“Yo conocía a sus amigos y hacíamos planes con ellos. Estábamos juntos hacía diez meses. Un día le dije de hacer algo con mis amigas y me dijo que no me confunda, que él no estaba para tener algo serio conmigo. Y desapareció”.
“Dormíamos juntos cinco de siete noches de la semana, hablábamos todo el tiempo. De un día para otro se puso raro, y cuando le pregunté qué le pasaba, me dijo que yo había ‘flasheado amor’”.
Los testimonios son reales. Por cuestiones de obvia preservación de la intimidad de las personas son así presentados. Pero no es ficción. Historias como esas son bastante frecuentes. Y de la mano con la proliferación de las aplicaciones de citas por internet y las relaciones que inician a través de la virtualidad, el fenómeno se multiplicó en el último tiempo.
Conocido como ghosting, por la palabra del inglés ghost (fantasma), se trata ni más ni menos que de terminar una relación afectiva cortando todo contacto con la otra persona sin dar ninguna explicación. Lo que se dice, desaparecer.
Bien podría considerarse la versión actual del viejo y tristemente célebre “se fue a comprar cigarrillos y no volvió” de nuestras madres y abuelas.
Porque lo cierto es que “el ghosteo, en términos de desaparición de la vida afectiva o vincular del otro existe desde que existen las relaciones sexo afectivas”, según comenzó a analizar para Infobae la licenciada en Psicología y sexóloga clínica Luján Rossetto (MN 45356).
Para la especialista, la metodología de dar aviso -de no dar en verdad- a un otro que la relación se terminó “quedó ahora mucho más facilitada por el uso en la vincularidad de las redes sociales, que, al igual que las aplicaciones de citas, ya de por sí invitan a no dar la cara, en el sentido de que los encuentros se producen por otra vía”.
“Por todo esto, la argumentación, las explicaciones y todo lo que conlleva conocer a alguien, en un primer momento ya no forma parte fundamental a la hora de establecer un vínculo. El ghosteo en realidad casi que está implícito en la forma en la que se accede a los vínculos actualmente”, opinó la especialista.
¿Qué motiva a “desaparecer” de una relación afectiva?
Para el licenciado en Psicología y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41436), “esta manera de actuar puede deberse a dificultades en el transcurso de la vida de aprendizajes sociales y afectivos; son personas a las que les cuesta ponerse en el lugar del otro, registrar lo que sienten y muchas veces producto de esto actúan sin medir consecuencias”.
Y agregó: “Así, cuando se les presentan situaciones que no saben manejar, como tener que decirles a otra persona por ejemplo que no quieren seguir viéndola, huyen, desaparecen por no saber cómo lidiar con tanta carga emocional, sin registrar por la falta de empatía, el daño que generan del otro lado de la trama”.
A su turno, consultado por este medio, el médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin (MN 74794) opinó que “existen diferencias entre aquellas historias de abandono sorpresivo que ocurrían en el pasado y las actuales”.
“Antes era frecuente que la presencia de un tercero motivara el ‘escape’, con día y hora, un plan programado de antemano para dejar todo sin rastro alguno de localización -señaló-. En estos tiempos, la necesidad de una vida diferente es motivo suficiente para provocar la huída en forma irreversible. No hay medias tintas: la ausencia convoca una presencia urgente. Es necesario dejar un lugar vacío, que algún momento estuvo cargado de ilusiones y proyectos, para reencontrarse con uno mismo. Esa conducta fantasma debe ocurrir para que algo reviva”, apuntó el .
Según él, “las personas que optan por ser fantasmas de un día para otro, necesitan imperiosamente recuperar el cuerpo y el sentir, anudado previamente a un vínculo de pareja que no pudo satisfacer los deseos depositados en ella. La huida entonces se constituye en una salvaguarda narcisista, una vuelta hacia sí mismos para volver a empezar. Y si alguien apareciera nuevamente en su camino lo pensarán varias veces y pondrán condiciones para volver a estar en pareja”.
Coincidió Rossetto en que “hay una diferencia entre lo que era la desvinculación afectiva hace algunos años atrás y lo que implica ahora”. “Actualmente el ghosteo es una forma permanente de dejar algo inconcluso; más que la desaparición, me parece que es como todo el tiempo dejar algo abierto -analizó-. No es tanto la desaparición en términos de culminar la relación lo que sucede, sino que es una forma un poco fantasiosa, infantil y omnipotente de no cerrar ninguna posibilidad”.
