Palermo y Chacarita son dos de los barrios que mejor definen a la identidad porteña y que, actualmente, se erigen como faros de la vibrante escena culinaria de la ciudad. Para dimensionar este fenómeno cabe hacer, en primer lugar, un breve repaso histórico.
Hasta los albores del siglo XXI, el paisaje de Palermo se coloreó con residencias familiares y casas del automotor. Sin embargo, los últimos 20 años se caracterizaron por la llegada masiva de productoras y canales de televisión, una dinámica que redefinió la identidad del barrio. Esta influencia artística fue el preludio de un auge gastronómico que solidificó a esta región como una referencia en lo que concierne a restaurantes y a bares.
En tanto, Chacarita ha sido testigo de un proceso similar: aunque tradicionalmente su arquitectura estuvo marcada por la presencia de talleres mecánicos y edificaciones bajas, en el último tiempo, ha experimentado una transformación que, sin afectar su esencia, lo posicionó como uno de los epicentros gastronómicos emergentes en la capital del país.
Así las cosas, esta convergencia histórica -y también geográfica- de Chacarita y Palermo da lugar a un concepto acuñado por quienes frecuentan la zona: “Chacalermo”. Se trata de una forma de simbolizar la unión y la evolución culinaria que vibran al unísono en esta frontera barrial, delimitada entre las avenidas Córdoba, Dorrego y Corrientes.
Infobae recorrió las calles que unen a ambos barrios y conversó con los referentes de las cocinas y de las barras que definen a las atractivas y cada vez más convocantes propuestas.
“Esta zona tuvo un crecimiento muy marcado en el ultimo tiempo, y lo hemos vivido ya que inauguramos este espacio en 2019, cuando solo existían unos pocos lugares. Las ofertas gastronómicas, hoy en día, son increíblemente marcadas y super atractivas para argentinos y turistas por igual”, introdujo desde Chacarita Alejandro Yáñez, alma mater de Guchito Taller de Sándwiches, ubicado en la icónica avenida Jorge Newbery.
En la misma línea fue Agustina Ovidio, quien lleva adelante Malcriada Café -en la calle Ravignani- junto a Juan Pablo Ravagnan. “Hace al menos 5 años que la zona se está poblando cada día más con excelentes propuestas gastronómicas y, sobre todo, gran calidad de productos. Esto hace que el circuito se ponga interesante y la gente lo frecuente más al tener varias opciones al alcance de unas pocas cuadras”, dijo Ovidio.
Y sumó un deseo: “Que la zona siga creciendo y los gastronómicos se animen a venir a este lado porque tiene unas vibras hermosas”.
“Chacalermo se está moviendo muchísimo. La parte de Chacarita es un poco más tranquila y las personas buscan comida más elaborada. Palermo está mas asociado a la cerveza y a las papas, mientras que Chacarita tiene más cocinas de autor. Más allá de eso, lo cierto es que los dos barrios, con su propia identidad, se potencian”, aportó Sofía Bianco, impulsora de Obrador Restaurante, que se encuentra en Charlone, una de las calles residenciales de Chacarita.
Al recorrer la zona, se puede percibir que una de las marcas distintivas de Chacalermo es, sin dudas, la apuesta por los lugares temáticos o de especialidad.
Es decir, aquellos que enfocan su propuesta en un plato o cóctel específico. En este radar aparece La Fuerza Bar, que se especializa en vermut. Martín Auzmendi, uno de los creadores, reflexionó sobre el concepto de Chacalermo: “Se habla de Chacalermo porque se asocia a Chacarita con los barrios linderos que tienen una escena vibrante previa. Si bien sentimentalmente, desde que elegimos esta esquina -Dorrego y Charlone- nos sentimos en Chacarita, estamos en el límite de los barrios”.
Sobre la avenida Niceto Vega, las reminiscencias del fenómeno Chacalermo no pasan desapercibidas. Santos Bar, que une a los cócteles tirados con las tapas españolas, es uno de los testimonios vivientes. Así lo explicó Sebastián Cirrincione, que lleva adelante la propuesta: “La zona de Palermo y Chacarita tiene hoy en día una afluencia de publico que genera tendencia. Los epicentros gastronómicos ya no están solos, y entre los barrios se comenzaron a generar pequeños polos que ofrecen gastronómica y coctelería de alta calidad”.
En el rubro de los bares temáticos de la zona se encuentra Bondi Stop, que fundado por dos amigos venezolanos que llegaron al país y se asombraron con el ágil funcionamiento del transporte público.
