Nada más potente que una creencia. A las creencias no se les exige ni rigor ni verdad, solo les creemos con un fuerte compromiso emocional. Lo peor de las creencias no son las creencias en sí mismas, sino que logran oradar o poner en duda a la evidencia científica y también a la verdad. Y en esta lógica, muy propia de este siglo XXI atravesado por la velocidad, el conocimiento efímero y la sobreinformación, el funcionamiento del cerebro tiene un lugar protagónico.
Cada vez que se avanza en el estudio y la comprensión de cómo funciona el más misterioso de los órganos -el cerebro humano- se mueven y ponen en jaque todos los paradigmas hasta hoy conocidos sobre la comprensión del mundo. Es que de todas las funciones que puedan describirse de los órganos de la naturaleza, las más complejas pertenecen al cerebro humano.
Será por eso que el médico neurólogo Luis Ignacio Brusco, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), psiquiatra, filósofo y experto en el estudio del Alzheimer, cuando hace 5 años comenzó a escribir su libro “El cerebro político” comprendió lo que tenía entre manos y se tomó un tiempo para producir un documento revelador. Y lo logró. Brusco advirtió que detrás de la pista de la comprensión del cerebro humano y su impacto en la vida moderna iba a revisar los temas más cruciales de este tiempo asegurando la centralidad que hoy tienen las neurociencias.
“Escribir este libro me llevó cinco años de trabajo, será porque en realidad se conoce muy poco del cerebro, y cuanto más se lo estudia más se revela lo poco que se sabe. El libro no es de política, el libro trata del ser humano en la polis. Y la polis es todo, el trabajo, la academia o cualquier instancia educativa. Y también obviamente una elección democrática”, explicó Brusco a Infobae.
Al igual que Brusco, las grandes potencias también entendieron el protagonismo del cerebro, y le adjudican una relevancia geopolítica a desentrañar su estudio. Estados Unidos, China y Europa tienen cada uno un proyecto propio e invierten mucho dinero en investigación en neurociencias. En Europa existe el Proyecto del Cerebro Humano (Human Brain Project), en Estados Unidos existe la Iniciativa Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies® (BRAIN, por sus siglas en inglés) y en China, el Proyecto Brainnetome.
El doctor Brusco ofrece detalles al respecto y destaca particularmente la Iniciativa BRAIN, que fue lanzada por el entonces presidente Barack Obama en 2013 y prevé estar listo para 2028. La Iniciativa está financiada por el Instituto Nacional de Salud de Norteamérica -el prestigioso NIH- y dispone de un presupuesto estimado en USD 4.500 millones de dólares, en pos de mapear toda la actividad neuronal del cerebro.
Las neuronas del cerebro son aproximadamente cien mil millones y cada una se puede comunicar otras cincuenta mil células del sistema nervioso. Es asombrosa la cantidad de variables que pueden generarse, aún con pocos neurotransmisores como letras básicas de este lenguaje.
Infobae mantuvo una extensa y enriquecedora charla sobre las claves del libro con el médico neurólogo Juan Ignacio Brusco. Fue en el decanato de la prestigiosa Facultad de Medicina de la UBA, sobre la que además Brusco estudia e impulsa briosamente un cambio en el programa de estudios acorde a los tiempos para este año.
Brusco también fue el factótum del Museo de la Facultad de Medicina en el primer piso de la Facultad, repleto de objetos incunables y recreando la vasta y rutilante historia de la medicina y de los científicos argentinos.
Brusco en su libro pone la lupa en los debates más actuales vinculados con el funcionamiento del cerebro y su impacto en la vida cotidiana: la decisión a la hora de votar, la credibilidad de las encuestas, por qué el poder empuja, a quienes lo ejercen, a mentir y manipular; los desafíos de la inteligencia artificial y el riesgo de la “burbuja cultural” que configuran los sistemas de creencias que configuran los algoritmos en las redes y que los ciberciudadanos acceden a partir de sus consumos en el ecosistema digital.
“Los dos idiomas más complejos descritos en la biología son el genético y el neuronal -precisó Brusco- y están basados en muy pocas palabras o letras que combinadas generan millones de mensajes diferentes. Las neuronas son células que se activan eléctricamente -excitatorias- y que las señales que reciben -químicas o eléctricas- siempre terminan generando señales de activación o de desactivación de corriente, creando un sistema binario parecido al de la computación”.
En la rutilante liga actual de la investigación en neurociencias, volvamos al estudio del cerebro en las instancias políticas. Brusco completó: “En la actualidad fueron inauguradas dos subespecialidades de la neurociencia y de la psicología llamadas neuropolítica y psicología política, respectivamente. Ambas forman parte de un área muy importante que estudia la conducta humana, que es la de la toma de decisiones”. Al respecto, el neurocientífico norteamericano Joseph Le Doux muestra que nuestra emoción se “entera” de lo que vemos antes que nuestra conciencia racional, por lo cual “no resulta extraño que las influencias de las caras sean un componente importante de la decisión electoral”.
