buena hotelería, hoteles boutique y muy buena gastronomía” con la que cuenta la región y la nutrida agenda que caracteriza a esta primavera con diversos eventos culturales a partir de septiembre. Entre estos mencionó la Fiesta Nacional de los Estudiantes “a la que vienen representantes de todo el país. Durante 10 días tenemos actividades en la capital y también en toda la provincia” y contó que en este acontecimiento propio de esta estación, el sello de distinción lo ponen los desfiles de carrozas. Es “un mega festival al que este año llegará María Becerra, el día 29 de septiembre”.
Algunas opciones para visitar en Jujuy en distintos rubros turísticos
—Hotel El Manantial Silencio
Enmarcado en un paisaje deslumbrante el tradicional hotel El Manantial del Silencio se encuentra ubicado a 500 metros de Purmamarca, a 65 km de San Salvador de Jujuy.
Fue el primer hotel boutique de este pueblo de la Quebrada, construido en un estricto estilo neocolonial español, respetando la arquitectura de la zona con materiales autóctonos: paredes de adobe y cañas huecas en los techos. El edificio fue diseñado por el especializado arquitecto Mariano Sepúlveda y decorado con objetos pertenecientes a familias históricas del Norte Argentino.
Posee 19 habitaciones incluyendo una suite, todas con vista a sus jardines, amplias y luminosas. Además para familias o grupos de amigos, suma una casa con dos habitaciones dobles y dos baños, sala de estar y galería vidriada con vista al Cerro de los Siete Colores.
Tiene un salón para eventos, spa, piscina, solarium, un restaurante —Calandria— especializado en cocina andina gourmet, dirigido por el chef Sergio Latorre y una importante cava curada por sommeliers con el foco puesto en los productores de la región.
Purmamarca es una zona estratégica para recorrer diferentes lugares de la puna o la Quebrada de Humahuaca, como el Paseo de los Colorados, el Hornocal, el mirador del Morado, las Cuevas de Huachichocana (yacimiento de pinturas rupestres), la Posta de Hornillos (el museo y posta de la época del virreinato) y al Pucará de Tilcara (antiguo asentamiento aborigen). También desde este pueblo es posible visitar las iglesias de Tumbaya, Purmamarca, Tilcara, Uquía y Humahuaca con sus pinturas de la escuela Cuzqueña en la región.
—Huichaira Vineyard
Huichaira es una de las opciones de enoturismo que ofrece la provincia. Se trata de un viñedo ubicado a 2710 metros sobre el nivel del mar, en la Quebrada del mismo nombre, un pequeño valle rodeado de cerros con un fondo de formación natural arenosa llamada los Castillos de Huichaira.
Las guías de turismo recomiendan recorrer el viñedo en bicicleta o disfrutar de un picnic degustando las delicias regionales. Cielo Arriba es el tinto creado con la uva de Huichaira Vineyard, una cofermentación de Malbec, Syrah, y Cabernet Franc.
María Luz Morcillo, anfitriona de Huichaira Vineyard detalló a Infobae que el enoturismo está impactando en la zona en la generación de nuevas fuentes de trabajo que “involucra a varios sectores como el especializado en vitivinicultura, el de construcción, el servicio gastronómico - enológico, además del turismo”. Y agregó: “En nuestro caso específicamente estamos finalizando la construcción de la bodega con sala de degustación y en paralelo un proyecto de elite hotelero que se suma a nuestro Villa del Cielo Eco & Wine Hotel Boutique, ubicado en Tilcara”.
Aunque es “una industria incipiente” en la región de la Quebrada, “ya contamos con vinos de gran calidad reconocidos nacional e internacionalmente”, aseguró Morcillo, lo que, “no solo se traduce en un alza en el turismo especializado, sino también en el interés de nuevos inversores que ven en nuestra provincia la oportunidad de destacarse con un producto de calidad, con un servicio diferente y en un entorno único”.
Huichaira invita a los aficionados al enoturismo a disfrutar de una experiencia de placer y relax en sus viñedos. Los visitantes pueden participar en recorridos guiados por un entorno de vides, degustar el vino Cielo arriba 2019 y de un almuerzo regional en una casa centenaria con vistas a la viña y las montañas.
En Huichaira “tenemos plantadas desde el 2015 Malbec, Syrah y Cabernet Franc. En nuestro segundo viñedo, tenemos plantados las mismas 3 cepas, más Pinot Noir y Malbec Cot del 2018″. El clima de montaña es “un hábitat espectacular para estas cepas de ciclo largo, ya que cuentan con un gran nivel de insolación durante todo el año, con el beneficio de la amplitud térmica, que en las mañanas y las noches frescas permiten que la planta descanse, para luego recibir todas esas horas de sol durante el día”. Esta característica especial del clima genera “una maduración lenta, progresiva de la uva, logrando un desarrollo de sabor, aromas, estructura excelentes que luego vamos a poder percibir en el vino”.
