Andar por las rutas argentinas es un viaje de ida. No en vano, Luis Alberto Spinetta escribió una gran canción que las identifica e hizo de estas parte del ideario nacional. Son sus paisajes los que no dejan de sorprender y en cada parada, a lo largo y ancho del país, hay historias, lugares desconocidos, climas para todos los gustos y gastronomía por descubrir.
San Juan es una de las provincias que componen la región de Cuyo, en la zona centro/oeste del país. La capital tiene su plaza central “25 de Mayo”, que funciona como punto de encuentro a toda hora. A su alrededor la iglesia, el campanil de la catedral que permite tener una vista 360 de toda la ciudad y a tan solo 5 minutos funciona el museo Sarmiento, lugar que fuera su casa natal.
Dentro del radio de la capital, están los diques de Ullum y Punta Negra donde muchos sanjuaninos y visitantes eligen sentarse en sus desfiladeros para compartir un mate con pan semita junto al silencio y la inmensidad de esas construcciones.
Salir a la ruta
Barreal es una de las localidades que se recomiendan visitar en un viaje a San Juan. Separada por unos 211 km de la capital provincial se puede llegar combinando la ruta 40 y 153, en poco más de dos horas y media.
Una de sus principales atracciones históricas se da en que esta ciudad fue la elegida por San Martín para comenzar con el cruce de los Andes, cordillera que se visualiza desde cualquier punto de Barreal, lo que la convierte en uno de los escenarios naturales más buscados del país.
Son muchos los turistas que durante los meses de verano eligen subirse a una experiencia transformadora como es la recreación de la hazaña de San Martín donde a través del cruce de Los Patos comenzó la liberación de América.
Siguiendo el camino de las atracciones naturales que tiene la provincia, saliendo tan solo unos 20 minutos de esta localidad, sobre la ruta 149, hay dos paradas obligadas para aquellos que disfrutan del aire puro, el silencio y la posibilidad de retratar grandes paisajes.
El Valle de Calingasta alberga en este camino, el Cerro de los 7 colores, que como su nombre lo indica se trata de antiguas minas que por sus tipos de minerales y el paso del tiempo dan una combinación de colores digna de ser retratada. Los habitantes de esta zona, también utilizan los caminos de este cerro para practicar trekking y ciclismo.
Por su parte el Cerro Alcázar es un lugar muy emblemático de la zona. Fue bautizado por los españoles en la época colonial debido a su parecido con el castillo de Alcázar. Todos los años, en este monumento natural se organiza el Concierto de las Américas, donde músicos de toda la región son invitados a exponer y compartir su arte.
Patrimonio de la Humanidad
El Parque Ischigualasto es conocido por todos como el Valle de la Luna. Es una de las paradas obligadas para aquellos que visitan San Juan por primera vez, ya que este lugar es una prueba paleontológica de la teoría de la evolución de la Tierra, hecho que le mereció el reconocimiento de la UNESCO.
Para llegar al Valle, hay que recorrer la ruta nacional 150. Esta tiene la particularidad de ser una de las principales rutas escénicas de la Argentina, con distintas paradas para poder contemplar la inmensidad del paisaje.
La visita al Parque consta de un recorrido por cuatro estaciones. Todo comienza en Valle Pintado, nombre que recibe por ser considerado una creación geográfica hecha por un pincel de la naturaleza. Gracias a lo que se puede observar en esa parada el parque recibe el seudónimo de Valle de la Luna cuando un periodista de la zona, en 1958, compara el paisaje de esta estación con la imagen que se aprecia cuando hay luna llena.
La segunda estación y la que más le llama la atención a los visitantes es la Cancha de Bochas. Son concreciones sedimentarias que a la vista son piedras redondas que tienen una increíble forma exacta a una bocha o pelota. Por su impacto visual es la postal más fotografiada del Valle.
El Submarino es la tercera parada y la más alta, al estar ubicada a 1350 metros sobre el nivel del mar, lo que permite desde ahí observar toda la inmensidad del Parque. Se trata de una geoforma que desde lejos deja ver en la roca la forma que lleva su nombre.
Por último, se encuentra el Hongo, el icono del parque a nivel mundial. Una sedimentación que representa al Valle de la Luna y que depende de donde se vea puede estar inclinada o derecha y que resiste al paso del tiempo.
El vino de cordillera
San Juan es reconocida por tener una gran historia y cultura vitivinícola. Pero desde hace ya varios años viene explorando nuevos territorios para elaborar nuevas variedades de cordillera. Dentro de esta nueva ruta del vino se destacan los Valles de Calingasta, Tulum y Pedernal.
Como parte del recorrido por la provincia de San Juan, son muchas las bodegas de estos valles las que se pueden visitar no solo para degustar las especialidades de la zona como el Malbec, Cabernet, Torrontés, Moscatel blanco y Garnacha, entre otros, sino también compartir la gastronomía que marida con las uvas autóctonas.
La diversidad de suelos en conjunto con la precordillera y la cordillera de los Andes, hace que el fuerte de estas cosechas se centre en las altas amplitudes térmicas. Las diferencias de 18 a 20 grados en menos de 24 horas le permite a los productores tener una maduración prolongada de la uva y una mayor concentración que da como resultado vinos muy particulares.
Gracias al privilegio de su ubicación de cordillera, estas bodegas aprovechan las condiciones de sanidad del aire para elaborar vinos con prácticas agroecológicas.
El clima seco y la gran exposición solar, hacen que estos viñedos puedan ser libres de la utilización de fungicidas o pesticidas que en definitiva cuidan no solo al consumidor sino también a la biodiversidad local.
Es así que San Juan es un destino de rutas y paisajes escénicos, historias por descubrir, con opciones gastronómicas para todos los gustos que, gracias a su clima seco de precordillera, se puede disfrutar en cualquier época del año.