“Shivaia tiene dos significados: es ‘encontrá el tesoro que tenés dentro tuyo’ en sánscrito. Y también significa ‘estar vivo’. Es un nombre que encontré hace muchos años y es parte de un mantra. Le modifiqué la y final por una i para que suene más dulce y realmente me identifico mucho con ese nombre”.
Así comenzó a contar del otro lado del teléfono el origen del nombre con el que eligió llamarse -primero a ella misma- y luego a su emprendimiento, que desde hace 17 años brinda masaje californiano en Uruguay. “Mi nombre del documento es otro y si me llaman en la calle de esa manera no lo reconozco”, aseguró Shivaia Sigbaum a Infobae.
“Masaje californiano” es el nombre con que se conoce en la Argentina a una técnica de masajes surgida en 1962 en el Instituto Esalen en Big Sur, California, fundado por Michael Murphy y Dick Price como centro para investigar sobre el movimiento del potencial humano.
Se trata de un masaje en que el masajista recorre el cuerpo a través de movimientos largos, estiramientos y torsiones creando fluidez para relajar el sistema nervioso. Lo que lo diferencia de otros masajes es el enfoque, ya que durante la sesión, el terapeuta armoniza holísticamente su energía con la del paciente fusionándose y creando así un campo vibracional único que le permitirá dejarse llevar y liberarse del estrés y tensiones acumuladas.
Sobre la técnica que ella practica, Shivaia prefiere llamarla como “un mimo para el alma”. “El masaje californiano se basa en movimientos rítmicos y envolventes, sumamente efectivos para liberar el estrés en las personas -describió la masoterapeuta-. Es una integración de diferentes técnicas: masaje relajante, tejido profundo, hamacados armónicos, masaje lateral y para embarazadas, masaje descontracturante, reflexología, estiramiento y drenaje. Además, se trabaja con la respiración que acompaña los movimientos y el trabajo corporal durante toda la sesión”.
La terapeuta brinda sus servicios a destacados deportistas, empresarios y celebrities, que cada verano la eligen para tener un momento de relax y desconexión en plena temporada esteña. Y tras aclarar que “cada persona es diferente y atraviesa estados diversos”, Shivaia destacó que “es por eso que el terapeuta toma en cuenta estas características para hacer que cada sesión sea única. Se utiliza música, aromaterapia, aceites esenciales, cremas, mucho respeto y amor”.
“Se realiza sobre una camilla amplia y cómoda (con memory foam) sobre sábanas. Se recomienda tomar una ducha antes del masaje, comer liviano y reservarse un tiempo para relajarse luego de la sesión”, recomienda Shivaia en su página web. Pero no siempre sus sesiones de masaje californiano fueron así: hubo un tiempo, allá por sus comienzos hace 17 años, en que Shivaia no tenía su propia sala. Tampoco tenía camilla, e iba a las casas donde realizaba sus masajes a domicilio en bicicleta.
Sobre sus orígenes y qué la llevó a dedicarse a esto, Shivaia contró: “De chica, en casa, le hacía masajes a mi mamá. A los 15 años en mi familia no teníamos plata y una amiga me aconsejó que le haga masajes a su mamá y le cobrara para tener plata para salir. Y así empecé. Luego estudié educación física, pero sentía que tenía que ir por otro lado, ayudar a sanar a las personas. Me capacité, un día fui a José Ignacio, le hice masajes a los dueños de una posada, y así empecé”.
La pandemia como un antes y un después
Hasta que la pandemia de COVID-19 cambió el mundo para siempre, Shivaia iba de diciembre a marzo a Uruguay a trabajar. Pero cuando en marzo de 2020 se cerraron las fronteras, la mujer no pudo volver a Argentina, donde vivía con sus padres, a quienes ayuda económicamente ya que ambos son jubilados.
“Me quedé sin la casa que alquilaba por la temporada, y a la vez no podía volver a Argentina, por lo que envié el dinero que había ganado ese verano a mis padres y fui rotando de casa en casa”, recordó Shivaia a este medio sobre cómo la crisis sanitaria mundial fue su oportunidad personal para afianzarse definitivamente en lo que ella hace y ama. Y continuó: “Primero un paciente me prestó un departamento por tres meses, luego alquilé una casa, y se me ocurrió pedir prestado un galpón para armar mi sala de masajes”.
