Llegó el primer sábado de septiembre y, como todos los años, se celebra el Día Mundial de la Barba. Esta jornada surgió en el año 2010 en el ambiente del rock australiano. Los Barbones, un grupo musical de ese país, propuso homenajear en esa fecha al reino vikingo de Dinamarca, que fue una meca de barbas largas y prolijas en el siglo VIII.
El pelo que crece en la zona inferior de la cara entre las patillas, las mejillas, el mentón y una parte del cuello tiene un recorrido ancestral entre los seres humanos. ¿Por qué? Pues los registros indican que en el Imperio del Antiguo Egipto, entre los años 3000 y 2190 antes de Cristo (A.C.), los hombres ya lucían barba.
Tanto el estilo como la percepción social del vello facial ha ido cambiando con el tiempo. Por momentos fue símbolo de masculinidad, de virilidad, de autoridad e incluso de pecado. En determinadas instancias, llevar barba se convirtió en una imposición del poder de turno y también, por el contrario, llegó a estar en la lista de lo prohibido.
El uso histórico de la barba
Hurgando en la historia se puede encontrar más de un indicio relacionado a la barba. Por ejemplo en la Antigua Mesopotamia (año 3000 A.C.), en parte del territorio actual de Irán, Siria y Turquía, la barba era sinónimo de honor y de abundancia. Unos 1.500 años después, el Imperio Persa valoró al vello facial como una muestra de hombría. Este concepto estaba tan arraigado que algunos ciudadanos se colocaban barbas postizas para ostentar y para diferenciarse.
En Egipto los habitantes se rasuraban completamente el rostro, pues la posibilidad de tener barba estaba reservada para algunos faraones. Portarla significaba, por ende, desafiar a la autoridad.
La batalla de Arbelas -en el año 313 A.C.- enfrentó al ejército persa comandado por el rey Darío III y a los macedonios que eran liderados por Alejandro Magno. Este último ordenó que sus tropas debían sacarse la barba para que los enemigos no tengan de dónde agarrarlos.
Los romanos, por su parte, no fueron la excepción: creían que la barba era contraproducente en las batallas militares, por lo que sólo los filósofos y los pensadores podían lucirla ante el mundo. En ese entonces surgió el Tonsor, el rubro que hoy conocemos como peluquería.
Bajo la lupa de la ciencia
Más allá de su lugar en los periplos de la historia, la barba también fue observada por el universo de la ciencia. En el año 1970, el psicólogo y profesor estadounidense Edwin Ray Guthrie escribió el libro “Evolución de los órganos de visualización de amenazas humanas”. Allí, planteó que el vello facial se podría portar como una forma de intimidación ante los pares masculinos ya que aumenta las percepciones del tamaño de la mandíbula y sobredimensiona los comportamientos agresivos o amenazantes.
Guthrie encontró, a su vez, que el ser humano reconoce más rápidamente las expresiones de ira en una cara con barba. En contrapartida, la felicidad o la tristeza son más difíciles de percibir.
Infobae dialogó con Román Céliz, de Barbería Santa Ana, quien analizó esta percepción de la barba como sinónimo de fuerza y de virilidad. “Eso se creía antes, me parece. Actualmente la gran mayoría de los hombres tiene barba como un look o como una moda, más que como una forma de simbolizar lo masculino. Muchos se la hacen o se la dejan porque si aquel de al lado tiene, ellos deben copiarlo”, comenta Céliz.
En el mismo orden de cosas, Patricio González, de El Maldito Barber, fue consultado por este medio y coincidió con Céliz. “Tengo mucha clientela joven y se dejan la barba porque les gusta, es decir por facha y no por otro motivo. Algunos incluso se la tiñen”, dice.
El vello facial recorre el mundo
Habiendo repasado la historia y la ciencia, llegamos a la actualidad y encontramos una singularidad que habla por sí sola. “Tal vez quieras convertir una barba completa en un pulpo. O puede que tengas una maravillosa barba parcial para compartir con el mundo. Sea lo que sea, puedes competir en el Campeonato Mundial de Barba y Bigote”. Sí, tal como se lee: existe una competencia internacional que reúne a los barbudos del globo terráqueo y los invita a participar para encontrar al mejor.
Este torneo es organizado por The World Beard and Moustache Championships (TWBMC), una entidad que se arrogó el poder de puntuar y de juzgar a las barbas de todo el mundo. De acuerdo a los parámetros que estableció TWBMC hay tres clases de pelo facial: barba parcial, barba completa y bigote.
En segunda instancia, según el estilo y el corte, puede haber clasificaciones específicas como el “mosquetero”. En este caso, la barba es estrecha y puntiaguda y se complementa con un bigote delgado, largo y estirado que no puede tener pelos de más de 1,5 centímetros. Otra posibilidad es la perilla de estilo libre, ubicada en un área de 4 centímetros de ancho alrededor de la boca y con la sien totalmente descubierta.
La última edición de este campeonato se llevó a cabo en 2019 en la localidad de Amberes, Bélgica. En esta ocasión TWBMC introdujo una categoría inédita hasta aquel momento: la barba de mujer. Alice Jelley, de Inglaterra, se llevó el primer puesto de barba creativa, mientras que en la trastienda masculina de barba completa triunfó Hans-Peter Weis, oriundo de Alemania. La sede del próximo Mundial será Burghausen, en Alemania. El evento tendrá lugar entre mayo y junio de 2023.
A propósito de los estilos y de los tipos de barba, Diego Izzo, quien trabaja en Buenos Aires Barber Shop, sumó ante Infobae su visión sobre el amplio abanico de posibilidades existente. “Hay gente a la que le crece mucho la barba y por comodidad la usa corta. Otros la usan larga. Es un estilo y cada uno lo adopta y lo porta. Tenemos clientes con barbas de todo tipo”, cuenta Izzo. Asimismo, repasa: “Después de la pandemia la gente que tenía barbas tupidas volvió a la barba corta, pero lo que no se dejó de usar es la prolijidad”.
Cómo cuidar la barba
No sólo de competencias o de estilos vive un barbudo: la cotidianidad es clave y marca la diferencia. El clima, la polución en el aire y el paso del tiempo pueden afectar a la barba. Por lo tanto, es importante mantener ciertos cuidados básicos y habituales para lograr un modelo que perdure sin mayores daños.
“Es ideal usar un jabón especial para limpiarla ya que se pueden juntar bacterias, comida y todo lo que vuela por el aire en el pelo de la barba. También se puede acudir a un bálsamo o a un aceite para mejorar la calidad del vello y tenerlo más suave y perfumado”, recomienda Céliz.
“Otro buen paso es emprolijarla con un peine de madera y no con uno de plástico, ya que este último genera frizz y enreda los pelos”, agrega.
Así como hay que tener en cuenta ciertos criterios a la hora del cuidado, también es importante evitar errores que con el transcurrir de los meses pueden afectar la salud de la barba.
En ese sentido, Izzo repasó las equivocaciones más frecuentes: “El mayor error que comete todo el mundo es lavarse la barba con shampoo para pelo, que es muy agresivo para la cara por el pH que contiene y puede generar resequedad. Los productos específicos para barba aportan aceites con o sin aroma que le dan un poco de brillo e hidratación”.
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