Vinos a la carta: tres Malbec orgánicos para anticipar su día internacional

El vino es una bebida noble y natural, aunque siempre se puede hacer más natural. ¿Cómo? Utilizando uvas provenientes de viñedos orgánicos que pueden o no estar certificados.

En esas viñas, el uso de pesticidas y productos de síntesis química es muy restringido y controlado, siguiendo una tendencia mundial. En nuestro país, cada vez son más los viñedos tratados de esta manera favorecidos por el clima desértico continental. Los aspectos fundamentales en los vinos orgánicos son la certificación y el trabajo agroecológico.

También, el personal de la finca, involucrada en el trabajo orgánico y bajo las normas del Fair Trade (comercio justo) y, por último, el cuidado del medio ambiente: recuperar ese sistema natural del lugar, volviendo a la etapa previa a la explotación comercial, con foco en la parte aérea y subterránea.

El manejo agroecológico, con balance y equilibrio, permite entender y saber todo lo que pasa alrededor de la vid, y así buscar mejorar la calidad de los vinos. Porque más allá de la sustentabilidad, manejar el viñedo de esta forma permite lograr fruta con más carácter varietal y resaltar la esencia del lugar.

Está comprobado que en los berries (arándanos, por ejemplo), los orgánicos son mucho más concentrados en sus componentes naturales (antioxidantes, por ejemplo). Y esto se empieza a validarse en las uvas. La sustentabilidad es un concepto integral y complejo que significa administrar bien los recursos y son muchos puntos en el programa donde el manejo orgánico es el más vistoso y el que mejor se puede transmitir en las copas.

Se sabe que entre vinos orgánicos y los no orgánicos no hay diferencias cualitativas, pero a través de la experiencia de algunas bodegas se puede validar que hay un efecto sobre el terroir y que más temprano que tarde, el consumidor podrá percibirlo en los vinos.

Se parte desde el suelo que es una matriz viva, un organismo vivo como concepto y no son solo componentes y materia orgánica, porque hay micro-organismos, pool de bacterias y de levaduras, hongos, etc. que conforman un microambiente que trabaja, descomponiendo la materia orgánica y dejándola disponible para las raíces. Eso, en una viticultura intensiva, utilizando herbicidas, fertilizantes sintéticos y pesticidas, anula esa parte esencial del suelo.

Es decir que en el manejo de suelos orgánicos a los fertilizantes químicos los han reemplazado por compost naturales (orujos de uva, aceituna, guano, ect.). Además, en invierno se hace un verdeo entre las hileras de cebada y vicia (por ejemplo), para aportar materia orgánica y evitar la compactación del suelo, ya que así se logra airearlo y fomentar la actividad biológica de los suelos.

En definitiva, la microbiología es la que hace las grandes transformaciones del suelo. Pero la viticultura orgánica no es tan antigua como se cree, por eso es posible volver a imponerla. Se trata de lograr cultivo rentables y sustentables en el tiempo, con objetivos a 30 y 40 años, porque si la planta desarrolla defensas naturales puede llegar a durar más.

Si bien el manejo sustentable del viñedo es una tendencia marcada en nuestro país, cada vez son más las bodegas que eligen el camino de la certificación, ya sea por exigencia de ciertos mercados de exportación como por elección de una metodología de trabajo.

Cada vez se encuentran más Malbec de bodegas argentinas que eligen los diferentes sistemas de producción amigable con el medio ambiente, a tal punto que en los últimos años se ve un crecimiento importante en la cantidad de productores orgánicos y en el interés de las bodegas por realizar un trabajo más sustentable y tener entre sus vinos, aunque sea, un Malbec con certificación orgánica.

Y al parecer, el consumidor acompaña porque según las últimas estadísticas, el consumo interno total de vinos orgánicos fue de 167.125 litros, lo que implica un crecimiento superior del 5000% en referencia a 2018 (2.970 litros).

Si bien en nuestro país el consumo interno de productos orgánicos certificados aún es bajo (menor del 2%), en los últimos años creció en línea con la tendencia mundial de elegir productos cada vez más saludables y en armonía con el medio ambiente, siendo el Malbec orgánico es la variedad más plantada y más consumida de la categoría.

Actualmente, son 142 los establecimientos registrados con ingreso de uva orgánica, y el mayor volumen de uva orgánica ingresado a establecimientos corresponde a Malbec (30,1%). En Argentina, el vino es el segundo producto orgánico exportado de origen vegetal, luego del azúcar de caña.

1- El Salvaje Malbec Orgánico 2021

Casa de Uco, Los Chacayes, Valle de Uco $5300

Tinto vivaz y expresivo, con la energía del lugar y de la variedad. Imposible saber si lo orgánico hace la diferencia, pero en la nitidez del carácter de este vino hay algo especial. Sus aromas van por el lado de las frutas negras y las hierbas silvestres.

En boca es vivaz, ágil y con texturas incipientes que aportan profundidad. Hay fluidez con consistencia. 90,5 Puntos

2- BenMarco Sin Límites Orgánico Malbec 2019

Susana Balbo Wines, Valle de Uco $6995

Como toda la línea, elaborado bajo la visión del viticultor Edgardo Del Pópolo, llega este Malbec elaborado con uvas orgánicas y certificación Letis. Sus aromas son expresivos y frescos, de buen volumen y paso consistente.

Trago jugoso con cierta concentración, pero también con bastante fluidez, taninos incipientes y un carácter de frutos negros y dejos herbales que reflejan su origen. 90 Puntos

3- Apuntes Orgánico Malbec 2021

Luigi Bosca, El Peral, Valle de Uco $8650

Es el primer vino certificado orgánico (Letis) de la bodega. Un Malbec de buen cuerpo, jugoso y con texturas incipientes. Algo maduro en su mensaje, con tonos herbales, pero generoso en su fruta, casi madura.

De trago amplio no muy profundo y con ciertas especias que aportan profundidad. Voluptuoso y expresivo, para disfrutar hoy o en los próximos años. 91 Puntos

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