Analía Maiorana es una mujer multifacética que ha sabido reinventarse y encontrar su pasión en el coaching ontológico y el liderazgo. Además, hace muchos años, comenzó a viajar por toda la Argentina con objetivos solidarios y hoy es la CEO de su propia consultora, Coach.me, donde junto a un equipo de profesionales, ayuda a personas y organizaciones a descubrir su potencial y alcanzar sus objetivos.
Maiorana nació en la Ciudad de Buenos Aires, está casada con el dirigente político Diego Santilli y tiene dos hijas, Lola y Malena Terra. Desde los 17 años se destacó en el mundo de la moda como modelo nacional e internacional lo que la llevó a trabajar para los principales diseñadores de entonces. A los 19 años se radicó en París y desfiló para Thierry Mugler, Lanvin, Armani, La Perla y Oscar de la Renta, entre otros.
Como empresaria, se destacó en el mundo textil por más de 14 años con su propia marca de trajes de baño y ropa interior. En 2020, creó su primer Eau de Parfum, Ana, junto a Fragancias Cannon de la Familia Sutton. La fragancia fue el resultado de un año y medio de investigación y desarrollo y hoy, a tres años de su lanzamiento, es un éxito en ventas y, debido a ello, está próxima a lanzar su segundo Eau de Parfum, Ana Pink.
Como mujer destacada en la labor social, es madrina de Fundación Padres y se dedica a desarrollar proyectos uniendo sus dos pasiones, la solidaridad y la familia. Hace seis años, creó Dirección de Familia. Ha recibido numerosos reconocimientos por su labor solidaria, como Flor de Mujer, Premio CILSA, Fundación Padres y Make A Wish Argentina. Además, es licenciada en Coach Ontológico y Liderazgo por la Universidad Torcuato Di Tella.
En un diálogo con Infobae, contó cómo fue el proceso para llegar a su actual profesión como coach, qué cualidades se deben tener para ejercer esta profesión, qué tipos de personas se acercan para solicitar su ayuda y cómo organiza su vida como empresaria, madre y esposa.
—¿Cómo fue el proceso para llegar a descubrir su vocación de coach?
Fue desde muy chica, siempre me involucre con los problemas sociales, ayudando con mi aporte, ya sea desde una ONG, asociación o fundación. Viajé por toda la Argentina siempre por temas solidarios.
—Se recibió en la Universidad Di Tella de coach ontológico y liderazgo, ¿a qué especialidad se dedica? ¿En qué consiste esta profesión?
—Me recibí en la Di Tella a fin del del año pasado. Sigo la escuela de Rafael Echeverría y soy CEO de mi consultora que se llama Coach.me. Junto a un equipo de profesionales tratamos diferentes problemáticas desde lo empresarial, personal y familiar. Como coach, mi objetivo es lograr en cada sesión que la persona coacheada descubra todo su potencial. Descubrir juntos cuales son sus deseos que en ocasiones la persona los tiene ocultos y no se anima a descubrirlo.
La vorágine del día a día, la incertidumbre, los miedos nos paralizan y no nos dejan sentir y la pregunta es ¿qué deseamos realmente de nuestras vidas? El coaching es un entrenamiento de comunicación y de liderazgo que fomenta el autoconocimiento y el contacto de la persona con su entorno. Nuestro punto de partida es siempre interpretar a las personas y por supuesto que crean en si mismos.
En lo personal, a pesar de que me recibí el año pasado, nunca paro de capacitarme. Termine hace poco una capacitación que se llama Canvas for you, en España, que hice vía zoom. Para mi es clave la capacitación constante.
—¿Qué cualidades hay que tener para convertirse en un buen coach y que vio en ud misma?
—La percepción, la disciplina, la intuición, motivar. Me considero una persona fuerte, sólida pero con mucha sensibilidad. El saber escuchar, comprender y gestionar creo que son cualidades fundamentales para llevar a cabo la profesión. El coach te acompaña en el proceso de descubrirte y alcanzar los objetivos deseados con diferentes técnicas con ejercicios lingüísticos, corporales y emocionales. Motivar para salir del lugar cómodo con ejercicios disruptivos para que puedan reinventarse.
Para ser un buen coach debemos estar en eje y para que los resultados se den con éxito debemos dar el ciento por ciento de los objetivos que nos proponemos.
—¿Considera que es una profesión liderada por mujeres?
—Para nada, no creo que sea liderada solo por mujeres. Uno de los líderes mundiales del coach es el doctor Mario Alonso Puig, con quien estuve en marzo de este año en la Conferencia sobre Salud, Bienestar y Felicidad y en el taller de Liderar y liderarse desde el ser. Fue un encuentro previsto que agradezco, nuestra charla se extendió desde muy temprano en el almuerzo hasta la tarde y fue sumamente enriquecedora.
