La pandemia de COVID-19 lo modificó todo. Costumbres, trabajo y las relaciones sociales. El uso generalizado de las videollamadas, cuando el encierro se hizo inevitable, generó que las personas se vieran a sí mismas en una pantalla y que muchas advirtieran que deseaban una mejora. Esto, sumado al contraste con los rostros procesados por los filtros de las redes sociales, impulsó a muchos hombres y mujeres a buscar verse mejor para sentirse mejor.
Los especialistas dedicados a la medicina estética coinciden en que la comunicación digital cambió la percepción que las personas tenían de sí mismas. De acuerdo con datos del laboratorio Allergan Aesthetics reunidos en su informe The future of aesthetics (El futuro de la estética) el interés por los tratamientos de este tipo han crecido entre 2017 y 2020, un período en que los procedimientos realizados en todo el mundo alcanzaron casi a 2 millones.
El cambio en la forma que muchas personas ven y valoran su propia imagen y el consecuente crecimiento de la demanda de procedimientos estéticos está impulsando una fuerte reflexión de los especialistas en torno del futuro de la estética médica.
El doctor Raúl Banegas, cirujano plástico, especialista en esa área y formador de médicos en Latinoamérica, al reflexionar al respecto, destacó a Infobae la importancia de educar a los pacientes en la escucha durante la consulta.
“Estamos entrando en una era vibrante para la estética. Hoy la demanda de los pacientes están creciendo en forma exponencial. Como profesional, mi objetivo principal es educar a mis pacientes en su propio viaje estético. Es muy importante entender el rol de la consulta médica. Tener una mayor comprensión nos ayudará a determinar cómo conectar, tratar y atender a este paciente del mañana y, proporcionar un enfoque más personalizado“.
Cuando se le preguntó por las demandas actuales de los pacientes en las consultas, el experto reveló que las barreras más importantes que tenían las personas a la hora de hacerse un tratamiento eran dos: por un lado el miedo a la molestia o dolor y por otro lado la inseguridad acerca de los resultados que podría llegar a obtener el paciente. Pero las redes sociales han hecho una aporte, señaló, a la difusión de los resultados correctos con videos que muestran un antes y un después exhibiendo que, quién se está tratando “está con paz en el rostro, se ve que no manifiesta dolor ni molestia”.
Esto permite comprender que “no es una experiencia desagradable, sino muy por el contrario, es agradable. Por otro lado se ve que el resultado del antes y después es una mejoría sutil, leve y positiva, favorecedora y no que transforma ni deforma al paciente esto sin duda hizo que los pacientes acudan a la consulta médico estética mucho más desapegados de ese temor que venían unos años atrás”, aseguró.
—¿Cómo cambió la percepción que las personas tenían de sí misma la comunicación digital a través de pantallas?
—Sin duda la pandemia marco un antes y un después en muchos aspectos y la estética es uno. Hoy en la consulta los pacientes de las diferentes edades, e incluso más allá de ser hombres o mujeres, no buscan un tratamiento específico, todos buscan y quieren verse mejor, sentirse bien. Y se lo permiten sin estigma. Quieren ver la mejor versión de sí mismos. Antes los tratamientos estéticos eran un tema tabú no lo contaban mucho y hoy es algo que se va naturalizando, las personas van rompiendo barreras. Por ejemplo, hoy algo muy notorio es con los rellenos de hialuronico de labios lo cuentan, lo muestran sin problema.
—¿Todavía existe el prejuicio vergonzante con los tratamientos de medicina estética?
Las mujeres empezaron a contar si se hicieron algo, al menos entre ellas. Ya no es un tabú, aunque siempre está la que guarda su secreto y no lo quiere revelar, lo mismo que un peluquero no comparte sus recetas. El común de la gente comienza a pasarse datos, el boca a boca hoy es un camino muy importante. Creo que hoy se habla en la mesa de te, en una reunión, de los tratamientos nuevos que existen, de los profesionales a los que van, o piden recomendaciones, es algo que sin duda está sucediendo.
—Los hombres se sienten cada vez más cómodos cuidando su cuerpo y su apariencia. ¿Aumentó la demanda de tratamientos entre los varones? ¿Cómo lo viven?
—Ellos, que antes representaban un 3% o un 5%, hoy en día tenemos aproximadamente un 20% a 25% de la consulta y ellos sí que hoy son protagonistas y lo cuentan y no dudan. Ellos sí empezaron a comentarlo. A compartir datos. Cosa que antes, por una cuestión cultural, no podían venir y menos lo contaban o no lo decían por temor a ser el hazme reír, hoy muy por el contrario, comienzan a pasarse los datos. No solo concurren más sino que además no tienen ningún empacho a decir que van (al especialista en estética), especialmente la gente de Capital. La gente del interior (del país) aún tiene un poco de recelo, pero se va animando más a venir no todavía a contarlo. A los hombres antes los traían sus mujeres hoy ellos ya vienen solos por ellos mismos.