“‘El Colo’ Alejandro Sejanovich y la Tana Bellincioni, logran un vino totalmente balanceado y elegante, con un medio y final de boca muy disfrutables. Cielo Arriba expresa perfectamente el terroir. Es un vino jóven, fresco, con una gran expresión de fruta y al mismo tiempo con la estructura que caracteriza un lugar geológicamente tan increíble como es la Quebrada de Huichaira”, cerró Morcillo.
—Casa Mocha
En el corazón de la localidad de Huacalera, se encuentra Casa Mocha, un espacio que, no solo sirve como punto de encuentro entre personas, sino también como un cruce de experiencias gastronómicas, vitivinícolas y culturales de la Quebrada de Humahuaca. Aquí, los visitantes tienen la oportunidad de saborear platos deliciosos y abundantes, relajarse y aprender más sobre la región a través de visitas guiadas por las viñas y el tambo. También se invita a los visitantes a probar los vinos de la Bodega El Bayeh y los quesos de La Huerta Tambo.
De esta forma, Casa Mocha fue pensada como algo más que un lugar para comer y beber. Es un espacio donde se celebran encuentros de arte, cultura y exposiciones. También es un sitio para eventos sociales, reuniones y picnics, todo enmarcado por los impresionantes paisajes de la zona.
El nombre tiene raíces profundas en la historia y la cultura de la región. En los mitos antiguos del territorio, el término “abuelo” o “abuela” se usaba para referirse a los ancianos de una familia y también a los antepasados. Estas casas de antepasados eran conocidas como “casas mochas”. Las comunidades antiguas de la región construían sus viviendas de adobe y, para distinguir entre las casas de los vivos y las de los muertos, “mochaban” el techo. Además, “mochar” también tiene un significado ritual que señala lo sagrado.
Así, los líderes de este establecimiento buscan simbolizar el valor de lo sagrado, la cultura y las tradiciones que los abuelos han transmitido a través de las generaciones. Es un recordatorio constante del espacio que los ancestros habitaron y de la memoria colectiva que se integra en la vida diaria.
La historia de Casa Mocha está íntimamente ligada a la familia Manzur, inmigrantes libaneses que decidieron establecerse en la Quebrada de Humahuaca. Todo comenzó en las primeras décadas del siglo XX, cuando viajaron miles de kilómetros en busca de un lugar para llamar hogar. Hoy, tres generaciones de la familia Manzur viven y trabajan en la región, continuando el legado de sus abuelos, Pedro y Marta, y de todos sus antepasados, tanto del Líbano como de la Quebrada. A lo largo de los años, afirman en la familia, han emprendido numerosos proyectos y sienten que su apellido es un símbolo de unidad, identidad y compromiso.
—La Huerta Tambo
Ubicada en la localidad de Huacalera, Tilcara, La Huerta Tambo es una empresa familiar que se encuentra en la región declarada Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad por la UNESCO en 2003. Los cerros multicolores, las aguas cristalinas de montaña y el verde de los valles son su bello contexto geográfico, que enriquesen las culturas Omaguaca e Inca, originarias de la región.
Desde su fundación en 2016, La Huerta Tambo ha tenido como objetivo principal intensificar y profesionalizar su producción de leche de cabra y derivados lácteos. Con una producción diaria de 5.000 litros y un equipo altamente capacitado, la empresa se ha posicionado como líder en el mercado nacional y aspira a destacarse a nivel internacional.
Su planta de producción está equipada con tecnología de vanguardia, lo que garantiza un proceso integrado y una trazabilidad completa de todos sus productos, que son elaborados con leche 100% pura de cabra pasteurizada y libres de gluten.
Además de la producción de lácteos, se desarrolla allí la siembra y cosecha de alfalfa, principalmente para alimentar a las cabras y la distribución y comercialización de sus productos. El establecimiento ofrece a los visitantes un tour para conocer más sobre su proceso de producción. El recorrido comienza en la fábrica de La Huerta Tambo, sigue con una visita al tambo de cabras y culmina con una degustación de productos en Casa Mocha.
Y un apartado final para tener en cuenta: Los lácteos caprinos tienen altas propiedades nutricionales. La leche de cabra es fácil de digerir, tiene bajo contenido de alergénicos, es rica en calcio y presenta un elevado contenido energético con bajo contenido de grasa. Esta visita se ofrece como una experiencia gastronómica única en un entorno natural y culturalmente rico.