“Me aburro”: cinco estrategias para estimular el juego en los niños hiperconectados

Además de entretenerlos en momentos de ocio, las actividades recreativas cumplen un rol fundamental en la infancia: permiten desarrollar habilidades sociales, cognitivas y emocionales. En el Día de la Niñez, ideas para padres para combatir la falta de motivación

Todos los niños y niñas para crecer sanos deben jugar más y tener menos tiempo de sedentarismo y de uso de pantallas (Getty)

En tiempos en los que las niñas y los niños muchas veces prefieren jugar en línea con sus amigos en lugar de compartir tiempo de cuerpo presente, por ejemplo, con un hermano en casa, el Día de la Niñez presenta a los padres el desafío de devolverles la curiosidad y el interés por jugar.

Es que “jugar es una necesidad biológica, así como también lo es alimentarse y descansar”, comenzó a explicar la licenciada en Psicopedagogía y miembro del Departamento Infantojuvenil de Ineco Verónica Girard (MP 213.130). Según la especialista, “la Organización Mundial de la Salud ha reconocido como un derecho en sí mismo al juego, dado que es un aspecto clave para el desarrollo óptimo de las infancias”.

Sin embargo, la exposición a la tecnología a edades cada vez más tempranas, no sólo limita y retrasa las habilidades que el juego promueve, sino que deja a los niños expuestos a los efectos nocivos de las pantallas.

De qué manera el juego ayuda a desarrollar habilidades en la primera infancia

Es importante que los niños jueguen porque esa es su manera de desarrollar sus primeras habilidades sociales (Getty)

Andrea Abadi es médica psiquiatra infantojuvenil y directora del Departamento Infantojuvenil de Ineco (MN 76.165) y al respecto aportó que “el juego promueve la posibilidad de coordinación óculo motora, desarrolla la motricidad fina, la capacidad de exploración del contexto y la posibilidad de lograr un mejor manejo corporal, teniendo noción del espacio y los movimientos. Asimismo, es un importante factor que ayuda a desarrollar habilidades de planificación, el lenguaje, el control de los impulsos y emociones, la regulación del pensamiento y la palabra”.

“A través del juego se colabora, a su vez, con el desarrollo de los procesos atencionales, y es un excelente vehículo para aprender sin que los niños se den cuenta, ya que, a partir de su participación en juegos de roles, los pequeños aprenden a sumar, restar y modular aquellos procesos necesarios para el despliegue de la vida diaria”, agregó.

Al respecto, la médica pediatra Ángela Nakab (MN 68.722), presidenta de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y jefa del Hospital de Día Polivalente del Hospital Elizalde dijo a Infobae que “el juego es una actividad muy placentera para los chicos y muy necesaria para el desarrollo cognitivo y afectivo. El juego espontáneo y libre favorece mucho la creatividad de los chicos y sobre todo su desarrollo y maduración”. Y tras reconocer que en la actualidad “muchas veces los chicos no tienen la oportunidad de jugar libremente, sino que lo hacen de manera pautada y con consignas”, la especialista señaló que “es muy importante tener en cuenta que el jugar por jugar es fundamental para el desarrollo de los chicos”.

“Cuando los chicos juegan, en principio empiezan a comprender cómo funcionan las cosas -lo que se puede hacer y lo que no-, cuando son un poquito más grandes descubren que existen algunas reglas, que algunas cosas suceden como consecuencia de otra, y también van viendo que los juegos muchas veces son predecesores de actos más importantes y más serios -amplió la pediatra-. El juego espontáneo generalmente está lleno de mucho significado, y a través de este los niños pueden resolver sus inquietudes, procesar los miedos, aumentar su vocabulario, etc”.

NAkab: "Se recomienda presentar a los niños juegos de acuerdo a la etapa en que están" (Getty)

En opinión del licenciado en Psicología Mauricio Strugo (MN 41.436), “es importante que los niños jueguen porque esa es su manera de desarrollar sus primeras habilidades sociales; al jugar están desarrollando su lenguaje simbólico (en el juego pueden ser superhéroes, princesas, luchadores, buenos y malos) y expandir sus personalidades”. “Cuando un niño no puede jugar porque tiene que crecer rápido porque tiene que ayudar con la economía familiar o hacerse cargo de sus hermanos cuando sus padres no están esto genera serios trastornos vinculares para el futuro”, remarcó el especialista.

