Mucho se habló desde el comienzo de la pandemia por COVID-19 acerca de cómo las restricciones y medidas de cuidado que se impusieron a la población afectaría su salud mental. Y entre los grupos más vulnerables, los especialistas hicieron foco en los niños y adolescentes.
A medida que la emergencia lo fue permitiendo, pudo verse -tal como se sospechaba- que las cuarentenas, las restricciones a la movilidad y la imposibilidad de socializar en una etapa crucial del desarrollo efectivamente había afectado este aspecto no menor de la salud integral.
Puntualmente los niños y los adolescentes, que se vieron obligados a dejar no sólo las clases presenciales sino todas las actividades extraescolares, deportivas y sociales que realizaban vieron perjudicado su estado de ánimo, en una etapa de la vida en la que el contacto con los pares es clave.
En el Día Mundial de la Infancia, Infobae analizó con especialistas cuáles son las principales habilidades sociales que perdieron los niños durante la pandemia y de qué manera es posible ayudarlos a recuperar ese aprendizaje vital.
“La pandemia ha dejado muchas consecuencias negativas en la población, entre ellas son los niños pequeños quienes más las han sufrido, ya que se ha limitado su desarrollo en relación al vínculo con los otros. Existe un concepto llamado zona de desarrollo proximal, dónde el vínculo con otros niños, y la relación con los adultos ayuda al desarrollo de las habilidades del niño. Esta zona de desarrollo se ha visto truncada en la pandemia, no solo por la falta de contacto e interacción con otros niños, sino también por el exceso de pantallas, la falta de espacios personales, y el uso del barbijo”. Así comenzó a analizar el doctor en Psicología y docente Flavio Calvo (MN 66.869), quien amplió: “Es importante tener en cuenta que la comunicación no verbal, (sonrisas, miradas, gestos) comunican mucho más que lo puramente verbal”.
Y tras asegurar que “los niños pequeños han pasado mucho tiempo frente a personas con barbijo, no aprendiendo a leer y decodificar esas sonrisas, miradas o gestos, perdiendo así gran parte de las habilidades comunicacionales”, remarcó: “Niños de dos o tres años, estuvieron mayormente rodeados de adultos con barbijos, por lo que no pueden fácilmente decodificar el movimiento de los labios o de la boca con la misma facilidad que otras generaciones”.
En opinión de la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841), “los niños se vieron afectados de acuerdo a su franja etaria de diferente manera; no es lo mismo un niño de jardín de infantes que uno que está en primaria”. “Hubo algunas franjas en las que la afectación fue muy importante, como los que empezaban primer grado o transitaban su último año de jardín -señaló-. Creo que este punto de quiebre entre el jardín y la primaria fue la franja más afectada”.
A lo que Calvo agregó: “La falta de contacto con otros niños también repercute en retrasos en el desarrollo del habla y del lenguaje, que se convierten en una bola de nieve, ya que, por esta falta de lenguaje, les es más difícil socializar con otros y acrecentar sus recursos.La observación, la imitación y la repetición son la manera que tienen los niños de aprender. Muchos de ellos al no haber tenido contacto con sus pares u otros niños de su misma edad durante estos años, no pudieron tener esa proximidad para aprender esas habilidades sociales”.
- ¿Qué hay acerca del comportamiento respecto al aprendizaje? ¿Cómo fue aprender a aprender en “situación de aula” para aquellos niños que transitaron su primero o segundo grado de primaria de manera virtual o híbrida?
- Calvo: El aprendizaje necesita no sólo de los componentes “fríos”, donde es necesaria la atención, la planificación y la resolución de problemas, sino también del entorno social, esta zona de desarrollo proximal de la que hablamos. El desarrollo del cerebro social necesita de una interacción que se mueve en dos direcciones: ya que la interacción social entre compañeros, afecta al desarrollo del cerebro y el cerebro afecta a la respuesta emocional y conductual a los compañeros.
Las habilidades sociales y emocionales afectadas, influyen sobre la manera de aprender. Muchos de los niños después de la pandemia demuestran poca seguridad y confianza en ellos mismos a la hora de participar en actividades grupales de aprendizaje, lo que repercute en los conocimientos que se adquieren.
Por otro lado, en el contexto de pandemia los chicos estuvieron excesivamente expuestos a pantallas durante horas, esto influye negativamente en los procesos de atención, concentración, memoria, sumado a las habilidades sociales de las que hablamos y control de los impulsos.
