¿Cómo se incrementan entre los argentinos las sensaciones y estados de ánimo extremos, a medida que continúan las malas noticias? Esta fue la pregunta a la cual dio respuesta el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) —organismo que pertenece a la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA)— en un reciente y nuevo informe.
“Las sucesivas y cíclicas crisis económicas que nos vienen acompañando desde hace por lo menos 20 años, contribuyendo cada una de ellas a situarnos en un escalón inferior en calidad de vida, han tenido un impacto corrosivo en nuestra salud mental, tanto emocional como cognitiva. El eslabonamiento de crisis tras crisis finalmente nos ha ubicado en un espacio de desilusión y profundo escepticismo”, reza el trabajo.
Para los especialistas, “hoy, los argentinos estamos muy desorientados (dominados por la incertidumbre), angustiados, ansiosos, impotentes, temerosos y paralizados por un presente tan cambiante que nos empuja a la vera del camino de nuestras vidas. Estamos encerrados en una encrucijada patológica: el presente es un terremoto y el futuro absolutamente incierto”.
Desde la pandemia, los seres humanos ya no somos los mismos. La crisis de salud pasó como un huracán sobre las subjetividades de casi todos los habitantes del planeta. Pero en muchos lugares hay un respiro, un tiempo para la reconstrucción. En nuestra escena, la grave crisis económica pone en jaque toda estructura psíquica.
“Lo que agrava esta situación y le da una dimensión inédita y singular es que cada crisis constituye el retorno de ‘viejos problemas’, que por su constante repetición se perciben como irresolubles para la mayoría de los argentinos. Parecería que el país tuviera una ‘neurosis de destino’ y que no podemos o sabemos salir del laberinto”, añaden.
El estudio de OPSA describe esa sensación de inevitabilidad del destino como “profundamente iatrogénica para la constitución de la subjetividad y muy negativa para la regulación de las emociones”. “Es lo que Martin Seligman, psicólogo y escritor estadounidense, llamó la indefensión aprendida: la persona siente y está convencida de que haga lo que haga no va a servir para nada y no va a poder cambiar los resultados de los acontecimientos finales. En perspectiva sociológica, esto genera una sostenida caída de la motivación colectiva”.
Al desmenuzar los datos, la UBA encontró que el 74% de los argentinos cree que la crisis económica tendrá efectos negativos muy profundos y duraderos en su vida personal, el 72% piensa que no podrá realizar los proyectos de vida personal/familiar que tenía hasta antes de la crisis y para el 66% su salud mental está “mucho o algo peor” que antes de la crisis económica. En el estrato de clase social “muy baja-baja” el porcentaje llaga a 76%.
La tenaz maldición del eterno retorno
“Lo que en otra oportunidad hemos conceptualizado como ‘ceguera del futuro’, promueve decisiones y comportamientos erráticos que realizamos en un contexto socioeconómico de máxima incertidumbre. En las dimensiones del empleo, los ingresos y la evolución patrimonial han desaparecido las respuestas razonablemente probables, hemos perdido la mínima certeza de hacia dónde orientar nuestras vidas. Como consecuencia de las crisis permanentes, muchos jóvenes se han convencido de que la salida de esta situación no será en su tierra. La gran mayoría de ellos piensa en buscar su destino en otras latitudes”, se lee en el informe.
En cuanto a las principales preocupaciones en las mentes de los argentinos, los investigadores destacan que el impacto de la crisis también se observa en la creencia de que los ingresos personales y familiares se reducirán significativamente en el corto plazo. “En cuanto a lo que hemos denominado ‘estrés de recursos económicos’; es decir, cuánto tiempo puede sostener una persona o una familia su economía hasta llegar al agotamiento, los resultados recogidos también se muestran preocupantes y constituyen una señal de alerta para quienes están gestionando la crisis”.
Por último, según los expertos, “el cruce del ‘estrés de recursos económicos’ con clase social, refleja la gran brecha en la estratificación social de la Argentina. Los segmentos más vulnerables de la población (estratos muy bajos y bajos), señalan que sus recursos económicos se agotarán en menos de 4 meses. Si bien es cierto que las crisis económicas impactan de forma diversa y heterogénea en cada estrato social, creemos que la actual crisis y sus efectos psicológicos atraviesan a toda la sociedad”.
En síntesis, la actual situación socioeconómica y política es tan intensamente negativa que configura un panorama de severa gravedad para la salud mental de la población. “El estrés general por las dos últimas crisis, sanitaria y económica, es profundo, grave e inocultable. Y para tener muy en cuenta: la gente hace responsable a los políticos por no haber sabido resolverlas o mitigarlas”, concluyen los expertos.
*Con infografías de Marcelo Regalado
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