El Cabernet Sauvignon es que la uva tinta más plantada del mundo, y también se adaptó muy bien a los diversos terruños argentinos. Fue su fama de “reina de las tintas”; gracias al prestigio de los vinos de Burdeos primero y de Napa Valley después; hizo que muchos la eligieran para sus mejores etiquetas, más allá de sus cualidades indiscutidas. El tema fue que, al salir a jugar al mercado internacional con los vinos locales, el Cabernet argento tuvo que competir con los demás, muchos de los cuales venían hacía tiempo elaborándose y, por consiguiente, mejorando, como era el caso de Chile. Básicamente fue eso lo que torció la mirada de la industria hacia el Malbec.
Hoy, casi el 3% del vino que se toma en el mundo es de vinos argentinos, de los cuales más del 60% son Malbec. Y por más favorables que puedan llegar a ser los pronósticos, la realidad indica que no hay muy poco más para crecer, a menos que se produzca un gran cambio en los hábitos de consumo. Sin embargo, la porción del Cabernet Sauvignon es del 18% del consumo global, y esa es la nueva gran oportunidad para el vino argentino. Porque la tiene implantada hace tiempo, la sabe manejar muy bien y, según sus hacedores, tiene un carácter bien diferente al de sus pares internacionales, por provenir principalmente de zonas desérticas.
El Cabernet Sauvignon representa el 5% del viñedo mundial, lo que equivale a 340.000 hectáreas de los 6,8 millones que existen. En la Argentina hay 13.600ha, casi un tercio de las de Malbec (45.000). Por suerte, son varias las bodegas que se dieron cuenta de rescatar a tiempo al rey dormido, y la clave está en volcar todo el know how adquirido en los últimos años con el Malbec, para desarrollar mejores exponentes de Cabernet Sauvignon.
Representa el 6,6% del viñedo nacional actual, con Mendoza acaparando más del 76% (10.750ha), pero con presencia en casi todas las provincias vitivinícolas: San Juan, La Rioja, Salta, Catamarca, Neuquén, Río Negro, La Pampa, Córdoba, Tucumán, San Luis, Buenos Aires, Jujuy, Entre Ríos, Santiago del Estero y Chubut.
Se sabe que el mundo del vino se divide en Viejo y Nuevo, mientras en Europa los vinos son reconocidos por sus lugares de origen, en países como Estados Unidos, Chile, Australia y Argentina, por ejemplo, se destacan por la cepa, el varietal. Aunque los mejores exponentes vienen de lugares precisos, viñedos ubicados en las mejores zonas y hasta parcelas con suelos y condiciones excepcionales. En eso están hoy enfocados agrónomos y enólogos.
Porque la idea no es salir a competir por el prestigio ni el potencial de guarda de los vinos, ya que ese es un camino muy de largo plazo. Pero si se puede sorprender al consumidor exigente por estilo y carácter propio. Porque gracias a su ubicación geográfica, la gran mayoría de las regiones vitivinícolas argentinas son desérticas, donde el Cabernet Sauvignon madura diferente y se expresa de una manera muy particular.
Los hacedores vienen trabajando en encontrar los mejores terruños y en cómo conducirla de una mejor manera para lograr una óptima madurez con buena frescura natural. La idea es lograr exponentes más apoyados en el carácter frutal que en las especias y piracinas; un componente natural que esta uva desarrolla durante la sobre madurez.
Esto ha permitido lograr vinos diferentes a los de antes, con más cuerpo y volumen, de taninos firmes, pero a la vez finos, y un trago más amable sin perder potencial de guarda. Todos, por ahora, ofrecen una calidad consistente que demuestra que se trata de una variedad tradicional. Pero sin dudas, lo más interesante, es lo que puede venir. Ya que si el piso (cualitativo) del cual se parte es alto, y hay manera de reflejar ese “estilo diferente” en las copas, el potencial de crecimiento es muy interesante.
Sin dudas se trata de la variedad más importante del mundo, ya que su consumo global es de un 75% de vinos tintos. Y si bien esto significa una altísima competitividad, la Argentina tiene una gran oportunidad por delante, sin sacarle el foco al Malbec, más bien utilizándolo de llave para ingresar a nuevos mercados y captar la atención del consumidor, para luego mostrar los “nuevos” Cabernet Sauvignon argentinos.
Estos son tres Cabernet Sauvignon actuales para apreciar el carácter del cepaje y comprender su verdadero potencial
Fabre Montmayou Gran Reserva Cabernet Sauvignon 2018
Fabre Montmayou, Luján de Cuyo, Mendoza
Este clásico exponente varietal llega al mercado con la estiba necesaria. Ahora con etiqueta renovada, pero con su estilo elegante de siempre. De aromas integrados y paladar compacto, con buen agarre y apoyado en la fruta negra. Con algo especiado, casi vegetal y cierta tensión en sus texturas, aunque su trago es amable. Muy de primera zona, con su agradable madurez y buen potencial. Con más botella los taninos seguirán integrándose y la crianza ganará delicadezas. Beber entre 2023 y 2025.
Puntos: 91,5
Luigi Bosca De Sangre Cabernet Sauvignon 2020
Bodega Luigi Bosca, Mendoza $4700
Elaborado a partir de parcelas especialmente elegidas de fincas propias situadas en Las Compuertas, Agrelo, Gualtallary y Altamira, esta cosecha refleja el carácter del cepaje con cierta madurez, más allá del know how de la casa en el tema. Sus aromas y sabores son equilibrados y de gran tipicidad, se perciben frutas negras y especias, bien rodeadas por las notas de crianza. Se mantienen joven a pesa de sus tres años, con texturas firmes pero finas y un carácter completo. Tiene todo para ganar complejidad con la guarda. Beber entre 2023 y 2025.
Puntos: 91,5
La Celia Eugenio Bustos Cabernet Sauvignon 2017
La Celia, Eugenio Bustos, Valle de Uco
Este Cabernet Sauvignon nace en el Polígono 1, y se nota que tiene mucho camino por delante para crecer. De aromas compactos que se van integrando con el paso del tiempo, con típicas notas vegetales y leves dejos ahumados de la crianza. De buen cuerpo y trago mordiente, sus texturas son finas y están en línea con el carácter delicado del vino. La frescura muy bien integrada es clave y resalta su fluidez. Es muy interesante su equilibrio entre texturas y cuerpo, y si bien es algo “classy” en su mensaje; más por los aportes del roble que por el carácter de la fruta; es un vino completo y con buen potencial. Beber entre 2023 y 2027.
Puntos: 92,5
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