- Santellán: El aprendizaje áulico para un niño es elemental y no es reemplazable por ningún medio virtual por más interactivo que se lo haga y por más dinámico que pueda llegar a hacer.
Los niños tienen poca capacidad para prestar atención y justamente gran parte de su aprendizaje es social, por lo que reemplazar la situación áulica fue casi imposible. Los colegios hicieron grandes esfuerzos, pero los chicos se vieron tremendamente afectados en su aprendizaje.
Es norma casi en el mundo entero que la escolarización virtual hizo que perdieran habilidades interpersonales inevitablemente, se generaran muchos síndromes psicopatológicos, algunos leves otros severos que tienen que ver con haber disminuido su capacidad de afrontamiento a la dinámica interpersonal. Y por otro lado, haber estado con esta forma de enseñanza perjudicó los procesos de aprendizaje académico, es decir, los chicos aprendieron menos y socializaron nulo.
Los niños en el aula y en la escuela aprenden múltiples habilidades sociales: el trato con el adulto, poder establecer pautas dentro del aula, vínculos afectivos, y a su vez la movilidad, ya que el aprendizaje incluye movimiento.
Cómo ayudarlos a recuperar ese aprendizaje clave
En la mirada de Santellán, “los chicos de primero y segundo grado y preescolar fueron los más altamente afectados”. Para ella, “los chicos que no tuvieron gran daño psicológico ni pérdida de recursos van pudieron ponerse a tiro de los desafíos próximos, pero algunos otros quedaron con dificultades y necesitan una atención más personalizada”.
La especialista destacó que insta mucho a los papás “a no minimizar ni maximizar los problemas de los chicos”. “Es necesario que de alguna manera puedan volcar sus dificultades en espacios que sean idóneos, como espacios psicoterapéuticos o psicopedagógicos si requieren ayuda con instancias de aprendizaje”, sostuvo, al tiempo que aclaró que “por supuesto antes de intervenir es necesario hacer una buena evaluación para saber qué tipo de dificultades se están afrontando, eso a veces puede ser en forma conjunta con el colegio y los padres”.
“Creo que los que tuvieron menos perjuicio ya están pudiendo ponerse a tiro de lo que perdieron pero algunos quedaron con mayor grado de dificultad”, observó Santellán.
Para Calvo, “es importante saber que no todo está perdido, hoy en día se sabe que el cerebro está en desarrollo hasta la edad adulta temprana, eso significa que aún se tiene la posibilidad de aprender las habilidades perdidas tanto en niños como en adolescentes y adultos”. “Es importante para esto que los padres brinden a sus hijos espacios de juegos con otros niños, donde puedan recrearse e interactuar socialmente, para desplegar estas habilidades”, enfatizó.
En su opinión, “se puede acompañar a los niños, también, a leer cuentos en los cuales se trabajen los sentimientos y a relatar historias donde las emociones y conductas estén involucradas”, ya que según explicó “esto los beneficia en el entrenamiento cognitivo social, desarrollando sus habilidades”.
Y tras destacar que “para muchos niños, en especial los más chicos, puede ser difícil comunicar lo que sienten y piensan”, aconsejó que “conviene que sean los adultos quienes acompañen, iniciando conversaciones sobre las emociones y su expresión,para ayudarlos a reconocerlas y gestionarlas”.
Finalmente, consideró que “es importante, en cuanto a los conocimientos, estar en contacto y comunicación con los docentes de los niños, sabiendo cuales son las dificultades que atraviesan, para acompañar el proceso de aprendizaje”.
Unicef y una campaña por la educación, la salud mental y la inclusión de las infancias
Este año, el inicio de la Copa del Mundo coincide con el Día Mundial de la Infancia, por lo que el organismo vio la posibilidad única para enviar un mensaje contra la discriminación y en favor de la inclusión de todos los niños y las niñas.
Por este motivo, lanzó un video con estrellas del mundo del fútbol y chicas y chicos de todo el mundo que transmite el mensaje de que, sin importar de qué equipos sean, cuando se trata de los derechos de chicos y chicas, solo puede haber un equipo. Los participantes del video bregan por la educación, la igualdad y la salud mental de la infancia.
Argentina se sumó a esta acción con un video local, “El juego empieza en la infancia; los derechos también”, en el que Ángel Di María sumó su locución.
Seguir leyendo