Hasta la pandemia de COVID-19, la anosmia (falta de olfato) era, inexplicablemente, una gran desconocida. Es por ese motivo que el Día Mundial de la Anosmia, que se conmemora cada 27 de febrero, busca educar y sensibilizar a las personas acerca de cómo es vivir sin olfato o con la capacidad de oler disminuida. Además, impulsa la investigación, el desarrollo y la posibilidad de brindar tratamientos.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), antes de la pandemia de COVID-19, el 5 % de la población era anósmica, y entre el 15 y 20 % tenía alteraciones olfatorias. Hoy en día se desconocen cuáles son estos porcentajes. Se sabe que el número aumentó, aunque no se conoce con exactitud cuánto, ya que depende de la prevalencia, de las variantes del virus y de muchos otros factores.
Los olores forman parte de la vida, ya que están siempre presentes en lo cotidiano, en las relaciones interpersonales, en el sexo, en el transporte, en el aseo personal, y hasta en rituales religiosos.
El olfato nos brinda seguridad en nuestra vida, pues actúa como un vigilante. Por ejemplo, frente a la pérdida de gas, presencia de humo o un alimento en mal estado, es quien alerta sobre esta situación. En realidad, es un todo tan incorporado que no se repara hasta que se pierde.
La falta o la pérdida de olfato va mucho más allá de perder el placer de oler y de saborear, ya que se compromete la calidad de vida de la persona. Las personas afectadas hablan de un “gran vacío”, como no reconocer el olor de su casa, de sus hijos o de los espacios que frecuenta. Todo esto causa sensaciones de temor y de displacer. Debemos saber que cada una de las personas tiene un olor en particular que lo da la genética y se puede comparar con la huella digital, que es única y de cada uno.
Hasta hace poco, el olfato era un sentido muy subestimado e invisibilizado, pero a raíz del COVID-19 ganó notoriedad y atención, no solo de la población general sino también del mundo académico.
¿Cuáles son las causas de la anosmia?
La anosmia es la pérdida total del olfato, es la incapacidad de oler. Suele aparecer de manera brusca o súbita. Las causas más frecuentes son las siguientes:
- Traumatismos cráneoencefálicos con o sin pérdida de conocimiento
- Las infecciones virales (rinovirus, gripe, coronavirus, entre otros).
- Tumores como meningiomas y estesioneuroblastomas (tumores del propio epitelio olfatorio).
- Causas congénitas: hay personas que nacen sin olfato.
Por otra parte, la hiposmia es la disminución del olfato, y suele relacionarse con los siguientes factores:
- Rinitis alérgica.
- Rinosinusitis crónica con o sin poliposis.
- Enfermedades metabólicas como, por ejemplo, la diabetes.
- Quimioterapia y radioterapia (pueden causar hiposmia o anosmia).
- Tabaquismo.
- Enfermedades endocrinas, como los síndromes de Kallman, de Turner y de Klinefelter.
- Diversas ocupaciones y profesiones: peluqueros, trabajos en pinturerías y destilerías, bioquímicos y odontólogos.
- Enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson y la de Alzheimer.
- Envejecimiento.
- Cirugías nasales o neurólogicas.
- Uso indiscriminado de fármacos como, por ejemplo, los estupefacientes.
Ante la duda, siempre se debe consultar. Los especialistas en otorrinolaringología harán una anamnesis completa para tratar de encontrar la causa y una inspección exhaustiva, pueden solicitar imágenes como complemento para el estudio diagnóstico y hacer una olfatometría para medir la capacidad olfativa.
En este Día Mundial de la Anosmia recordemos que no tener olfato o perder el placer de oler significa desconocer o dejar de reconocer aromas particulares, familiares y placenteros, perder la posibilidad de conocer una parte de nuestro entorno y, además, quedar expuestos a situaciones que muchas veces pueden comprometer la vida por no tener la capacidad de alarma.
* Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81701) es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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