Es verdad que de un tiempo a esta parte, padres e instituciones educativas están atentos a las situaciones de bullying que puedan darse entre los menores. Sin embargo, pese a la visibilidad mediática que toman algunos casos, aún muchos hay docentes y autoridades que desconocen los llamados de atención, o directamente ignoran los pedidos de ayuda de los propios damnificados.
Es lo que ocurrió en Mar del Plata, donde los directivos del Instituto Galileo Galilei deberán pagar una indemnización de más de 6 millones de pesos en favor de una ex alumna que comenzó a sufrir epilepsia por el constante bullying de algunos de sus compañeros de cuarto año de la secundaria. Así lo determinó la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la ciudad balnearia.
Según medios locales, la estudiante padeció “episodios de hostigamiento, abusos, abucheos, silbidos, gritos y críticas por parte de los compañeros” que también incluyó “ultrajes físicos” contra la chica “como empujones y trabas para que se tropezara”. Otras de las “bromas” fue escribirle el sweater con un marcador, colocarle chicle en el pelo y derramar gaseosa en su cabeza.
Como resultado de las repudiables prácticas de los compañeros hacia la chica, que incluían llamarla de manera despectiva como “tragalibros” o apartarla de los grupos de Whatsapp, ella comenzó a padecer convulsiones y, según los profesionales que la trataron, la diagnosticaron con epilepsia por los eventos “perturbadores” a los que fue sometida por sus ex compañeros.
¿Qué es el bullying y cómo puede afectar la salud?
Según UNICEF, cuando se habla de bullying o acoso escolar se hace referencia a una persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada. Esta misma acción también puede tener lugar en Internet, por lo cual es denominado como ciberacoso o ciberbullying.
“El bullying es una forma de violencia que puede darse entre niñas, niños y adolescentes, y que consiste en la búsqueda intencional, deliberada y reiterada de hacer sentir al otro humillado. Para que ese otro se sienta humillado tiene que haber espectadores que apoyen a quien lo hace y no protejan o no salven a quien es puesto en ese lugar”, afirmó en diálogo con Infobae la licenciada en Psicopedagogía María Zysman, fundadora de Libres de Bullying.
Alejandro Castro Santander es escritor, investigador y psicopedagogo institucional, y consultado por este medio en una nota reciente, definió al bullying como “el acoso físico, verbal o social que uno o varios estudiantes realizan a uno o varios compañeros. Cambiando el ámbito (escolar) y los involucrados (estudiantes), cuando hablamos de violencia, nos referimos a dominio-sumisión, abuso de poder, daño reiterado en el caso del acoso -agregó el experto-. Las grandes diferencias ocurren en relación a las edades, pero el fenómeno es similar. Podríamos utilizar para esta comparación el fenómeno de violencia que llamamos mobbing o acoso laboral, que en los ámbitos de la salud y la educación son cada vez más frecuentes entre los adultos”.
Para el doctor en Psicología y docente Flavio Calvo (MN 66.869), “es evidente que existe una urgente necesidad de abordar la educación emocional y la gestión de las emociones en nuestros colegios. La violencia y las emociones fuera de control son señales alarmantes de que algo no está funcionando adecuadamente en cómo los niños y adolescentes hoy están aprendiendo sobre el tema, siendo modelados muchas veces por lo que ven y aprenden de internet. Es fundamental brindar a nuestros estudiantes las herramientas necesarias para que aprendan a manejar sus emociones, a resolver conflictos de manera pacífica y a cultivar la empatía hacia los demás”.
Sobre el caso Mar del Plata, Castro Santander opinó que “hay situaciones muy crueles, muy persistentes no solamente de uno contra otro sino a veces grupales, que se dan absolutamente en todos los ámbitos y no sólo en la escuela, y que puede darse fuera de ésta a través de de las redes sociales”.
Y tras asegurar que “todo ese acoso y hostigamiento pueden generar cuadros de estrés muy grandes”, el experto remarcó: “En este caso se habla de epilepsia. Se desconoce si había una predisposición y el pico de estrés terminó por desencadenar la patología, lo cual no disminuye la gravedad. Frente a un clima muy hostil se puede desencadenar un estrés muy importante y esto llevar también en algunos casos lamentablemente al suicidio”.
Con él coincidió Zysman, quien reconoció que “el bullying puede generar cuadros de estrés gravísimos e incluso agravar cuestiones de salud preexistentes. Yo no podría asegurar que puede generar convulsiones, pero si hay un cuadro preexistente lo incentiva”, sostuvo; al tiempo que destacó que “en chicas adolescentes, por ejemplo, suele ocurrir que a su ciclo menstrual se agreguen hemorragias extra causadas por el cuadro de estrés que ocasiona el bullying”.