—Existe un debate dentro del mundo de los expertos en torno a “sobretratar”, “sobrerellenar” o producir resultados antinaturales. Esto aparece mucho en comentarios a través de los medios de comunicación sobre los tratamientos que han tenido malos resultados. ¿Cuál es su visión al respecto?
—La estética debería ser regulada y segura para todos los pacientes. Hoy estamos sumergidos en un mundo virtual y creo es fundamental mantener un equilibrio entre lo que es virtual, imaginario, porque en el consultorio muchas veces por los filtros de Instagram los pacientes piden cosas que son difíciles lograr: pieles irreales o que no son acordes a ellas, a su estructura. Por eso la consulta pasa a ser clave. Para entender las expectativas del paciente a mi lo que me gusta es destacar la belleza de cada uno sin pretender algo que no se puede alcanzar o que no representa a esa persona. Si el paciente me da permiso, le enseño a verse de otra manera y aceptarse, buscar potenciar su propia belleza no pretender la de alguien más.
Hoy llegan muchas veces a la consulta buscando algo que se hizo una amiga, con la foto de una celebridad o con una idea clara del tratamiento que creen que necesitan, pero es clave entender que en estética la evaluación y diagnóstico es esencial. No hay recetas universales, ni tratamientos mágicos. Ponernos en manos de un especialista y escuchar la devolución que nos da, llegar a plantear aquello que nos molesta o no nos gusta y buscar la armonía en el rostro de la mano de un profesional, es importante. Hay que entender que la consulta es muy importante. Los especialistas no debemos ser expendedores de producto somos asesores de estética.
Hoy la naturalidad manda y por eso por ejemplo los tratamientos con rellenos de ácido hialurónico son una revolución en la medicina estética ya que permite lograr un resultado natural y sofisticado, se nota que estás mejor, pero no sabes por qué. Ese es el secreto.
—Actualmente hay personas muy jóvenes que se realizan tratamientos estéticos con la intención de retrasar el envejecimiento. ¿Qué piden según las edades?
Siempre hubo distintas edades de acuerdo a las necesidades por las cuales venían, se entiende que las chicas más jóvenes llegan a la consulta con la consigna del embellecimiento, mientras las más maduras buscan un poco para embellecimiento, pero especialmente para rejuvenecimiento.
Algo que se modificó es la edad de la primera consulta. Hoy son cada vez más jóvenes. A los 18 años llegan con deseos de realzar los labios un poco, también por los instagramers que tienen tratamientos en el rostro y muchas son seguidoras. Ahí es donde se plantea quién lidera las tendencias en belleza: los medios, las redes sociales, los médicos y los pacientes. Esta es una encuesta abierta.
—El metaverso aparece como el siguiente gran avance de internet, al menos entre los nativos digitales. ¿Cómo se prepara la medicina estética para interactuar con esos consumidores?
—Todo lo que tiene que ver con esta intervención nuestra en las redes sociales, es vivir nuestra vida como en 3D a través de las redes sociales. Hoy hay un cambio fundamental con la aparición de tantas influencers y, de tanto que se habla hoy, nuestros pacientes cambiaron un montón, saben muchísimo. Llegan pidiendo lo que quieren pero es clave que también de nuestro lado poder decir ‘no’ o buscar y entender lo importante que es que escuchen al especialista para poder orientarlas de acuerdo a sus propias características no a solo a sus deseos.
—¿El mundo de la belleza se está deshaciendo de las divisiones de género tradicionales? ¿Existe un acercamiento a la belleza sin género?
—Conocer al paciente, crear empatía es el nudo de la consulta. Debemos escuchar, entender qué es lo que busca cada paciente. Muchas veces llegan con una idea y piden algo puntual, pero en verdad lo que necesitaba era otro cosa. Nosotros debemos mostrar el camino. Es esencial entender que no somos expendedores de productos, sino especialistas en estética. Uno se toma dos meses para aprender una técnica dos años para perfeccionarla y 20 años para aprender a decir que no.
Hoy ya no hay un canon de belleza cada persona es única y eso es lo que se trata de destacar a través de los tratamientos estéticos, siempre buscando la naturalidad y defendiendo la diversidad. No se quiere hacernos a todos iguales, sino destacar nuestras diferencias y aquellos rasgos que nos hacen únicos.
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