Franck Hanselman no se aburre nunca en su trabajo. Cómo si fuera un eslogan de un manual de bienestar, una premisa que muchos desearían quizás poder aplicar en su rutina diaria, el director de gira de Bazzar, de Cirque du Soleil, ama lo que hace. Y lo resume así: “Todo es diferente, nunca se sabe qué te va a pasar por la mañana o a la tarde. Viajo por el mundo, conozco culturas y diferentes personas, comidas, arquitectura... Hago fotos. Es una vida muy bonita”.
Todo lo que vamos a ver muy pronto en Argentina pasa por la mirada de Franck. El Cirque du Soleil vuelve al país luego de cinco años de ausencia para presentar desde el próximo 23 de junio en el predio Costanera Sur, su nuevo espectáculo titulado “Bazzar”, que tendrá una duración de dos semanas con funciones diarias de martes a domingo.
Será un mega show ecléctico, lleno de acrobacias, bailarines, luces y música, donde según cuenta en Franck en una charla exclusiva con Infobae, la aclamada compañía tiene un norte con este espectáculo: retornar a sus orígenes ochentosos.
La compañía fundada en 1984 por Gilles Ste-Croix y Guy Laliberté está realizando una gira por Latinoamérica y tras presentarse con gran éxito en Brasil y Chile, realizará su última parada en la ciudad de Bogotá antes de llegar a Buenos Aires.
BAZZAR llega a la Argentina como uno de los espectáculos más impactantes de la historia del Cirque du Soleil, ya que cuenta con la participación de 35 artistas provenientes de 23 países.
“Bazzar es un espectáculo que quiere hacer un homenaje a las raíces de la empresa. En 1984 había un grupo de artistas actuando en la calle, en Quebec, y alguien de algún ayuntamiento les pidió que hicieran un espectáculo de verdad en una sala o una carpa no estoy muy seguro. Lo cierto es que los orígenes del Cirque son un grupo de artistas actuando en la calle, sin mucha organización. Todo un poco aleatorio”, rememora Franck sobre el espíritu embrionario de uno de los circos más espectaculares del mundo.
En su trabajo, el que tanto ama, que nada quede librado al azar. “Estoy involucrado un poco en todos los aspectos. En un momento estoy hablando con el director del recinto sobre los problemas que tienen con la fontanería, me doy la vuelta y hablo con alguien de marketing. Y luego viene el director artístico que me habla de algún cambio que quieren tener hecho. Como te decía, es variado”, dice entre risas a Infobae.
“Lo que intentamos hacer en Bazzar es recrear un poco ese caos aunque luego todo tenga su coreografía muy bien planificada”, explica Franck. “Es para dar esa sensación de que cada uno hace un poco lo que le da la gana y desde ahí arrancamos con el maestro, que es el personaje principal que quiere poner más orden y crear un espectáculo con los artistas que tienen su alrededor”, agrega.
El vestuario es otra parte de este regreso en el tiempo a los años 80. “Bazzar es eso, un homenaje a las raíces. Y por supuesto, como siempre, tiene una acrobacia impresionante, música en vivo y una mezcla entre teatro y artes circenses”, relata el neerlandés que tuvo su última vista al país cuando vino a presentar Ovo, otro espectáculo de la compañía.
Franck está entusiasmado como lo están todos aquellos que vienen a entretener a uno de los públicos más efusivos y participativos del mundo. “Es una cuestión regional”, analiza. “Las diferencias que notamos en los shows de Japón, por ejemplo, el público allí es mucho más tranquilo. No hace mucho ruido durante el espectáculo, guardan su aplauso para después. No quieren molestar. Sudamérica es distinto, hemos estado en Brasil y en Chile, ahora estamos en Bogotá. La reacción es muy diferente, además hay más reacción durante todo el espectáculo. Muchos aplausos y gritos siempre. Se nota que el público está disfrutando y eso para los artistas es algo muy bonito, porque la energía que reciben del público les ayuda a recargar sus propias baterías”, agrega.
—¿Qué tiene Cirque du Soleil que no tienen otros show?