A su turno, la médica pediatra y secretaria Subcomisión de Tics de la SAP, Silvina Pedrouzo (MN 86.397) señaló que “el juego favorece la creatividad, la expresión de emociones, el desarrollo motor, la actividad física y el desarrollo de habilidades cognitivas (resolución de problemas), sociales y comunicativas”.

Y agregó: “Es fundante para la estructuración de la subjetividad, le permite al niño conocer el mundo que lo rodea, comprenderlo, asimilarlo y adaptarse a su entorno. Enriquece su imaginación (creatividad) y es una experiencia de aprendizaje. Además durante el juego, el niño desarrolla y ejercita la atención, la concentración y la memoria”.

- ¿En que medida el uso de dispositivos y pantallas impide o retrasa ese desarrollo?

Las pantallas proponen un lugar donde los niños quedan atrapados allí satisfaciendo su diversión sin hacer ningún esfuerzo (Getty)

- Girard: Todos los niños y niñas para crecer sanos deben jugar más y tener menos tiempo de sedentarismo y de uso de pantallas. El juego es la principal vía de aprendizaje en las infancias, por eso es fundamental y vital disponer de experiencias lúdicas en esta etapa.

Cuando estas experiencias se dan con alto grado de emotividad, dejan una huella y un aprendizaje para siempre.

- Nakab: En menores de dos años es muy importante que no se expongan a los chicos a las pantallas de ningún tipo porque se sabe que puede afectar el desarrollo cognitivo y el desarrollo cerebral.

Lo que vemos en general es que los chicos juegan, pero el juego es pasivo donde la interacción es mínima y donde hay una sobreestimulación de colores, ruidos e imágenes de rápido procesamiento. Por eso la recomendación es nada de pantallas antes de los dos años, y después que las usen en la menor cantidad posible. Sabemos que la realidad actual es que los chicos juegan con pantallas, pero en lo posible deberían hacerlo a partir de los tres años y con tiempos limitados, anticipándole el adulto de antemano el horario que pueden jugar con las pantallas.

- Pedrouzo: El desarrollo psicomotor del niño, según Carl Wernicke, un neurólogo y psiquiatra alemán, es un fenómeno evolutivo de adquisición continua y progresiva de habilidades, que abarcan el lenguaje, la cognición, la motricidad, la interacción social y la conducta. Es producto de la interacción de factores genéticos y medioambientales (obstaculizadores como el uso de tecnología o enriquecedores como las experiencias de juego y las interacciones). Por este motivo, es fundamental evitar el uso de pantallas a edades tempranas.

Unicef y la OMS recomiendan evitar los dispositivos antes de los tres años (Getty)

El uso temprano reemplaza el tiempo de juego necesario para representar, explorar, vincularse con los demás y con el mundo que los rodea.

El intercambio en el juego entre padres e hijos puede estar influenciado por su propio apego a las pantallas, por eso hablamos de tiempo de calidad sin distractores.

- Strugo: Muchas veces los padres, por el estrés cotidiano y la falta de tiempo para jugar con sus hijos, dejan que sus hijos se refugien en las pantallas que, no de manera inocente, proponen un lugar en el que, por los estímulos que produce, quedan atrapados allí satisfaciendo su diversión sin hacer esfuerzos para obtener satisfacción.

Salir a jugar, buscar amigos, implica un esfuerzo, incluso de los padres que tienen que acompañarlos, pero por más tentadora que puedan ser las propuestas de las pantallas, nada reemplaza todo lo que se obtiene del juego compartido, de disfrutar de la naturaleza, de correr y ser lo que uno quiera ser entre pares.

Qué hacer cuando nada los entretiene: ideas para padres

Según Girard, “jugar es una necesidad biológica, así como también lo es alimentarse y descansar” (Getty)

“No es necesario que los adultos siempre participen de los juegos, sino que, como en todo, se debe alcanzar un equilibrio entre el juego con otros y el juego solitario”. Sobre este tema, el aporte de Girard es clave, pues ante los infinitos “me aburro”, los padres muchas veces sienten que es su responsabilidad entretener al niño.