“Recordemos también que es muy frecuente en situaciones de hostigamiento o acoso hablar, además de estas secuelas físicas a las que hace referencia este caso, del estrés postraumático que pueden generar, que en algunas personas puede durar toda la vida”, agregó Castro Santander, quien resaltó: “Existen determinados factores que pueden actuar como protectores, pero no siempre esos factores ayudan para minimizar el efecto del daño que que puede provocar en algunas personas el bullying”.
Cómo reconocer a una víctima de acoso escolar
Ya sea en redes sociales como en la vida real, tanto la víctima como el impulsor del acoso escolar tienen ciertas particularidades, aseguran desde UNICEF. Es que mientras uno se basa en la timidez, el otro se muestra de forma inversa.
En ese sentido, desde el organismo enumeraron ocho comportamientos de quien padece bullying.
1. Frecuentemente muestra baja autoestima, inseguridad o timidez, puede dejar de juntarse con sus amigos y buscar continuamente la compañía de adultos.
2. Suele estar aislado por sus compañeros y tener poco apoyo en redes sociales.
3. Puede mostrar reacciones pasivas, provocadoras (imitando a sus acosadores) o reproducir el acoso hacia otras víctimas.
4. Hay señales que pueden ser dejar de asistir a clase, bajar el rendimiento o mostrar desinterés por el colegio.
5. Deja de participar en su grupo de compañeros.
6. Sufre cambios bruscos de humor, en su alimentación o en su uso de las redes sociales.
7. Puede manifestar miedo a la soledad, ataques de pánico, insomnio o pesadillas.
8. Puede presentar lesiones físicas, perder cosas o llevarlas rotas.
En este punto, según Zysman, sobre cuáles son las señales para reconocer si un niño está sufriendo bullying, destacó que “hay signos que pueden responder a estar siendo victimizado en la escuela. Lo cierto es que cualquier chico o chica que cambia sus hábitos, su conducta al comer, dormir, mirar a los demás, estar atento o pendiente de sus dispositivos algo está expresando. Puede ser que tenga que ver con el bullying o no. En muchas situaciones los chicos que están siendo victimizados se quejan de la escuela, están irritables, muy reactivos o duermen de más; todo eso nos tiene que alertar para acercarnos a hablar”.
“Un niño, niña o adolescente que está siendo victimizado por sus pares, que está sufriendo bullying o lo está protagonizando cambia su comportamiento básicamente; es un chico que se apaga, que se le va al brillo de los ojos, que llora sin motivo, que deja de estudiar si es que era muy estudioso o se pone a estudiar mucho más para abstraerse de todo lo que sucede afuera, aparecen alteraciones del sueño, alteraciones en la alimentación, chicos que dejan de comer, que se ponen a hacer dietas sumamente estrictas, dañinas, porque muchas veces, como consecuencia del bullying buscan modificar su imagen corporal”, agregó la especialista.
Cómo prevenir el acoso escolar
Según señalaron desde UNICEF, el acoso escolar se puede prevenir con acciones que, básicamente, están en la mano de los adultos. “Con tanta información que circula, a veces no del todo certera, hay docentes que esperan que el chico esté destruido para darse cuenta de que hay bullying, y hay que intervenir ante las primeras señales”, afirmó Zysman.
“Darle importancia a los padeceres de los chicos sin necesidad de que lleguen al extremo. Hay pequeños gestos discriminatorios de burlas, apodos, miradas despectivas, exclusiones, aunque sean chiquitas tienen que abrirnos los ojos”, reflexionó la experta y agregó: “Los padres tienen que escuchar, sea al niño o a quien le haya referido, que puede ser la mamá de otro compañero, un compañero del chico, o el hermano mayor, por ejemplo; e ir con mucho cuidado con el niño para no presionarlo. Por ahí no quiera contar todo lo que sucede por miedo a lastimarnos, porque muchas veces tienen ese miedo. Permanentemente me dicen que ellos no cuentan porque cuando cuentan los grandes la complican más”.
La sugerencia, recomiendan los expertos, es siempre escuchar al niño, porque incluso, puede tener una edad en donde uno cree que se tiene que arreglar solo, pero no cuenta con los recursos para hacerlo. Y entonces es el adulto quien se los debe proporcionar ‘prestar’”. ¿Cómo? “Escuchando, dándole confianza, no desbordándonos, manteniendo toda la calma del mundo y con todo lo que él nos pueda contar, acordar con él si es que aprueba que nosotros vayamos a la escuela, diciéndole que vamos a exigir confidencialidad. Los padres tenemos que pedir confidencialidad, tanto con nuestro hijo si es hostigado como respecto al accionar del colegio con el hostigador”, concluyó Zysman.
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