—El público no quiere ser solo espectador pasivo, quieren participar de algún modo. Para muchas personas es poder hacer fotos o incluso pequeños vídeos para compartirlo en sus redes sociales, que esa es otra cosa: si no lo compartíis, no ha pasado. Ahora es parte de la experiencia pero el personaje principal, el maestro, en ciertos momentos involucra al público a participar en el espectáculo. Y el público forma parte de la actuación en ciertos momentos. Y se nota que al público le encanta eso.
—El mundo es otro luego de la pandemia. Los cambios se ven en cómo la gente se vuelca más a disfrutar de las experiencias. ¿Ves alguna modificación en el entretenimiento luego de los confinamientos?
—No sé si ha cambiado gran cosa. En el caso de Bazzar, después de dos años y medio sin actuar, si es cierto que teníamos muchísimas ganas de volver al escenario y divertir a las personas. Sí es cierto que notamos que el público tenía muchas ganas de ser entretenido. Eso ha creado una energía dentro de la carpa que es impresionante, se nota desde el momento en que ponemos en venta las entradas.
—En Argentina pasó algo muy particular con Coldplay que hizo 10 estadios en su última visita.
—¡Lo escuché! Durante la pandemia la gente casi no podía gastar en viajes. Se nota que tienen algo de dinero ahora ahorrado para gastarse en entretenimiento, en salir a cenar, o sea, ese tipo de cosas que durante dos años no pudo hacer.
—¿Qué recuerdos tenés del camino recorrido con la compañía?
—Gran parte de mi trabajo son presupuestos, reuniones y emails (risas) Eso es parte del negocio. Es algo que podría hacer en cualquier lado. Pero aquí al final del día, tengo el agregado de ver las caras del público, la sonrisas de felicidad, de escuchar el aplauso. Ese es un un feedback muy directo sobre tu trabajo.
—Algo de ese aplauso es tuyo también
—Yo no salgo al escenario pero sí creo que contribuyó a la experiencia que tiene el público. Sí, claro, me llevo un poco de ese aplauso para mí. El aplauso y las sonrisas son para todos, no solo para los artistas. Y eso es algo tan único, me considero muy afortunado. Muchas veces para cargar pilas entro en la carpa para ver el show que ya me lo conozco, pero lo hago para sentir el público. Porque ya sé cuando colectivamente van a reírse o van a hacer ese suspiro. Ya sé qué va a pasar y, sentir la reacción, es algo que no encuentras en todos lados.
—¿Alguna anécdota que recuerdes en todos estos años?
—La dedicación de los artistas es lo que me impresiona. Recuerdo siempre un artista hacía determinada disciplina, pero le apetecía aprender “diablo”. Y bueno, se puso a entrenar. Claro, al principio no le salía. Es una actividad que se hace con cuerdas. Pero los artistas siguen, nunca se rindan. Dos años después salió al escenario actuando con “diablo”. Hubo otro artista que se cayó y dislocó el hombro. Tardó tres meses en volver. Pero su nivel de dedicación le hizo volver a su número solo tres meses después de su accidente. Fue un momento muy emocional para él.
—¿Cualquier artista puede ser parte de Cirque du Soleil?
—Para nosotros la calidad es lo más importante. Buscamos en cada disciplina los mejores artistas y por eso tenemos una base de datos muy grandes. Hacemos audiciones en varios momentos del año, en varias partes del mundo, para buscar siempre los mejores personas. También tenemos un equipo de casting que viaja para buscar no solo talento a nivel técnico que tiene que ser del más alto nivel, si no también gente que tenga algo más, que sabe actuar, que sabe transmitir ciertas emociones o cosas en el escenario. Podés ser el mejor acróbata del mundo, pero si no sabes transmitir ninguna emoción, tampoco nos sirve de mucho.
—¿Por qué la gente tiene que ir a ver Bazzar cuando vengan a la Argentina?
—Bueno, van a hacer dos horas muy divertidas, se van a escapar de su vida diaria. Te podés olvidar de la pelea que has tenido con tu suegra (risas) o la lista de compras que tenés que hacer en el supermercado. Los invitamos a dejarse llevar por el espectáculo y vivir en un mundo diferente. Creo que a todos les viene bien eso de vez en cuando.
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