“Coincidimos en que debía ser un bar temático, y ahí fue cuando se lanzó la idea de hacer algo asociado al colectivo que, a su vez, es un medio en el que coinciden personas de todas las clases sociales. El concepto de Bondi es compartir, por eso el principal plato es la tabla Bondi, que lleva tequeños, daditos de muzzarella, arepas, empanadas venezolanas, papas con cheddar y verdeo y tres salsas especiales”, le explicó a Infobae Samuel Salazar, uno de los fundadores de Bondi Stop, que se encuentra a la altura de Palermo en la avenida Niceto Vega.
Por su parte, Danilo Ferraz, el nombre detrás de Mil y Pico, un restaurante centrado en pizzas a la parrilla y empanadas, apuntó: “Chacarita y toda la zona cercana a Palermo está, hoy en día, repleta de propuestas muy interesantes, casi todas con chefs especialistas detrás de la cocina. En el caso de Mil y Pico, la propuesta se apoya en pizzas a la parrilla con productos de primera calidad, que son de productores amigos y de estación. Buscamos sabores no tan comunes en las pizzas tradicionales”.
Cerca del Cementerio de Chacarita, sobre Jorge Newbery y a pocas cuadras de Dorrego, el restó Donnet amplía la oferta de los menús de especialidad de Chacalermo. Manuela Donnet, autora de esta propuesta, detalló: “Nos especializamos en hongos y fermentos. La alimentación es vegana, sin harinas y sin procesados”. Con respecto al auge gastronómico de la zona, no dudó en coincidir con sus colegas: “Durante los 2000, Palermo fue por exelencia el lugar para ir a comer y, ahora, ese fenómeno se fusionó con Chacarita. Hace 7 años éramos dos restós y un café, y hoy somos un epicentro gastronómico”.
Desde la pizzería Ipolitina, en avenida Dorrego, Juan Ignacio Schiariti le comentó a Infobae que la oferta culinaria de la zona “no para de crecer, y hay lugares con propuestas diversas que llegan todos los meses”. “Chacarita es y será nuestro barrio siempre, aunque con nuestros colegas gastronómicos de los barrios linderos nos gusta juntarnos y ayudarnos en lo que sea, porque la unión hace a la fuerza y juntos nos potenciamos”, añadió Schiariti.
Ipolitina nació en plena pandemia por el COVID con una idea familiar que se convirtió en proyecto. “Se nos ocurrió que para las pizzas debíamos utilizar ingredientes de la terraza de nuestra nonna Tina, estos son albahaca, cipolla rossa di tropea, peperoncino e higos, entre otros”, contó Schiariti.
¿Cómo se forma un epicentro gastronómico?
Más allá de la perspectiva que emana desde las cocinas y las barras sobre el fenómeno de Chacalermo, este epicentro gastronómico también está bajo la óptica de la sociología.
En diálogo con Infobae, la socióloga Aldana Boragnio, becaria postdoctoral del CONICET, docente en la Universidad de Buenos Aires, magíster en investigación de ciencias sociales y especializada, entre otros temas, en sociología de la alimentación y las emociones, repasó cómo se fue formando la escena culinaria de la zona.
“Palermo emergió como un polo gastronómico de diseño a principios del 2000. En ese contexto, la sociedad enfrentaba una crisis donde, por un lado, el hambre era palpable y, por otro, surgía una tendencia hacia la gourmetización de la comida. Esta dualidad propició que Palermo se destacara al asociar a la comida con una experiencia renovada y emocional en torno a la alimentación”, dijo Boragnio.
Y sumó: “Se promovió una forma especializada y sensible de comer, enfocada en compartir y en la experiencia de salir a cenar. Si bien este fenómeno tuvo sus raíces antes, fue en Palermo donde realmente se consolidó”.
“Sin embargo, dos décadas después -amplió Boragnio- el concepto de Palermo como epicentro gastronómico parece anticuado, porque las nuevas generaciones y la evolución de la gastronomía buscan algo distinto, lo que lleva a la exploración de otros espacios. Entonces, los barrios vecinos como Chacarita emergen como una alternativa donde es posible innovar con propuestas frescas y jóvenes. Aunque Chacarita puede parecer una extensión de Palermo, ofrece nuevas sensaciones y características que siguen centradas, al igual que antes, en la experiencia emocional de salir a comer”.
Bajo estos preceptos, para la socióloga, se fusionan las identidades de Palermo y Chacarita. De todos modos, según amplió, “la incidencia de Palermo, no solo como territorio sino también como concepto, hace que se reconvierta la idiosincrasia de los barrios linderos como Chacarita a través de la gastronomía, entre otros aspectos. Es que hay una esencia en el hecho de salir a comer que, en los últimos 20 años, se gestó desde Palermo como una experiencia que va más allá de la comida en sí”.
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