Correr una carrera es un evento memorable, o al menos debería serlo. Hay tantas competencias en el calendario que se superponen unas con otras. La primera vez que competimos es algo inolvidable. Con los años, muchas de esas competencias se vuelven menores en comparación y muchas las corremos sin prestarle la misma atención de nuestros comienzos. A veces preferimos correr más carreras de forma superficial que correr unas pocas dedicándole todo.
Pero lo más sabio es aprender a tener nuestros objetivos bien enfocados y poner nuestra mente en ellos. Empieza el año y es un buen momento para recordar que la planificación es la gran aliada de todo atleta.
Dos o tres carreras al año pueden ser nuestros objetivos principales. Carreras a las que queremos ir para obtener nuestro mejor resultado posible. Disfrutarlas y aprovecharlas al máximo. Vivir la experiencia de forma completa. Esas fechas deben estar bien pensadas y una vez ubicadas en nuestro calendario deben ser el centro alrededor del cuál girará todo lo que haremos durante los meses siguientes. Se pueden correr otras carreras si no entorpecen el entrenamiento, pero en todo caso serán parte del camino, no el objetivo. Para tener claro el ciclo de toda carrera hay que dividir en tres partes el proceso.
Primera parte: elegir el objetivo. Soñar una competencia que hemos puesto como prioridad. La visualización es parte del trabajo. Por motivos que van desde las fechas hasta el lugar donde se desarrolla la carrera, se piensa y se opta por un objetivo concreto. Ahí empieza el camino. Antes de empezar a entrenar una carrera hay que anotarse en ella. Esa es una gran motivación y evita la angustia de no estar dentro de la carrera, poniendo en riesgo nuestro cupo. El primer empujón es anotarse. Allí el sueño da paso a la segunda etapa.
Segunda parte: pasar a la acción. Anotados en una carrera que elegimos, adquirimos un compromiso con nosotros mismos al que no debemos renunciar. Ya no es un espacio difuso de entrenar para algo, ahora hay un objetivo y ese foco hará la diferencia. Se tiene un plan de entrenamiento y se lo cumple.
Soñar es algo imprescindible para todo atleta, pero el comienzo del entrenamiento, el paso a la acción es lo que hace que la máquina que se ha puesto en marcha con el sueño empieza a avanzar. Ese proceso debe ser tomado en serio, poniendo la meta -metafórica y literalmente- en nuestra cabeza.
Vamos a esa línea de largada y a esa línea de llegada. Soñar es hermoso, entrenar también debe serlo, aún en los momentos más duros. Todo es un camino y hay un lugar al que queremos llegar.
Tercera parte: la gratificación. En la línea de partida de una carrera hay que tomarse un segundo para valorar y agradecer el estar allí. No perdimos el foco y llegamos a la carrera. Luego podremos tener un mejor día o un peor día, pero llegamos hasta ahí. Lo soñamos, lo entrenamos, ahora vamos a concretarlo.
Al terminar la competencia hay que sentir esa plenitud, esa felicidad de hacer realidad lo que planificamos. Pasar la línea de llegada es el segundo triunfo de la jornada, el primero fue pasar la línea de largada. Al terminar, debemos sentirnos bien con nosotros, pensar en todo lo realizado. Listos para recuperarnos y descansar, también hay un camino para la mente al terminar la carrera. Evaluar cómo nos fue, ser críticos sin ser demasiado duros con nosotros mismos, pero por encima de todo, tener conciencia del momento y de todo lo recorrido.
Qué el final de la carrera, ese día y los posteriores, no nos encuentre sin pensar en lo vivido. Para que cada carrera valga la pena hay que vivirla antes, durante y después. Lo soñamos, lo entrenamos y lo hicimos. Motivos de sobra para estar contentos. Hasta no completar ese proceso no deberíamos meternos en el siguiente. Pocas carreras vividas de forma total son una gran fórmula para rendir mejor y ser felices.
*Santiago García es maratonista, autor del libro “Correr para vivir, vivir para correr” y “Volver a correr”. Completó la Six World Marathon Majors dos veces. En Instagram: @sangarciacorre.
Producción: Dolores Ferrer Novotný / Realización: Gastón Taylor / Edición: Mariano Llanes
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