Los perros ya son parte de las familias para millones de humanos en todo el mundo. Llevan más de 13 mil años compartiendo su vida con las personas y la relación que se ha establecido entre ambas especies tiene basamento científico. El cerebro de los perros puede reconocer caras y detectar el olor de sus dueños. Esta fragancia provoca una respuesta de recompensa que, gracias a su genética, se traduce en esos movimientos de cola y lengüetazos.
Hoy se celebra en la Argentina el Día Nacional del Perro que coincidió con la liberación del pequeño Coco, que llegó procedente de Hungría con su dueño Argentino que había olvidado renovar su vacunación antirrábica. El Senasa le había prohibido el ingreso al país al animal porque llevaba ocho días vencida su vacuna y porque no contaba con su Certificado Veterinario Internacional (CVI) que confirmara un estado de salud óptimo.
Franco Gavidia aterrizó en el aeropuerto de Ezeiza la mañana del miércoles 25 de mayo. Viajó 48 horas desde Hungría, atravesó ciudades y aeropuertos europeos. Integrante de la Selección Junior de handball que disputó el Panamericano y el Mundial 2011, retornaba al país para visitar a su hija y a su pareja, que viven en Córdoba. Hasta Buenos Aires lo acompañó su perro Coco, de un año y medio de vida.
La efeméride nacional de hoy acarrea una historia detrás. Chonino era un ovejero alemán nacido el 4 de abril de 1975. El 15 de diciembre de 1977 ingresó a la Policía Federal Argentina luego de superar las pruebas de aptitudes físicas y psíquicas requeridas. En la madrugada del 2 de junio de 1983, dos agentes de la Federal, recorrían la zona de avenida General Paz y Lastra con sus respectivos perros, entre ellos Chonino, y comenzaron un tiroteo con dos sospechosos.
Chonino observó que su guía había caído herido, por lo que se abalanzó contra uno de los delincuentes y se le prendió del brazo inmovilizándolo y desarmandolo. Al ver la escena, el otro delincuente le disparó al animal en el pecho. Ya sin fuerzas, Chonino se arrastró hacia su guía y murió a su lado.
Chonino guardó en su boca, mientras languidecía, los documentos que el delincuente llevaba en el bolsillo de su campera —que arrancó durante la pelea— por lo cual se pudo identificar a los agresores que 5 días después fueron apresados.
Los restos de Chonino descansan en el Círculo de la Policía Federal Argentina. Para recordarlo, en el interior del Predio de Policía Montada, existe una estatua de bronce y en su honor el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le dio su nombre a un pasaje del barrio de Palermo.
A partir de 1996, por pedido de la periodista y escritora Cora Cané y con el apoyo de sus lectores, se celebra todos los 2 de junio el Día Nacional del Perro.
“Los canes han estado trabajando al servicio de los humanos durante años, además de ser mascotas dulces y leales, asisten a personas con discapacidades, ayudan en el combate del crimen alistados en las fuerzas de seguridad, bomberos, en la detección de drogas y hasta en la respuesta ante catástrofes. Los servicios que los perros pueden proporcionar no sólo son útiles, sino que también pueden salvar vidas”, dijo el doctor Juan Enrique Romero.
Una investigación realizada en 2018 por la Universidad de Lincoln, en el Reino Unido, mostró que, entre sus muchas cualidades, los perros tienen una empatía que les permite entender el estado de ánimo de las personas, interpretar las emociones y utilizar esa información para reaccionar en consecuencia: prestar atención, consolar, sentir que negación o afirmación, etc.
La investigación se publicó en la revista Biology Letters de la British Royal Society y consistió en evaluar a 17 perros a los que se les presentaron los rostros de seres humanos a los que no conocían, con los que no poseían un vínculo, y a la vez se les presentaba un sonido de voz. El experimento quiso probar si un perro entiende o empatiza con un desconocido.
