Las vivencias en relación al cuerpo abarcan distintos estados de ánimos, desde la satisfacción hasta la angustia, pasando por el pudor y la crítica interna. En muchos casos y frente a la representación hegemónica de los cuerpos, hombres y mujeres, de distintas corporeidades, se preguntan si resultan atractivos y cómo hacer para cumplir con los lineamientos estéticos que impone la sociedad.
Por supuesto que, poco a poco, la idea de bienestar no solo abarca las pautas generales de salud, sino cómo sentir nuestro cuerpo integrado a la identidad general. La aceptación del cuerpo físico, sin importar el peso corporal, es el primer paso para alimentar la estima y, en caso de afrontar alguna recomendación médica para estar mejor, la valoración personal es el aliciente necesario para cambiar.
Respecto al aumento de peso corporal las limitaciones son más mentales que físicas. Las creencias de que el cuerpo guía el enganche y la sexualidad son pautas que se han incorporado desde hace décadas. La creencia es que la delgadez es sinónimo de bienestar y garantía de conquista amorosa. Las personas obesas se inhiben por la vergüenza y, muchas veces, no le creen al otro cuando le dice que esta no debe ser motivo para reprimirse.
Desmitificando el cuerpo en el sexo
La conexión erótica es un conjunto de líneas de atracción que incluyen al movimiento, los sonidos, los estados afectivos, los cambios de poses, las fantasías, etc. El cuerpo es solo una parte. En este vínculo sexual la conexión no es con la figura corporal, es con partes del cuerpo que se tocan y tienen la potencialidad de provocar placer. Uno no toca el cuerpo en general, toca partes en las que la ecuación “toco y siento” es el estímulo más fuerte.
Obesidad es aumento de peso por sobre el peso esperable para la edad y la talla y no debe ser condición para limitar los comportamientos sexoafectivos, por el contrario, es adaptar el cuerpo a los movimientos y las potencialidades personales. Tener cuerpos delgados no es garantía de flexibilidad y extraversión, por el contrario, mucha gente repite acciones eróticas porque les da seguridad hacer lo de siempre sin animarse a nuevas prácticas. Importa la actitud libre frente a la sexualidad y no las determinaciones corporales.
Existen poses sexuales que ayudan a entrelazarse mejor y a sentirse más cómodos. Por supuesto que todas las poses son posibles, sin embargo, hay algunas que se recomiendan.
Las seis poses que ayudan a sentirse más cómodos
1- El sexo sin penetración es una excelente opción que ayuda a bajar la tensión que provoca la penetración. Recorrer el cuerpo con las manos con cremas o aceites, acariciar diferentes zonas erógenas dejando para el final los genitales, masturbarse juntos, son contactos muy placenteros.
2- La pose del misionero sigue siendo la clásica con algunas modificaciones, la persona que penetra se ubica arriba y coloca las piernas del compañero/a sobre sus hombros. La persona que está abajo puede acercar los genitales colocándose una almohada bajo los glúteos.
3- La penetración desde atrás, tipo “cucharita” ayuda si la persona que es penetrada lleva la cola hacia quien penetra acercando los genitales o el ano.
4- Sentados. La persona que penetra se mantiene sentado orientando su pene hacia los genitales de la otra persona que, de frente, le ofrece sus genitales hasta sentarse sobre ellos ejerciendo movimientos suaves.
5- De atrás. La persona que es penetrada se arrodilla en la cama ofreciendo sus genitales o el ano a quien penetra de pie desde atrás.
6- La cabalgata puede ser una pose muy placentera pero hay que saber regular el peso de quien está arriba. Conviene que la persona que está arriba apoye las rodillas en la cama mientras lleva el pecho hacia adelante, sobre el torso del compañero, dejando que la persona que está abajo se mueva.
Walter Ghedin es médico psiquiatra y sexólogo
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