A horas de presentarse con “Atrévete a disfrutar de tu paz” en el Salón Río de Janeiro de Enjoy Punta del Este, Pilar Sordo dialogó con Infobae. Esta esperada conferencia llega a Uruguay y se enlaza como brazo del último libro de la psicóloga y escritora chilena, “Del amor propio al amor al otro” (Planeta).
“Esta conferencia es una reflexión que se hizo en los grupos de trabajo cuando descubrimos que, lo que está pasando en la humanidad, es la pérdida del sentido de la vida. Entonces, apareció el tema de la búsqueda de la paz. ¿Sabemos estar en paz? Hay algo adentro que nos dice que sí, que sabemos... pero no es algo que practiquemos para estar en ese estado. Muy por el contrario, parece que estamos sometidos a un tsunami permanente que nos impide sentir paz. En base a eso, descubrí algunos elementos que nos hacen perderla y qué hay que hacer mantenerla”, le dijo Pilar Sordo a Infobae en Punta del Este.
-- ¿Qué es la paz interior?
Es el silencio. Cuando respirás profundo y no te atormenta nada en la cabeza. Cuando no aparece un tema inconcluso... El silencio en el cuerpo también informa de la pérdida de paz. Por ejemplo, cuando tenemos la panza apretada o respiramos mal. La paz es silencio. Es la ausencia de ruido interno.
-- ¿Cómo influye la espiritualidad para sentir paz interior?
La espiritualidad no tiene que ver con la religiosidad, pero la paz interior sí. Hay una búsqueda del sentido de trascendencia y la profundidad del contenido me permite moverme con energías distintas. Hay que saber cómo vibrar alto o cómo conectarse con esa sensación de paz. Tiene que ver con la trascendencia.
--¿Por qué afirma que, cuando hay caos afuera, la única opción que tenemos es ordenarnos por dentro?
Estamos llenos de causas políticas, religiosas, climáticas, económicas, medioambientales... Cuando todo está tan desordenado adentro -y yo sé que en eso no puedo intervenir- puedo elegir cómo vivo ese caos y me distancio. Me alejo con cada una de mis decisiones conscientes, para poder entrar o salir del caos cuando yo lo decida. Sino, los costos que pagaré por entrar sin darme cuenta, van a ser muy altos. Por ejemplo, en el cuerpo se paga con la migraña, con el cansancio, el lumbago, el colon irritable, la cervical...
Cada vez que entramos al caos, nos estresamos y salimos sin conciencia. En cambio, si entro y salgo conscientemente voy a terminar cansada, pero consciente de qué es lo que me produjo ese cansancio. No me va a pasar que, de repente, no me pueda levantar y no sepa por qué.
--¿ Cuáles son las herramientas que propone?
Son cuatro herramientas que me dio mi maestra, una monja budista que vive en un convento, en España. Me pidió especialmente que a la gente le enseñe cuatro cosas. La primera es la búsqueda del silencio. Es importante saber que el silencio no es la ausencia de ruido, sino que es un viaje que uno hace para adentro. Perfectamente, una persona puede estar hablando con otra gente, pero conectada consigo misma.
Las otras dos herramientas son la desintoxicación informativa y trabajar el apego en todas sus dimensiones, con cosas y personas. Hay que intentar no necesitar, porque la necesidad o el anhelo de cosas, me saca del presente y de la conciencia. En la medida que se trabajan esas cuatro cosas, además de otras herramientas que revelo en mis charlas, hay más posibilidades de poder vivir sin ruido interior.
El tema es el afuera: mientras más entro al afuera, más salgo de mí. Me gusta decir esta frase que no solo aplica para las parejas, sino que funciona con el mundo. “Si para acercarme a tí me tengo que alejar de mí, la relación no funciona”.
-- Según los estudios que Ud. realiza cada año, ¿cuál es la habilidad más importante importante para este 2023 que recién comienza?
Todos los años descubro qué habilidad es la más necesaria, según la gente con la que estudio. El año pasado descubrimos que, como todo lo que se planificaba se modificaba, se requería de mucha flexibilidad. Para este año, la clave es la calma, que tiene una consecuencia: se genera cuando se desarrollan dos habilidades previas, la confianza y la paciencia. No puede haber paciencia sin confianza, porque no puedo esperar si no confío. Este año, vamos a necesitar confiar en algo: en Dios, en la luna llena, en un hermano... Si yo confío, espero. Y, si confío y espero, tengo calma. Es el trígono de este año.
-- ¿Cómo se planifica un año para que no sea uno más del montón?
Hay que preguntarse qué vas a hacer para que este año te cambie la vida en algo. Parece una pregunta tonta, pero no lo es. Cuando llega el último día del año estamos todos de blanco, con las velas prendidas... y hacemos mil promesas, que seguro a esta altura ya se rompieron (risas). Hay que saber qué quiero, qué necesito verdaderamente para que, en algo, este año me cambie la vida. Tener conciencia y foco en relación a lo que quiero trabajar.
No me puedo poner con veinte cosas, porque no las puedo hacer. Por ejemplo, puedo proponerme dejar de comer harinas, o ir al gimnasio, o no tomar alcohol ... pero hacer todo junto es imposible. A lo mejor, si me propongo solamente hacer ejercicio o solo dejar el azúcar, tal vez lo logre. El tema es cómo pongo foco y conciencia en aquello que quiero conseguir. Eso se hace con disciplina, planificación y orden, pero sobre todo, con fuerza de voluntad.
-- ¿Qué nos enseñó la pandemia?
Fui de las ingenuas que pensó que la pandemia nos iba a hacer más buenos. Evidentemente, eso no pasó. Los que somos buenos, seguimos siéndolo y, los que están heridos, siguen mostrando la herida. Siento que la pandemia dejó preguntas. Hay mucha gente preguntándose cosas, en forma natural y espontánea. Si le gusta su trabajo, si viven donde quieren, si les gusta su pareja... Lo que más dejó la pandemia son preguntas.
Prometimos que íbamos a cambiar muchas cosas y eso no fue así. Había gente que me llamaba llorando porque no podía ver a sus padres. Me decían que, cuando terminara la pandemia, los iba a ver más seguido. Pero hoy los siguen viendo con la misma frecuencia que antes.. Pasó el miedo y la pandemia no fue motor de cambio.
-- ¿Por qué?
Porque somos negadores y porque no aprovechamos conscientemente. Como determinada experiencia nos hace sufrir, arrancamos el dolor y, también, su aprendizaje. La idea es que cada dolor que llega a la vida nos transforme, sino, ¿para qué llegó?.
Todo llega con algún sentido. Entonces, la situación dolorosa se vuelve a repetir porque el aprendizaje lo tenes que hacer igual. Hay que pasar de curso. Frente al dolor hay que aprender rápido la lección, sino nunca te deja de afectar.
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