—¿Qué tipos de clientes requieren hoy de su profesión de coach?
—Las personas que se acercan suelen tener diversas problemáticas con edades distintas desde el adolescente hasta el adulto. La mayoría no tiene que ver sólo con una profesión, son emprendedores, CEO de empresas, fundamentalmente son personas que quieren escucharse para concretar sus sueños.
—¿Dejó de lado su labor como empresaria o ejerce ambos mundos que, en definitiva, no son antagónicos?
—Mi trabajo como empresaria nunca lo abandoné, lidero equipos propios y ajenos. Mi principal labor es liderar y hacer que cada integrante del equipo logre despertar el poder de la transformación para alcanzar los resultados deseadas. También estoy lanzando mi segundo perfume junto a Fragancias Cannon, la empresa líder en fragancias, que se llamará Ana Pink by Analia Maiorana.
—¿Cómo organiza su trabajo, su vida como empresaria, como mamá, como esposa?
—Intento ser una mamá todo terreno, mis hijas son mi gran motor. Como esposa escucho, acompaño y ayudo siempre en el día a día. Soy una guerrera, me arriesgo a los desafíos como la mayoría de las mujeres argentinas, pero no en modo automático sino que me doy mis tiempos.
Trato de vivir el día a día, hoy es muy común el agotamiento, estamos con mil cosas a la vez y por eso se replica cada vez más el síndrome de Burnout, la cronificación del estrés laboral que da lugar a una sensación de agotamiento generalizado.
—¿Cuál es su objetivo como profesional?
—Acompañar el proceso de quien necesite de mi profesión. Mi meta como coach, y mi conocimiento, es inspirar a otros para lograr sus objetivos a través de preguntas y conducirlos por el camino de la transformación. A que se atrevan a decir” lo no dicho” con ejercicios desde lo emocional, corporal y del lenguaje. Es a través de la reflexión que sin duda alcanzaremos a la acción.
—¿Sería positivo que las escuelas contaran con la figura de un coach o que los profesores tuvieran nociones de coaching?
—Es una pregunta interesante, creo que toda la comunidad educativa necesita el apoyo para mejorar, sentirse acompañados y así poder construir un lazo entre el alumno, la escuela y la familia. Creo que hay muchas falencias que no se hablan y serían transformadoras con el acompañamiento de un profesional.
—¿Cuáles son los desafíos que las nuevas tecnologías imponen al profesional? Me refiero a las redes sociales, la inteligencia artificial. ¿Tiene algún consejo?
—El desafío es constante. Claramente mi generación no nació con la tecnología aunque hoy la podamos manejar. Nos criamos con libros, usábamos todos los sentidos, pero más que nada, la imaginación. Mi consejo es decir “no” a los excesos, hay que ser cautelosos; no reemplazar la tecnología por lo tangible, porque eso lleva al aislamiento y saber distinguir entre lo verdadero y lo falso para no frustrarse.
—¿Cómo ve nuestro país desde el punto de vista profesional?
—Con un gran retroceso y lo vivo con angustia. Observo que algunas generaciones han perdido la cultura del estudio, pero destaco que, a pesar de los vaivenes que vivimos como país, nos encontramos con diferentes profesionales que se destacan, no sólo acá sino en el mundo.
Por supuesto que una gran realidad es que estamos emocionalmente huérfanos, nos cuesta salir del ombligo, de los egos y decir “te quiero”, pedir también, decir “te necesito, necesito ayuda…”. No nos permitimos ser, sentir, y eso nos repercute, no sólo en el cuerpo, sino también en nuestros vínculos.
—¿Coachea a su marido, Diego Santilli?
—No, no lo coucheo, pero sí tenemos conversaciones donde aplico mi función como mentora, dónde motivo para que logre habilidades y así concrete sus sueños en el terreno político. Tenemos mucha independencia de pensamiento, no coincidimos en todo, pero nos apoyamos, como todo matrimonio.
—¿Sus conocimientos como coach cambiaron de alguna manera su visión de lo personal, lo familiar?
—Sí, me ayudó a conocerme más, a capitalizar mis silencios y a potenciar mi oído. Hoy suelto lo que no me permite avanzar. También rescato como fortaleza mi sentido del humor, que siempre está en mi. Eso hace que quizás esos caminos que en el día a día no son fáciles, como nos pasa a las mayoría de las personas, gracias al humor pueda ejercerlos de otra manera y también para la gente que quiero y la que voy conociendo. Lo mío es siempre tratar de colaborar, desde mi lugar, a quien lo necesite.
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