Hay un consejo, el primero. Uno que es tan secreto como simple, y que prevalece sobre el resto: sonreír. Barbie una azafata argentina que tiene 30 años y acumula más de 160 mil seguidores en Instagram y 3,5 millones en TikTok, dice que es la forma correcta de subirse a un avión. “Viajar con una sonrisa es el mejor pasaporte. El consejo que puedo darles es que saluden al subir. Eso para nosotras es super importante. Y lo valoramos muchísimo”, dice a Infobae.
Seguramente sea materia para que desarrolle un psicoanalista, pero la actitud positiva tendrá su efecto también ahí arriba, cuando nos encontremos pidiendo un café algo sorprendidos al mirar por la ventanilla ese especie de campo de algodón que nos regalan los 10 mil metros.
Ser tripulante de cabina en un avión repleto de pasajeros implica tener que lidiar con la gente y sus hábitos. Barbie Bacilieri, como tantas otras, sabe bien de qué se trata. Las y los auxiliares de vuelo son los encargados de imponer un orden, cuidar las reglas y velar por la seguridad de cada una de las personas. Ellas acumulan cientos de batallas que han tenido que dar, en algunos casos, ante la mala educación de algunos viajeros.
Los usos y costumbres de esta época, marcados a fuego por el poder de las redes sociales, ponen a quienes tienen este trabajo en una esfera diferente -y tal vez- menos hermética de como se la conocía hasta el momento. Son varias las azafatas y los auxiliares de vuelo que vierten en sus Instagram y TikTok, una biblia de recomendaciones que cientos de miles de pasajeros siguen y toman en cuenta antes de volar.
Y entonces, una primera pregunta se impone, quizás el gran interrogante que hoy, pese a ser el avión el medio de transporte más seguro, prevalece como una estampa obligada para quien se precie a subir a esta caja presurizada que puede llevarnos de un continente a otro en 12 horas: ¿qué hacer ante el miedo a volar?
“Hay que sacarse todas las dudas antes del vuelo y no creer en lo que se ve en las películas. El miedo es totalmente irracional y las películas no ayudan mucho que digamos. En Internet hay desinformación y no ayuda a tranquilizarte. Busquen gente real que hable sobre el tema y que humanicen lo que es volar. En mis videos yo intento, más allá de entretener, ponerle cara a un trabajo y al hecho de volar, que muchas veces parecen cosas irreales”, dice Barbie.
Y agrega: “El avión es un medio hostil para cualquiera: hay sonidos, olores, movimientos, y hasta personas, que son totalmente desconocidos, y eso nos saca de nuestra normalidad. Por eso no hay una formula mágica para no tener miedo. Lo mejor es intentar disfrutar lo maravilloso que es volar, y pensar que si fuera inseguro no habría ni siquiera personas que trabajen allí todos los días”.
Josefina Macchi, acaba de aterrizar de un vuelo y pide disculpas por la demora de su respuesta ante la consulta de Infobae. Como Barbie, esa es la historia de su vida y hoy la muestra ante miles de seguidores en sus redes. “Hay que tratar de asociar la experiencia a algún momento distendido: descargarse una serie, escuchar música, leer un libro. Muchos pasajeros no van al baño del terror que tienen ¡y ahí les propongo que vengan a charlar conmigo! Se les pasa mucho más rápido porque nos ven relajadas”, dice la azafata a propósito del miedo a volar.
7 claves para que viajar en avión sea placentero
Barbie y Josefina idearon a Infobae un manual para tener en cuenta a la hora de subirse a un avión. Cada uno de estos consejos son parte de lo que ellas vierten en sus redes cuando miles de seguidores las contactan para hacerle consultas.
1) Vestirse cómodo. Usar ropa que no quede ajustada y lo mismo con el calzado. “En el avión nos hinchamos y vamos a estar muchas horas sentados en posiciones incómodas”, dicen.
2) Llevar snacks. En muchas aerolíneas la comida está incluida y en otras no. Pero “siempre es mejor llevar algo rico para comer, eso te entretiene y también quita la ansiedad”, recomiendan.
3) Tomárselo con calma. “Viajar en avión es hermoso ¡pero también es super estresante!”, reconocen. Desde que armamos las valijas ya empezamos a sentir miles de emociones, y al llegar al aeropuerto empieza la aventura. Los nervios son normales, pero no hay que dejar que arruinen el viaje.
4) Evitar viajar congestionado o resfriado (pueden taparse los oídos y doler)
5) Es ideal viajar con una serie descargada. El tiempo se pasa volando, valga la redundancia.
6) No sacarse el calzado y volvérselo a poner. Finalizado el vuelo es abismal la diferencia en cuanto a inflamación “y a veces ni siquiera le entra el calzado a la gente”, aseguran”.
7) Es clave haber comido liviano “así evitamos momentos incómodos o tener que molestar al que está al lado para ir al sanitario”, dicen.
¿Turbulencias, el momento relajado de las azafatas?