Lo visual es clave en la comunicación humana. Brusco apuntó en su libro, “la mirada de un candidato apunta a nuestro sistema cerebral instintivo. Los humanos somos seres visuales (macrópticos) diferentes de los demás mamíferos superiores que son olfatorios (macrosmáticos); por lo cual es lógico que el ingreso visual impacte de lleno en nuestro sistema emocional”.
“Los trabajos de ciencias sociales que observan caras de políticos muestran que ellas producen indudablemente efectos emocionales. Así es que estas investigaciones se aventuran a decir que en menos de un segundo ya hemos sentido una predisposición sobre a quién votar”, se refirió Brusco.
Sin embargo una sensación visual puede generar un sentimiento instintivo que produzca una toma de decisión inmediata, pero ella puede ser modificada con posterioridad (decisión a largo plazo).
—Doctor Brusco, usted habla en su libro que existe una base fisiológica de la llamada grieta o polarización, que será difícil de modificar porque ha existido siempre. ¿Cómo explica esta idea y qué rol tiene el cerebro?
—Luis Ignacio Brusco: Nuestro cerebro percibe como una coalición rival, por ejemplo, a los simpatizantes de otros partidos. Esto también puede suceder cuando se habla de grupos musicales o películas. Elegimos y categorizamos a los otros para realizar nuestras propias alianzas o coaliciones
Es importante tener en cuenta a las neuronas en espejo, localizadas en el lóbulo prefrontal del cerebro, que se “encienden” ante la presencia de cierta empatía con el candidato o con un elector similar. No obstante esto puede cambiar, siendo la toma de decisión electoral un acontecimiento emocional pero que se va modificando con la razón.
—¿Por qué usted menciona que le adjudica más precisión a las encuestas de boca de urna que a las encuestas previas a la elección?
—Cuando los seres humanos tomamos una decisión, que es la última función cognitiva del mamífero, tiene tres grandes posibilidades: la inmediata que es, por ejemplo, cuando uno va manejando en la ruta y tiene que tomar una decisión si va para un lado o para el otro; y es muy inconsciente.
Existe la decisión de largo plazo que también vuelve a ser inconsciente, que es cuando uno tiene que darle más prioridad a su corazón, metafóricamente hablando, a lo distinto para tomar una decisión. Y la decisión de mediano plazo que es cuando, por ejemplo, está anunciado lluvia dentro de dos horas; usaré paraguas.
Entonces, la decisión inmediata y la de largo plazo, quizás, son las más relacionadas con el voto. ¿Por qué? Porque muchas veces la gente se decide muy probablemente, donde hay un sistema de creencias que son afectivas, y que son infranqueables, va a ser muy difícil que ese grupo político cambie de posición. Entonces ahí uno tiene la capacidad de decidir a largo plazo y eso es muy instintivo y afectivo.
La inmediata también puede ser instintiva, es lo que pasa en la última media hora cuando la persona no está decidida y decide casi dentro del cuarto oscuro. Lo que sucede ese día va a tener un impacto muy fuerte en la toma de decisión general. Ahí fundamento la mayor credibilidad que yo le adjudico a las encuestas de boca de urna, más que a las encuestas previas.
Las encuestas previas muchas veces dan mal, porque no se puede evaluar con total certeza la toma de decisión de mediano y largo plazo, porque puede cambiar. No es culpa de las encuestas, ni de la metodología. Los boca de urna son más precisos en ese sentido, ocurren el mismo dia donde interviene la decisión inmediata.
—Usted introduce una herramienta muy importante que es el lenguaje, para analizar y comprender a las sociedades modernas que están partidas o atravesadas por la “grieta cultural” que produce sociedades polarizadas
— ¡Así es! El entendimiento lingüístico entre personas y grupos será esencial en la base de este difícil proceso de las sociedades actuales, que están polarizadas y fragmentadas. El diálogo es esencial para la transmisión de información aprendida y mejorada como proceso de construcción acumulativo de la cultura, que puede redundar en el crecimiento intelectual e incluso en el crecimiento cerebral en el contexto de la mayor acumulación de información y tecnología.
—En su libro se explayó sobre lo que se conoce como el sistema de creencias; que construyen lo que hoy está tan de moda en el análisis político y comunicacional que son los sesgos de confirmación. ¿Cómo impacta este sistema de creencias que genera una especie de burbuja cultural entre las sociedades y los electores?
— Los sistemas de creencias producen la expectativa de confianza e impactan sobre la función emocional, racional y corporal de las personas. Es decir creer en algo o por la contraria, no creer en algo será efectivo. Este sistema funciona a través de la amígdala, que abre la emoción inconsciente, y del lóbulo prefrontal que permite concientizar las creencias.
Existe un sistema regulador de la conciencia, que permite controlar la información que llega al cerebro, tanto sensorial como de pensamientos internos, y otorga criterios de realidad o no. Es decir, dice si aquello en lo que creemos, más allá de la subjetividad, entra dentro del rango de lo aceptable para nuestra cultura y sociedad. En los sistemas de creencias existen dos procesos clave: el del placebo y el de la religiosidad.
