Están en esa sartén antiadherente que tanto usas en la cocina. En ese delantal resistente a las manchas que usa tu hijo en el jardín de infantes. En la caja de la pizza que pides los sábados por la noche. Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, más conocidas como PFAS, se han utilizado desde 1940 en gran variedad de objetos que simplificaron la vida cotidiana. Pero diversos estudios advierten que tienen un lado oscuro: pueden causar graves daños a la salud.
Los científicos han vinculado la exposición a las PFAS a problemas de salud como el cáncer, el colesterol alto (que implica riesgo cardíaco) y el mal funcionamiento de los sistemas reproductivo e inmune.
Esto sucede incluso con bajos niveles de exposición: las PFAS se acumulan en el cuerpo. Incluso se las ha hallado en la leche materna. Es difícil evitarlas porque también las consumimos en el agua potable.
El número real de PFAS a nivel mundial aún no se ha definido, pero la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) menciona 9,000 sustancias químicas diferentes y las colocan como las más ubicuas. Eso se debe a que su alta estabilidad térmica y química, junto con su capacidad para repeler la grasa y el agua, las vuelven especialmente adecuadas para una variedad de usos comerciales y de ingeniería.
¿Qué son los PFAS?
Son un grupo de más de 9,000 agentes químicos sintéticos. Están compuestos por ácido perfluorooctanoico (PFOA), ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS) y el ácido dímero de óxido de hexafluoropropileno (también conocido como GenX). Se apodan sustancias químicas eternas (forever chemicals) porque resisten en el medio ambiente y tardan más de 1,000 años en descomponerse. Por ello se encuentran en el suelo, el aire y el agua.
Un tipo específico de PFAS es el PTFE. Este material en extremo resbaladizo fue descubierto por accidente, en 1938, en un laboratorio de la compañía DuPont. De este hallazgo se derivó el teflón, y en 1950 DuPont abrió la primera planta comercial del mundo para producirlo. Actualmente, el teflón es muy usado en las cocinas, gracias a los sartenes antiadherentes.
Para percatarse si, por ejemplo, un empaque hecho de papel cuenta con un alto grado de forever chemicals, basta con poner una gota de aceite de oliva en su superficie. Si en las cajas de pizza, las bolsas de papel o los contenedores compostables para llevar se forma una perla que no se absorbe, es que cuenta con PFAS.
¿Cómo evitar los <i>forever chemicals</i>?
Aunque los gobiernos de algunos países han comenzado a prohibir o disminuir el uso de PFAS, el nivel de exposición depende en gran medida del lugar donde se viva.
Una forma de abstenerse de los forever chemicals es revisar las etiquetas de las vestimentas resistentes o repelentes al agua. Si declaran que tienen materiales como Gore-Tex o teflón, es mejor dejar de usar esa ropa: generalmente contienen PFAS.
Se puede realizar una búsqueda para encontrar las listas de productos libres de PFAS, incluidos equipos para actividades al aire libre, prendas de vestir, muebles y cosméticos.
Utensilios de cocina sin PFAS
Otra manera de alejarnos de esas sustancias tóxicas es usar utensilios de cocina de cerámica, acero o hierro fundido.
La EPA solicitó a los fabricantes de ollas y sartenes que revelaran los materiales que empleaban. La mayoría cumplieron con la indicación; sin embargo, sólo generaron un nuevo problema: los reemplazaron por químicos GenX, que son igual de tóxicos.
La sustancia GenX se utiliza para fabricar fluoropolímeros de alto rendimiento, como revestimientos antiadherentes, sin usar ácido perfluorooctanoico (PFOA). Pero se ha encontrado en el agua superficial, en la subterránea, en la potable, en la de lluvia y las emisiones al aire en algunas áreas.
En 2020, la organización no gubernamental Centro de Ecología probó 24 piezas de diferentes marcas de utensilios de cocina antiadherentes sin PFOA. También descubrió que el 20% de las bandejas para hornear y el 79% de las empleadas para cocinar estaban recubiertas por otro tipo de PFAS, el PTFE, es decir teflón.
Cosméticos sin sustancias químicas eternas
También es fundamental verificar los cosméticos que utilizamos, ya que es probable que aquellos a prueba de agua (como los rimmels, los maquillajes resistentes y los labiales indelebles) estén hechos con PFAS. En un estudio científico de 231 productos cosméticos, más de la mitad de ellos los contenían.
Los maquillajes deben indicar sus ingredientes. Por eso la geoquímico Julie Schneider, de la organización ambiental ChemTrust, aconseja leerlos: cualquier producto con fluoruro implica peligro.
¿Agua con PFAS?
El principal foco de contaminación por parte de las PFAS es a través del agua y los alimentos que consumimos. Por ello se puede reducir la exposición a estas sustancias filtrando el agua potable.
Los filtros de ósmosis inversa (OI) son algunos de los más efectivos. Este purificador se instala debajo de la mesada de la cocina, junto a la grifería, y realiza el proceso de tratamiento físico-químico que copia a la naturaleza para eliminar impurezas del agua a través de pequeñas membranas semipermeables. Así elimina los contaminantes, entre ellos las sustancias químicas eternas.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha exhortado a los fabricantes locales a eliminar ciertos PFAS en los envases de alimentos para enero de 2024. Algunos de sus estados ya comenzaron a prohibirlos desde 2022.
Otro gran canal de contacto con estos materiales químicos eternos también son los textiles de uso cotidiano, para vestirnos o para la casa. La ropa de cama, los pantalones deportivos, las botas de lluvia y los impermeables, por ejemplo. También las prendas resistentes a las manchas como las alfombras, las cortinas, los manteles, las servilletas y el papel tapiz.
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