Y debido a que “hoy ilusoriamente está la posibilidad de comenzar simultáneamente muchas relaciones, teniendo en cuenta que se considera ‘relaciones’ a los vínculos virtuales que suceden en las apps de citas, whatsapp, Instagram o Twitter”, para la psicóloga “el ghostear tiene más que ver con dejar inconclusa la expectativa o lo que se inició para, como se decía en el barrio, no perderse de nada”.
—Suele comentarse más como una conducta masculina. ¿Es tan así o hay mujeres que también desaparecen?
—Strugo: Es una conducta humana relacionada con poca o nada de responsabilidad afectiva, y si bien a los hombres nos cuesta mucho más expresar nuestros sentimientos y emociones y por lo tanto puede ser que ante estas situaciones difíciles nos escapemos, también hay mujeres que desaparecen bloqueando toda posibilidad de contacto y sin explicaciones.
—Ghedin: La conducta de ghosting aparece más en hombres que en mujeres, y si bien existen distintos motivos, el factor subyacente en los hombres es la defensa inconsciente de la virilidad, es decir probar sus habilidades de conquista como refuerzo de su masculinidad.
La conquista se convierte en despliegue de seducción, promesas, expresión de afecto, hasta que llega la hora del compromiso. Y no sólo las personalidades centradas en sí mismas (narcisistas) lo hacen; también hay personas que temen al vínculo y otros que luego de la etapa de supuesto enamoramiento empiezan a molestarse cuando el otro no se ajusta a su “modelo” de pareja.
Otro perfil de persona que huye es aquella que haciendo uso de la seducción, la buena onda, la facilidad para lo social, el humor, provoca en el otro la ilusión de que todo va de mil maravillas, hasta comparte sus amigos y familia, y luego de una etapa de enganche, se aburren y desaparecen dejando en la pareja, además de angustia, un montón de preguntas cuyo eje es el autorreproche y el ¿qué hice para alejarlo?
- Rossetto: Actualmente también hay mujeres que ghostean, no creo que sea una práctica exclusiva del género masculino. Sin embargo, social y culturalmente está más habilitado que un hombre desaparezca sin dar explicaciones.
Creo que es una práctica mucho más habilitada y consensuada para los hombres y que, al mismo tiempo, hay menos ghosteo por parte de las mujeres porque somos y fuimos mucho más entrenadas para dar explicaciones de todo tipo y a todo público. Entonces, el ghosteo justamente es la ausencia de explicación y en ese sentido las mujeres estamos mucho más entrenadas a explicar y los varones a tirar la pelota fuera del área.
No obstante, esta desvinculación repentina la veo cada vez más en práctica también en mujeres, y creo que tiene que ver con que, en el último tiempo, ellas también tienen un poco más en claro que las explicaciones no les corresponden solamente a las mujeres.
¿Miedo al compromiso o irresponsabilidad afectiva?
En este punto, Strugo sostuvo que “puede ser que se ghostee cuando se percibe que la relación va para algun lado que no se quiere y se va poniendo más seria”, aunque reconoció que “en la actualidad todos los modelos vinculares están siendo revisados y el ‘para siempre’ dio paso al ‘vamos viendo’, lo cual no significa que no se tenga responsabilidad afectiva, que por cierto es un término que surgió precisamente para entender que cuando se esté con un otro, no importa si se es amantes, si es una relación casual o se está armando una pareja formal; lo que amerita es manejarse teniendo en cuenta cómo impactan las consecuencias de las acciones propias en el otro”.
En ese sentido, remarcó: “Tenemos que ser claros sobre nuestras expectativas y lo que nos va pasando, para que la otra persona sepa dónde está parada; si de pronto las cosas van por un camino que no es el que queremos hay que hablarlo para no lastimar a alguien que si desaparecemos puede ser dañado profundamente escarbando en sí mismo en busca del motivo por el cual el otro tomó la tremenda decisión de desaparecer del mapa sin dejar rastros ni posibilidad de contacto”.