El experimento hizo que los rostros de las personas no mostraran una emoción pareja con la voz. Es decir, durante la primera fase del experimento los perros fueron puestos en contradicción con rostros que mostraban alegría mientras escuchaban una voz enfadada, y viceversa. También, rostros tristes, con voces alegres. Durante esta primera fase del estudio, los perros prestaron una atención leve. Primero observaban, y luego perdían el interés.
Sin embargo, el experimento finalizó cuando en la segunda fase, las emociones que demostraban los rostros eran parejas a las voces. Gesto de alegría y voz de alegría, gesto de tristeza y voz de tristeza. En estos casos, los perros reaccionaron demostrando más interés y atención. Según Kun Guo, responsable del estudio de la Universidad de Lincoln, “La investigación demostró que los perros sí tienen la cualidad de integrar dos fuentes distintas de información sensorial, y de desarrollar una percepción coherente de las emociones que no forman parte de su especie, como son las humanas. Esta capacidad cognitiva sólo había sido detectada en seres humanos”.
Lo que hace importante este hallazgo es que los perros del estudio no mantenían ningún contacto anterior con las personas de las que recibieron las emociones, por lo que no existía un adiestramiento emocional anterior que hubiera podido anticipar esta situación, y así se demostró que los perros logran recibir el mensaje de nuestras emociones, pese a que no conozcan a la persona.
Ese lazo único entre perros y personas, que incluye sus proverbiales demostraciones de cariño es el resultado de su evolución genética y del funcionamiento de su cerebro. Gregory Berns, neurocientífico de la Universidad de Emory y autor principal de un reciente estudio dijo: “Nuestro trabajo muestra que los perros tienen una forma innata para procesar rostros en sus cerebros, una calidad que hasta ahora sólo ha documentado en los seres humanos y otros primates”.
Berns sugirió que esto puede ayudar a explicar la extrema sensibilidad de las mascotas hacia las señales sociales humanas ligado a las cuestiones evolutivas que rodean a al mejor y más antiguo amigo de los seres humanos.
Daniel Dilks, profesor en psicología de la universidad agregó: “Los perros cohabitaron con los humanos por más tiempo que cualquier otro animal. Son increíblemente sociales. Una mayor comprensión de su cognición y percepción nos puede decir más acerca de la vida en sociedad en general”.
Todo esto podría explicar por qué los humanos han convertido a los perros en parte de su familia. “Realmente es una pregunta asombrosa”, sostuvo en diálogo con The Washington Post, Clive Wynne, director del Canine Science Collaboratory de la Universidad Estatal de Arizona. Wynne ha dedicado su carrera al estudio del comportamiento animal y la relación evolutiva entre animales y personas. El especialista dijo que es fácil ver por qué nuestras mascotas nos amarían: “El éxito de los perros (y otras criaturas domesticadas) en la superficie de la Tierra se debe completamente al hecho de que los cuidamos hasta cierto punto”.
Wynne reconoció que no hay una explicación evolutiva satisfactoria para esa sensación cálida y pegajosa que tenemos cuando miramos a nuestros perros y gatos. Esta historia de amor comenzó con los perros, nuestros compañeros animales más antiguos. El análisis de los genomas de perros y lobos, junto con numerosos descubrimientos de huesos antiguos, sugiere que los humanos domesticaron a nuestros amigos caninos hace entre 13.000 y 30.000 años. Wynne cree que es probable que los animales empezaran siendo lobos que hurgaban en los vertederos humanos; los que estaban dispuestos a acercarse a la gente conseguían más comida y con el tiempo evolucionaron hasta volverse más mansos.
Con el tiempo, los humanos se sintieron tan cómodos con los perros —y a los perros les gustaba estar con nosotros— que los acogimos en nuestras casas y los reclutamos para nuestras cacerías. Recientes excavaciones en lugares donde se mataba a los mamuts descubrieron huesos de perro entre los restos, lo que sugiere que perros y humanos cazaban juntos.
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