Hay un mito que dice que las azafatas les “gusta” los momentos de turbulencias. ¿Por qué?, por que son los instantes donde tienen que sentarse a descansar de los pedidos y reclamos de la gente.
“¡Sí!, es cierto. No hay nada que podamos hacer contra las turbulencias así que nos sentamos y nos atamos”, afirma Josefina. “Así que lo consideramos un momento relajado: ya sabemos que no va a pasar nada grave si estamos aseguradas. Lo que no hace que la transitemos tranquila. Es cuando los pasajeros comienzan a pararse para agarrar cosas o ir al baño”, agrega.
“A las azafatas nos encanta nuestro trabajo. Diría que es uno de los pocos trabajos del mundo en el cual los empleados tienen tanto amor y pasión por lo que hacen. En el avión estamos para la seguridad y la tranquilidad de los pasajeros, por eso cuando hay turbulencias son momentos claves, porque todos nos miran a nosotras a ver cómo estamos”, apunta Barbie.
Y suma: “Lo que quizás no saben es que la turbulencia es igual para todos, y debemos estar sentados durante el tiempo que estén encendidos los carteles de cinturones. Durante ese tiempo lo único que queda es tener paciencia, sentarnos, y relajarnos. El trabajo en si nunca se acaba, porque seguimos estando super atentas a los pasajeros, pero el servicio de comida seguramente se posponga hasta que la turbulencia termine”.
Las cosas más raras que encontraron y los pedidos extraños de la gente
Barbie dice que se topó con cientos de objetos y cosas impensadas en los aviones. “Un cuello ortopédico, ropa interior usada, pantalones, medias, pantuflas, computadoras, celulares, billeteras, y las valijas”, enumera entra risas.
A la azafata le suelen preguntar todo el tiempo si alguna vez encontró a dos pasajeros juntos en el baño del avión. “Lamento decir que no, -desmitifica-. Yo siempre hice vuelos relativamente cortos en aviones chicos. ¡No da el tiempo ni el espacio! Las películas nos hacen creer que es algo que sucede en todos los vuelos, pero la realidad es que el baño del avión es super pequeño y que siempre está vigilado por los tripulantes por cuestiones de seguridad”.
Josefina cuenta que también se encontró con ropa interior. “En un vuelo a Santiago del Estero ¡encontré una bombacha en el asiento! Increíble”, recuerda.
La consulta que más le hacen es: ¿por dónde estamos pasando ahora? “El hecho de que estemos ahí arriba no hace que tengamos GPS (risas). Nosotras no tenemos ni idea, igual que los pasajeros. No tenemos pantallita así que no sabemos”, cuenta la azafata. Lo que menos hacemos es mirar por la ventana, al punto que nos olvidamos que estamos ahí dentro. Es muy gracioso”, agrega.
¿La pregunta más extraña que le tocó a Josefina? Le preguntaron si podían llevar un lechón en el avión. “La realidad es que si es un vuelo fuera del país hay 99% de probabilidades que te lo saquen porque eso no se puede. Pero me preguntan de todo”, suelta jocosa.
Vivir en el aire
Tanto Josefina como Barbie saben también de algún que otro vuelo complejo o de algún momento en los que uno como pasajero -y ellas como azafatas- se puede sentir algo de preocupación. “Lo más complejo es cuando estamos por aterrizar y hay tormenta. Porque quizás el avión no puede aterrizar directamente y hay que sobrevolar la zona hasta que sea seguro aterrizar”, dice Barbie.
Y agrega: “El problema es que es difícil lograr que los pasajeros entiendan que estar en el aire en ese momento es más seguro que aterrizar, y se enojan porque se les demora la conexión o porque están cansados de estar sentados”
Josefina recuerda una situación médica. “Una mujer se descompensó en plena maniobra de aterrizaje y no le encontrábamos el pulso. Le terminaron inyectando y enseguida llegó la ambulancia”, rememora.
Ambas azafatas, como muchas, aman su trabajo. Y así es como se ve en sus redes. “Mis momentos favoritos son el embarque, porque me gusta sorprenderme con cada persona que sube al avión, y el servicio, porque es el momento para interactuar con los pasajeros y dar lo que estaban esperando: la comida”, cuenta Barbie quien dice justamente que le gusta contar en sus videos todas las cosas que sirvan para desmitificar algunos aspectos que hay en torno a viajar en avión.
Para ella no solo es responder consultas. “¡También tiene que haber lugar para divertirnos un poco! Siempre con el mayor de los respetos hacia la profesión del Tripulante. Lo más lindo que me dio mi trabajo en el avión y en las redes es motivar a otros a que persigan sus sueños, y que si quieren ser tripulantes, que se animen. El cielo es grande y hay lugar para todos”, grafica emocionada.
Josefina cierra: “El momento más lindo es cuando entrás a la cabina de mando a alcanzarles algo a los pilotos. Ya sea la comida o el café. Allí ves la vista espectacular casi panorámica. Ese momento es único.
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