Shivaia no sólo tuvo que reinventarse, sino que debió hacerse “local” en un ámbito en el que siempre había sido “visitante”, por usar términos futboleros. “Es que yo trabajaba desde hacía muchos años en Uruguay pero siempre con el turista extranjero y en ese momento me tuve que hacer conocer por el ciudadano local; fue un volver a empezar en ese sentido, más allá de que trabajaba en el país hacía mucho -rememoró-. Fue muy difícil, pero lo logré; este año atendí gente de Suiza y Escocia que llegaron por recomendación”.
El espacio que acondicionó como lo que hoy es su sala de masajes, a la que de todas las latitudes llegan cada año destacadas personalidades que “de boca en boca” conocen sobre ella, está en medio del bosque, en La Juanita, en José Ignacio. “En pandemia eso fue un plus para mi porque nadie quería que entre gente a sus casas, y eso hizo que la gente quiera venir a mi sala, lo cual ayudó a que me estableciera, más allá del entorno natural, la calma, y la paz que allí se respira, que sin dudas le suma un valor agregado a la experiencia”, sostuvo.
Por qué la eligen los famosos
“Siento que mi misión en esta vida terrestre es poder ayudar a las personas a sanar, a estar un poco mejor en el día a día, acompañar sus procesos desde el amor, la contención, la empatía”, comenzó a relatar la terapeuta sobre el motivo detrás de su éxito. Y agregó: “Creo que un mimo al alma en estos tiempos es lo que muchas personas necesitan para estar bien, darles un poco de esperanza en su día a día, no importa cuál sea su problema, cada uno lo transita a su manera”.
Shivaia aseguró que su trabajo le da “mucha satisfacción” y destacó que recibe “mucho del otro lado”. “Creo que siempre hay que dar, dar, dar, que por algún lado todo vuelve”, sostuvo. Puntualmente, acerca de por qué las celebridades que veranean en Uruguay buscan cada año su servicio, consideró: “Porque trabajo con amor y pasión. Amo lo que hago”.
“Una de las cosas por la que me caracterizo es que soy muy reservada -ahondó-. Dicen que tengo ‘algo’ que yo todavía no lo sé; al final de la sesión, si la persona me lo permite, suelo hacerle una pequeña devolución de lo que a mi me pasó durante el masaje, me conecto con el alma de la persona”.
Instalada ahora en La Juanita, en José Ignacio, Shivaia relató que en sus comienzos trabajó cinco años en El Torréon, estuvo en Casa Suaya, brinda servicio hace dos años en Posada Ayana y sigue yendo a domicilio a atender a sus pacientes más exclusivos. “Siempre me muevo en este entorno; ya la gente viene de Punta del Este y se queda a pasar el día en familia, y mientras algunos están en la playa otros van pasando por mi sala”.
“Tengo una relación profesional y además íntima con mis paciente; son mi familia”, destacó. La sesión de masaje californiano que brinda Shivaia oscila entre los 60 y 90 minutos. Utiliza aromaterapia, aceites esenciales, todo en un entorno que invita a la relajación y que le vale el calificativo de “mimo al alma” con el que ella misma describe su trabajo.
Debido al crecimiento que tuvo su emprendimiento en el último tiempo, Shivaia este año sumó colaboradores, por lo que en la actualidad cuenta con un equipo de terapeutas especialistas en otras técnicas de masaje. “El objetivo es en el corto plazo sumar más profesionales y poder brindar servicios de osteopatía, medicina china, entre otras técnicas”, contó.
Como una fiel exponente de aquello de “persevera y triunfarás”, Shivaia patentó su propia marca como Shivaia Masaje Californiano, y explicó su presente como “el resultado de muchos años de remar”. “Siento que todo lo que sembré durante todo este tiempo hoy lo estoy cosechando, y mi actualidad me encuentra más segura de mí misma, mejor parada, y sobre todo feliz del reconocimiento de mis pacientes”.
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