Y tras señalar que “el ghosting puede suceder cuando dos personas se están conociendo o en una relación avanzada”, el psicólogo ahondó: “No es consecuencia de que el vínculo se vaya poniendo serio, responde más bien a una incapacidad emocional de hacerse responsable de comunicar que no estamos alineados en lo que queremos o que elegimos otra cosa. Por más que la filosofía actual sea ‘que todo fluya’ esto no significa que no tenemos que establecer un encuadre y si a la otra parte no le gustan nuestras condiciones, haciéndose responsable pueda cerrar el vínculo con explicaciones y no desapareciendo”.
Las secuelas del ghosteo y cómo volver a confiar
Según Strugo, quien es abandonado sin explicación “suele padecer síntomas relacionados con el estrés postraumático, ya que al haberlo pasado tan mal por un vínculo que se termina rotundamente y sin explicaciones es frecuente que las personas se queden aturdidas, desorientadas y les cueste muchísimo volver a confiar, porque en realidad, sobre todo cerca del suceso del ghosting, suelen pensar en qué hicieron mal, preguntarse en qué fallaron y cuestionar todas sus formas”.
“Con el tiempo incluso a veces es necesario que recurran a terapia para darse cuenta que no tiene nada de malo ser claro con lo que se quiere y se espera y que por el contrario es la otra parte la que actuó mal al no dar explicaciones y hacerse responsable de cerrar un vínculo dando la cara”, precisó.
Para Ghedin, “decidirse por dejar todo sin mediar ninguna explicación requiere en ambas partes (la que se va y la que se queda) pensar lo sucedido”. “Seguramente la más perjudicada es la que sufre el abandono, quien se planteará interrogantes, se hará reproches, sentirá angustia o bronca por lo que no pudo decir ni hacer, etc”, argumentó, al tiempo que recomendó que “en esta etapa, la ayuda de familiares y amigos, y hasta el escuchar otras historias parecidas ayudan a entender una parte de lo sucedido, aunque la duda quedará ahí, punzando en el pensamiento y las emociones”.
En ese sentido, aseguró que “es frecuente que las personas que han pasado por esta experiencia no quieran volver a convivir o a dejarse llevar por ilusiones que después no se cumplen”, agregó el especialista. Y profundizó: “Se vuelven cautelosas, medidas, por momentos frías en sus convicciones, y defienden a capa y espada la libertad conseguida. Los hombres que ghostean suelen sentir alivio, aunque en el silencio de la intimidad se cuestionen la cobardía de no haber enfrentado la situación cara a cara; otros se conforman proyectando su incapacidad en la persona que abandonaron con argumentos del estilo ‘ella me empujó a tomar esta decisión’”.
Para protegerse de este tipo de conductas y de personas que tienen estas actitudes -en opinión de Strugo-, “lo más importante es saber cada uno lo que quiere y ser claro, aunque la consecuencia sea darse cuenta que el otro no desea lo mismo”. “Es importante no vivir todo el tiempo restringiendo formas de ser o actuar para que los demás nos elijan porque dejamos de ser auténticos”, señaló el especialista.
Destacó que “si las personas tienen buena autoestima y son sinceras consigo mismas, actuarán mostrándose tal cual son y si del otro lado no les gusta o no coinciden se verá cómo seguir, o no”. “Y por supuesto cuando una persona no nos contesta un mensaje o nos deja esperando más de lo normal, o ante pedidos o comunicaciones nuestras se muestra esquiva, tenemos que estar atentos a esas señales que pueden estar dándonos pistas de personas que pueden desaparecer de un momento para otro o generar un vínculo de sufrimiento al aparecer y desaparecer según les plazca”, aconsejó respecto a cómo reconocer este tipo de accionar a tiempo.
Por último, Rossetto profundizó que “el amor romántico también siempre ubicó a las mujeres del lado de las que esperaban, que las saquen a bailar, que les propongan casamiento, que les digan te amo, la propuesta para salir y pareciera que ahora son las que esperan la aparición del otro”. “Entendiendo que todavía hay una generación muy presente que fue criada y que consumió mucho de este tipo de amor, pareciera que el varón decodifica cualquier sugerencia un poco más demostrativa en términos de lo afectivo como una propuesta quizá monogámica y en realidad, ellos también de ese modo actúan respondiendo a un modelo cultural que está en franca revisión”, amplió, y concluyó: “Me parece que se trata de empezar a pensar que estos son lugares un poco estereotipados y que ninguna señal puede ser interpretada como un movimiento contundente en una relación”.
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