El dodo es uno de los animales más emblemáticos a la hora de tocar el tema de la extinción de especies. El Dodo o Dronte era un ave propia y casi exclusiva de las islas Molucas, (isla Mauricio e isla Reunión) archipiélago situado al Este del océano Índico en Indonesia.
Según las evidencias científicas evolucionaron a partir de unas palomas migratorias que viajaban entre África y el Sudeste asiático, y que se establecieron en estas islas haciéndose sedentarias al encontrar condiciones climáticas adecuadas, sin alteraciones estacionales, para con el correr de los siglos, perder la capacidad total de volar al no existir allí predadores naturales. Al parecer, Paris Hilton, muchos años después, tiene debilidad por este animal.
“Los Dodos eran aves incapaces de volar o sea no podían abandonar las islas a las cuales se adaptaron. Todo parece indicar que era ave de entre nueve y diecisiete kilos de peso, rechoncha, de una pereza y torpeza difíciles de igualar. En cualquier caso, lo cierto es que el dodo no tuvo defensa y se extinguió a los pocos años de ser descubierto”, explicó el doctor Juan E. Romero en una nota reciente”, explicó en una nota reciente el Dr. Juan E. Romero.
Su nombre común parece derivar de la expresión portuguesa doudo o doido que parece significar “estúpido”', “torpe” o “tonto”. Esta ave no voladora endémica que sólo estaba presente en la isla de Mauricio. Su figura cautivó a los europeos al punto de volverlo un objeto de caza. Hasta que finalmente desapareció.
Esta historia tiene un link al ambicioso proyecto de devolverle a la vida a los mamut lanudos. Se trata del proyecto científico que dirige el reconocido genetista George Church, de la Universidad de Harvard, que aspira a ver caminar en el Ártico a híbridos de esa especie que desapareció de la faz de la tierra entre el 10.000 y el 1.700 AC.
“Nunca antes la humanidad había podido aprovechar el poder de esta tecnología para reconstruir ecosistemas, sanar nuestra Tierra y preservar su futuro a través del repoblación de animales extintos”, destacó uno de los inversionistas del proyecto y cofundador de la compañía que lo lleva adelante, Ben Lamm.
George Church, de 67 años, es profesor de genética Robert Winthrop en la Escuela de Medicina de Harvard es conocido como el padre de la biología sintética. Sus trabajos, junto con los de otros científicos, contribuyeron de manera determinante en el desarrollo de la tecnología de edición de genes Crispr, con la que los científicos pueden alterar las secuencias de ADN y ajustar la función de los genes con fines tales como corregir defectos genéticos o hacer que los cultivos sean más resistentes. Se trata de una tecnología que fue reconocida con el Premio Nobel en 2012.
Ahora el nombre de Hilton sonó fuerte esta semana luego de que un grupo de científicos y tecnólogos piense en secuenciar el genoma de una especie que ya no existe como el dodo, a partir del material genético disponible. La idea es encontrar parientes cercanos vivos.
La cuestión es que se recaudaron 60 millones de dólares para este fin. Detrás de este proyecto están Thomas Tull y Robert Nelsen, quienes junto la empresaria y Paris Hilton apoyan y trabajan en una nueva categoría tecnológica, una startup que busca la “desextinción”.
El dodo, que aparece de forma secundaria en “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, tiene hoy un material genético disponible escaso porque la especie viva con la que está más emparentado es la paloma de Nicobar, que tiene un vínculo lejano. Es por eso que en los científicos hay cierto escepticismo acerca de este objetivo. La compañía biotecnológica Colossal Biosciences, es la que está atrás de este ambicioso proyecto para revivir al dodo.
La historia de dodo y su extinción
Los propios marineros navegantes de esos mares, acostumbraban a cazarlo a Dodo, de manera muy fácil ya que no volaban y eran torpes en la huida. “El hecho de que este pichón descomunal fuera cada vez más escaso hizo que su fama como exclusiva delicatessen culinaria fuera cada vez mayor, disparando su demanda hasta que en pocos años desapareció por completo”, explicó Romero
“No solo la cacería de los marineros fue la responsable de su extinción; junto a ellos llegaron a las Molucas otras especies, como cerdos, perros, gatos, ratas, etc., acompañados de virus y bacterias que portaban lo que no contribuyó a su supervivencia en absoluto”, agregó.
El último ejemplar del dodo confirmado, que aproximadamente medía un metro de altura y unos 20 kilogramos de peso, fue reportado entre 1662, con otro avistaje dudoso en 1674. “Lo que es seguro es que ningún dodo llegó vivo al siglo XVIII. Casi al mismo tiempo en el que desaparecía el último dodo fue descubierta otra especie similar, que seguramente evolucionó de la misma forma en una isla al otro lado del Índico, el solitario de Rodrigues”, agregó.
Según el relato, a los colonos les apasionaba la carne de estas aves y apreciaban particularmente la de sus polluelos. La trágica desaparición del dodo no evitó que su primo Rodrigues corriera la misma suerte dándose entonces la especie por extinguida en 1755..
Un tercer protagonista de la extinción forzada de especies es la paloma perdiz o paloma corredora, cuyo nombre podría ser en sí mismo una definición muy prometedora para los cazadores de estas aves.
La historia del dodo y el solitario de Rodrigues se repite en el siglo XX con la paloma perdiz oriunda de algunas islas al otro lado de Nueva Guinea.
“La presencia de esta especie en la isla cumple con las mismas causales de los casos anteriores, es decir, la adaptación de palomas migratorias al entorno isleño para hacerse sedentarias. Algunos ejemplares fueron traídos a Occidente y dados a conocer en 1904. Cuando en 1927 y 1929 se organizaron nuevas expediciones para conseguir algún ejemplar más, ya no se encontró ninguno”, dijo Romero.
Y cerró: “Tradicionalmente se ha achacado la desaparición de estas especies insulares a su caza indiscriminada por parte de los navegantes para obtener carne, aunque actualmente parece demostrado que, si bien las causas de estas extinciones están relacionadas con la llegada del ser humano a estas islas, la acción directa de la caza no fue el único motivo, y la introducción de especies que llegaron con él, como gatos, perros, ratas o cerdos, así como las enfermedades para las que esas aves no tenían defensas o la transformación del hábitat que las cobijaba mediante talas, quemas, expansión de fronteras agropecuarias se apuntan como causas de al menos el mismo peso. Una reflexión más que trascendente es que los ejemplos citados son tan solo algunos de las consecuencias del accionar de una especie: el ser humano, la única que por su acción ha forzado la extinción de otras”.
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