¿Por qué países con ingresos per cápita medios o bajos, como Argentina, Uruguay y Brasil ven surgir tantos jugadores de fútbol destacados? ¿Qué lo explica? ¿Las escuelas de fútbol? ¿La pasión con la que en estos países vive el deporte? ¿Por qué tantos jugadores pertenecen a clases sociales humildes? ¿ La necesidad de hallar una camino de vida que les permita superar sus orígenes? ¿Cómo es que, a pesar de la situación de pobreza de muchos, tuvieron las necesidades básicas suficientemente satisfecha como para poder alcanzar tanta trascendencia? ¿Qué tienen en común Diego Maradona, Pelé y Lionel Messi? Si, claro, son Sudamericanos. ¿Pero qué otra cosa los une que hizo que llegaran a ser tan trascendentes?
Un novedoso estudio con el provocador título Hacer un Maradona: consumo de carne y destreza futbolística (o su versión en inglés Making a Maradona: Meat Consumption and Soccer Prowess) propone que el acceso a consumo de proteínas de la carne por parte de sectores de clase socioeconómica baja o media baja de países como los del Conosur, conjugado con otros factores, como el que los economistas llaman costo-oportunidad, da como resultado la llegada a la cumbre del fútbol de chicos de esos estratos sociales.
El trabajo fue realizado por Martín Rossi, doctor en Economía y vicerrector de la Universidad de San Andrés, junto a Christian Ruzzier doctor en Economía por la Toulouse School of Economics y profesor de la misma casa de estudios. El trabajo fue publicado en línea en IDEAS, una base de datos bibliográfica dedicada a la Economía.
“Brindamos evidencia novedosa de que las personas pobres nacidas en países con un alto consumo de carne tienen más probabilidades de mostrar destreza futbolística. Nuestros hallazgos son robustos al controlar la población, el ingreso per cápita y el interés en el fútbol. Postulamos que la combinación de carne relativamente barata y bajos costos de oportunidad de participar en una carrera en el fútbol profesional puede explicar esta asociación entre el consumo de carne, el bajo nivel socioeconómico y la destreza futbolística. El acceso a carne barata implica una alimentación de mayor calidad, que permita el desarrollo de las funciones cognitivas necesarias para sobresalir en el fútbol. La pobreza implica un bajo costo de oportunidad de poner en práctica esas funciones cognitivas mejoradas en el fútbol”, resumieron los autores en su trabajo.
Rossi contó que el trabajo comenzó cuando vieron que la FIFA había nominado a los que consideraba los mejores seis jugadores de la historia: Diego Maradona, Pelé, Alfredo Di Stéfano, Johan Cruyff, en el Siglo XX; Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, en el Siglo XXI.
“Nos pusimos a pensar qué tenían en común todos ellos y encontramos que es básicamente que todos ellos nacieron en hogares de clase baja o clase media baja trabajadora en países con alto consumo per capita de carne. Lo que hicimos es empezar a ver si realmente podíamos encontrar un patrón general y lo encontramos”, relató Rossi a radio Mitre. “Lo que encontramos fue que la mayoría de los jugadores con talento vienen de países donde consumen mucha carne y son gente que nació en hogares relativamente pobres”, resumió.
El economista precisó que con el coautor del trabajo estudiaron la biografías de “todos los jugadores que fueron nominados al Balón de Oro” y detectaron que “desproporcionadamente habían nacido en hogares de clase media o media baja y la mayoría también en países donde la carne es barata y por lo tanto los pobres pueden consumirla. Hicimos un análisis econométrico con datos de todo el mundo para ver si encontrábamos una correlación y la encontramos”.
Cuando se le preguntó sobre la realidad actual de los chicos de esas clases sociales respecto de sus posibilidades a consumir carne y obtener las proteínas necesarias para desarrollar su sistema cognitivo, Rossi advirtió que en el trabajo miraron “el talento en el Siglo XXI sobre todo y fuimos 20 años para atrás en todos estos jugadores para mirar su infancia, es decir que no estamos analizando las condiciones actuales para predecir qué va a pasar dentro de 20 años”.
“Pero mi opinión es que los pobres, la gente de clase media baja, de clase trabajadora en Argentina consume, en promedio, mucho más carne de la que consume alguien de una clase similar en otros países de ingresos similares”, agregó. En el resto de “Sudamérica, Asia en general, en países del PBI per cápita parecidos a la Argentina, la gente de clases más bajas consume menos carne”.
El surgimiento de talentos futbolísticos en esta parte del mundo, agregó, tiene relación con dos factores que se conjugan, “uno es que el consumo de carne te permite desarrollar las funciones ejecutivas del cerebro, que son procesos cognitivos que sustentan actividades como la planificación, el pensamiento flexible, la creatividad, la concentración, la inhibición de comportamientos indeseables y esto es muy importante en el futbol”.
“Nosotros fuimos mostrando en la literatura que el fútbol no es como la carrera de 100 metros, donde todo es físico, sino que la creatividad y la cuestión cognitiva es muy importante. Los jugadores tienen que tomar decisiones en situaciones muy cambiantes, tienen que tener un mapa de la cancha y los buenos jugadores requieren que se desarrollen sus capacidades cognitivas”, subrayó.
Rossi aseguró que durante el trabajo fueron “corrigiendo factores como el tamaño poblacional, la cantidad de pobres y el interés en el fútbol porque uno puede decir que en Argentina, Uruguay y Brasil salen más jugadores de fútbol porque hay más pasión” por ese deporte que en otras regiones, pero destacó que tuvieron en cuenta la “medida de pasión en el fútbol que da la FIFA y controlamos por tamaño de país, por el ingreso per cápita, por la cantidad de pobres y aún así estamos encontrando este fenómeno”, dijo.
Por otra parte, las necesidades que tuvieron esos jugadores durante la niñez “cambia lo que los economistas llamamos costo-oportunidad” que significa que, si una persona “nace en un hogar pobre —está documentado—, es muy improbable que vaya a la universidad. Viven con más hacinamiento, por lo que tienden a pasar más tiempo fuera de sus casas jugando, tienen menos dinero para estar en actividades de recreación y muchos terminan practicando un deporte que es relativamente poco costoso como es el fútbol”.
Esto genera, dijo, “ciertas condiciones”, pero aclaró que, “si vos tenés todo eso, pero no tenés las capacidades cognitivas” la ecuación no daría de la misma forma y no surgirían ídolos deportivos en esta dimensión porque “hay toda una literatura que muestra que esas capacidades se necesitan desarrollar para sobresalir en un deporte como el fútbol”. “Entonces lo que nosotros documentamos es que es esa interacción entre las dos cosas, entre tener el tiempo, las ganas, la necesidad, y además haber podido desarrollar tu cerebro relativamente bien por haber consumido una dieta que no es terriblemente mala”.
Este trabajo, destacó, no está comparando las dietas de los niños ricos y los pobres, que en el primer caso “obviamente será de más calidad”. “Acá lo que estamos comparando es la dieta de pobres de distintos países”. “Hay dos condiciones que se necesitan para sobresalir en el fútbol: uno es tener las capacidades cognitivas y la otra es haberse dedicado a eso. Si uno nace en una familia de clase más alta el costo-oportunidad es distinto. El chico irá a un buen colegio, se puede prever que va a terminar siendo ejecutivo de una empresa que irá a la universidad, etc. Entonces en las decisiones de vida le dedicará más tiempo a practicar deporte. En cambio, la gente que nace en familias relativamente más pobres les cuesta más vislumbrar un éxito en el sendero de la acumulación de capital humano y tienden a dedicarle más tiempo a invertir en actividades deportivas”, concluyó.
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