Y si bien es sabido que los especialistas recomiendan “que haya un tiempo de juego entre las personas de mayor significado con los chicos, que el papá y la mamá se puedan sentar en el piso a jugar a lo que los chicos les genere interés de acuerdo a la edad que tengan”, según señaló Nakab, también es cierto que “los chicos actuales están acostumbrados a hacer muchas actividades de diferentes tipos y cuando hay un momento vacío sienten que pueden quejarse de aburrimiento”. “Aunque hoy sabemos que ese aburrimiento genera la creatividad y permite a los chicos inventar y generar acciones para divertirse y pasarla mejor -precisó la pediatra-. Por eso es importante que haya momentos de ocio, de tiempo libre donde no esté asignado a ninguna actividad”.

En este punto, las pediatras brindaron una serie de estrategias para que los adultos tengan a mano a la hora de combatir la falta de motivación:

1- Fomentar el juego libre. Para Pedrouzo, “los cuidadores deben disponer de tiempo de calidad, cada uno conoce los intereses y preferencias de su hijo y de acuerdo a ello, es primordial que sigan esos intereses y puedan acoplarse al juego libre sin condicionamientos. No hay fórmulas, cada niño tiene su singularidad a la hora de jugar”.

El juego promueve la posibilidad de coordinación motora y desarrolla la motricidad fina, entre otros beneficios (Getty)

“A través del juego libre, de la música, el dibujo y sin pantallas -ni para los niños ni para los adultos- se favorece también la adquisición social temprana, que son habilidades de comunicación social -agregó Nakab-. En general, lo que se hace a través del juego es prepararse para la vida adulta, explorar, generar estrategias. Para el niño el juego es un acto sumamente importante y por eso es interesante que se le respete el espacio de juego que se le permita el juego libre y que no sea permanentemente con consignas y reglados”.

2- Cuanto más hace un juguete, menos hace un niño. En opinión de Nakab, “hay que elegir juguetes que, por un lado, sean atractivos para los chicos, que les permitan investigar, mirarlos, armar, desarmar, etc”. “Los juegos que más hacen participar a los chicos son los que más valor tienen desde el punto de vista tanto cognitivo, intelectual y sobre todo emocional. Por eso es muy importante adaptar el juguete o los juegos a la edad del chico”, enfatizó.

3- No al exceso de juguetes. Un mal muy de este tiempo es que los chicos tienen tanto que no saben con qué jugar. Esto se debe, según Nakab, a que “el exceso abruma a los chicos; los chicos no necesitan una caja llena de juguetes, necesitan pocos juguetes como para poder imaginarse”. “Y si tienen la suerte de tener más juguetes, lo que hay que hacer es ir rotándolos para que no estén todos todo el tiempo a su alcance porque si no los chicos se sienten abrumados y el juego se reduce a sacar el juguete sin intervenir en el juego con ellos”.

4- No está mal aburrirse. “El tiempo libre sin planes prefijados les estimula la posibilidad de desarrollar algo muy importante para su vida, que es la capacidad de entretenerse solos”, enfatizó Nakab.

Si bien es recomendable que los padres compartan tiempo de juego con los hijos, éstos deben lograr un equilibrio entre el juego con otros y el juego solitario (Getty)

5- Hay una forma de jugar para cada etapa. En este punto, Nakab aconsejó que “se recomienda presentar a los niños juegos de acuerdo a la etapa en que están y en este sentido, pueden clasificarse los juegos en juegos funcionales, de acción, de sensaciones y juegos de movimiento”.

“En las primeras etapas, podemos recomendar juegos de ficción, que tiene que ver con el juego simbólico o de representación: es lo que se ve, por ejemplo, cuando un niño juega a la mamá, a servir el té, a hacer compras, etc. Tiene que ver con lo que ven y con la imitación de lo que hace el adulto -ejemplificó-. Cuando los chicos pasan a una etapa de pensamiento más formal, en la que tienen mayor concentración y mayor capacidad de espera, a partir de los cinco o seis años, se les puede ofrecer juegos que tengan más reglas y que sean un poquito más estructurados, pueden empezar a hacer deportes más de equipo, e incluso después de los siete u ocho años pueden empezar con los deportes más de competición”.

En línea con lo anterior, con respecto a la elección de juguetes, “es muy importante que el juguete sea seguro, o sea, acorde a la edad”. Y asimismo, revisar que no tenga pilas que el niño pueda sacar, piezas pequeñas que lleve a la boca, etc.

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