La diversidad del vino argentino está fuera de discusión, aunque no todas las variedades tengan su futuro garantizado. Recordar lo que pasó con el Merlot, la cepa tinta más plantada del mundo que por una película de Hollywood no solo cedió su protagonismo, sino que también mucho de su prestigio. A nivel local se puede decir que la Bonarda o el Tempranillo, dos cepajes bien consolidados hacia fines de los ‘90 y con buen potencial, dejaron su lugar al Malbec y al Cabernet Franc, no respectivamente, pero si estas últimas dos casi hacen olvidar a aquellas.
Incluso el Cabernet Sauvignon, la uva preferida para elaborar los mejores vinos argentinos del siglo pasado, se vio opacado por el auge y éxito del Malbec. Pero el Semillon tiene un ángel propio. Introducida a mediados del siglo XIX junto con las demás variedades francesas, supo ser implantada entre vides de Malbec para poder aportar frescura y estabilidad a los tintos de la época. Y en el mayor momento de consumo de vinos en la Argentina, el Semillon inundó bares y pizzerías y entonces su fama se diluyó rápidamente, al ritmo de la caída del consumo de los vinos de mesa.
Luego llegó la reconversión y los vinos nacionales empezaron a incrementar su calidad con las exportaciones en la mira. Por aquel entonces, muchos viñedos de Semillon fueron injertados con variedades más comerciales. Por suerte, algunas viñas viejas quedaron en pie y, gracias a ellas, esta uva vuelve a ser protagonista.
En Burdeos suele combinarse con Sauvignon Blanc para elaborar blends blancos que gozan de fama internacional. Hace pocos años, acá empezó a vinificarse con las más altas pretensiones como varietal, aunque poco a poco también aparece en algunos blends de ese estilo. Al ser, generalmente, viñas viejas, los rendimientos son bajos y su carácter es marcado, más allá de dar un blanco austero símil al Chardonnay.
Mientras los de Luján de Cuyo suelen ser voluptuosos y melosos, los del Valle de Uco son más refrescantes y vivaces. Su acidez natural no es muy marcada y por eso los enólogos deben elaborarla con mucho cuidado para que no se oxide y así preservar sus aromas delicados, que suelen ser a frutas blancas, miel seca y algo floral. Y en boca tienen buena estructura; perfectos para acompañar platos a base de pescados y otras carnes blancas, pastas, arroces y quesos. Pero la clave está en su capacidad de evolucionar en botella.
Otro origen que quiere destacarse con Semillon es la Patagonia, tanto con sus viñas viejas, en Río Negro, como con sus viñedos más nuevos, en Neuquén. Actualmente, se la superficie total viñedos implantados en el país (207.047ha), 33.348 pertenecen a uvas blancas (16,10%), y con ellas se cosecharon en 2022 según el Instituto Nacional de Vitivinicultura, 3,5 millones de quintales.
El Semillon es una porción muy pequeña si se la analiza por volumen, porque con sus 578 hectáreas a nivel país, solo significa el 0,28% de la superficie. Pero si se degustan los, por ahora pocos, grandes exponentes del varietal, se puede entender su verdadero valor. Porque no solo tiene un origen noble, sino además un carácter propio con muchos atributos enológicos. Por eso el Semillon no solo es un clásico de clásicos en plena recuperación, sino uno de los mejores vinos argentinos actuales, ideal para tener a mano en casa. Va muy bien con pescados y carnes blancas, y suele ser una gran alternativa para el Chardonnay. Además, también evoluciona muy bien en botella.
Prueba de ello es el Semillon de Norton de 1959, que formaba parte de la cava histórica de la bodega, y fue destacado por el crítico estadounidense James Suckling, reconocido por su expertise y gran influencia en el segmento. Así, por primera vez en la historia, un Semillon argentino fue calificado con 100 puntos. Dicho Semillon de 1959, con 64 años, es una joya enológica que desde su año de origen se mantiene guardado en la cava histórica de la casa, y confirma las aptitudes de la variedad para trascender en el tiempo.
Tres Semillon a la altura de los mejores exponentes de la categoría
1- Fin del Mundo Single Vineyard Semillon 2021
Bodega Del Fin del Mundo, San Patricio del Chañar, Neuquén $7200
Es la última novedad de la línea de Single Vineyards de la bodega, un blanco al que el enólogo Ricardo Galante le tiene mucha confianza por lo bien que se da en la zona. De buen volumen y paso casi cremoso, con algo floral y de miel, con toque de frutas blancas (ananá seco). De paladar franco y fresco con texturas son amables que aportan carácter y profundidad. Beber entre 2023 y 2026.
Puntos: 91
2- Pequeñas Producciones Semillon 2020
Escorihuela Gascón, Agrelo, Luján de Cuyo $8150
Es una de las etiquetas más nuevas de esta línea. Un blanco serio, creado a partir de viñedos de más de 60 años. De aromas austeros pero vivaces, paladar fresco y amplio, también franco y profundo. A medida que pasa por la boca despliega sus notas de pasto verde y frutas cítricas algo maduras. Voluptuoso, con carácter y buen potencial, que lo va demostrando según pasan los años, manteniendo frescura y equilibrio con dejos de complejidad. Beber entre 2023 y 2026.
Puntos: 91
3- Credo Semillon 2019
Bodega Escala Humana, El Peral, Valle de Uco $18.500
Sin dudas, es uno de los grandes blancos nacionales en la actualidad. Se trata del vino más puro elaborado por el joven enólogo Germán Masera quien con solo dos cosechas ya hizo un gran aporte para la revalorización de esta cepa. Es un blanco austero y completo, con mucha personalidad. Hay algo de oxidación y flor muy cuidada, con un paso fresco y tenso por boca, voluptuoso y expresivo. Beber entre 2023 y 2027.
Puntos: 94
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