Uno de los mayores conflictos que deberá enfrentar la ciencia del siglo XXI atravesado por una sociedad que accede al conocimiento del mundo atravesada por la hipertecnología será con las creencias. Más precisamente existe un conjunto de creencias que “encierra” a las personas y empuja a que se informen sólo de aquello que les interesa... creando sesgos de confirmación, alimentados por los algoritmos de las redes sociales y los entornos digitales.
Es decir tendemos a mirar y leer aquello que nos gusta y que nos resulta placentero. Esto daña la capacidad de discernir y sobre todo el espíritu crítico de las personas.
Brusco agregó: “El sistema de creencias implica lo tribal. Siempre hubo tribus, desde que existe el homo sapiens. Es lo que el propio Yuval Harari llama hace 300.000 años la primera revolución cognitiva del cerebro más grande (el del Homo Sapiens); y después señaló la segunda revolución cognitiva, la del lenguaje hace aproximadamente 70.000 años”.
Entre el Papa Francisco y Harari
El doctor Brusco visitó en el Vaticano al Papa Francisco, en noviembre del 2022, y junto al escritor israelí y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén Yval Harari, los considera los pensadores más lúcidos y fundamentales de este convulsionado siglo XXI. Ambos -sobre todo Francisco- fueron citados varias veces durante la entrevista con Infobae y reaparecen de manera permanente entre sus ideas
El neurólogo Brusco comparte con ambos la preocupación por el impacto que tendrá la inteligencia artificial (IA) en la vida cotidiana de las personas, pero particularmente en la calidad de las democracias globales. Por eso señala sin cesar: se podrá usar para el bien y para el mal. Y pueden poner en riesgo a las democracias modernas.
— Usted nombra mucho al Papa Francisco, ...
— Por supuesto. Todo esto que hemos conversado lo planteó claramente el Papa. Encontrar un camino, lo llama él. Tuve el honor de ir a visitarlo a Roma, al Papa Francisco, en noviembre pasado y él planteó la importancia del diálogo.
El diálogo es central porque los diálogos implican a dos personas diferentes. Si no hay diálogo, es un monólogo entre dos. Entonces en eso están basados los sesgos de confirmación, si monologamos los dos siempre vamos a coincidir.
Y seguramente quizás en algún momento siendo del mismo grupo vamos a disentir en algunas cosas. Esto es lo que pasa en las internas de los mismos grupos, que se van viendo. Si no hay internas con el otro desaparece el otro, y aparece una interna en mi propio grupo. Ahora, el diálogo requiere disentir, y también llegar a un acuerdo, y luego tomar una decisión.
También Yuval Harari lo planteó en una entrevista, creo que en Inglaterra, sobre la problemática de la inteligencia artificial y el diálogo, y la conversación que si no se activan y dinamizan, afectarán fundamentalmente a la democracia, porque en la democracia lo importante es el diálogo para entender al otro.
Cuando estos diálogos son intervenidos por la inteligencia artificial se producen disrupciones muy importantes que son claramente problemáticas para el sistema democrático, Harari lo plantea claramente, Elon Musk también plantea la interrupción de este tipo de inteligencias artificiales porque interfieren fuertemente por ejemplo con la noción de verdad.
La perpetuidad del poder
—Usted plantea algo que me pareció fascinante en su libro que es cómo el poder modifica la conducta de quien lo ejerce. ¿Más poder, más impunidad y ganas de transgredir?
— Sabemos que el poder prolongado es problemático. Y se ve en muchos ámbitos y no es un fenómeno excluyente de la Argentina, sino que ocurre en el mundo entero.
El sistema democrático justamente es exitoso porque respeta los derechos de las personas. ¿Qué buscan en general las sociedades? Buscamos la felicidad, la distribución del ingreso y la felicidad de la gente y la libertad. Es decir, las personas estamos buscando esas variables generalmente. Por lo menos en nuestros países. Y claramente la democracia es el sistema que limita esa cuestión. Por eso es tan importante que los poderes se ejerzan correctamente limitando esta instancia de poder prolongado.
El poder implica una instancia relacional fundamentalmente. Brusco para hablar del poder prolongado y el accionar del cerebro deja un conjunto de preguntas medulares que ahonda en su libro. ¿Qué genera el poder en aquellos que acceden a el? ¿Por qué puede ser un arma de doble filo, en términos de confianza pero también de desmesura? ¿A qué se refieren aquellos que hablan del vértigo, el ansia e incluso la codicia en el poder? ¿Qué es la famosa ceguera que se genera en los poderosos ?
El humano es el ser biológico más social de la naturaleza, y por eso ha desarrollado grupos en urbes , en los que se necesita organización. Y parte de esa sociabilidad consiste en organizarse en dirigentes y subordinados, con sus propias características. Ambos grupos deben atender el bienestar común , pero también el individual. En esa tensión deben manejarse.
* Fotos: Gastón Taylor / Media lab Infobae
* Videos: Nicolás Spalek / Media lab Infobae
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