Para Ágatha Ruiz de la Prada, Buenos Aires es un gran punto de encuentro donde sabe que sus amigos siempre la esperan con los brazos bien abiertos y la cena lista. Lo mismo le ocurre en Uruguay, donde acaba de presentar un desfile en la Plaza de Toros de Colonia del Sacramento, y sus amigos de ese país se acercaron especialmente para visitarla, ya que no la veían desde 2018.
En su breve paso por la Argentina, Infobae entrevistó a la diseñadora española de 61 años, que es conocida en todo el mundo por sus diseños llenos de color y creatividad.
“En Buenos Aires, me siento muy a gusto y estoy como en casa. Tengo muchísimos amigos, de esos con los que improvisamos encuentros espontáneos y arreglamos para vernos de un día para el otro. En tres días, una amiga organizó una comida en mi honor con un montón de amigos (se refiere a Carminne Dodero) Me demostró que es una auténtica amiga, porque hay gente que programa para verte el 14 de octubre... ¡Hombre, que no sé dónde voy a estar! Después de todo lo que ha pasado, creo que hoy estamos viviendo más al día”, le dijo Ágatha Ruíz de la Prada a Infobae.
— ¿Cómo viviste en España el inicio de la pandemia?
— Un viernes me fui al campo, pero el sábado cerraron todo y tenía un billete de avión para el lunes ya que hacía un desfile en Durango, México. Tenía la maleta prácticamente acabada y, cuando volví del campo, seguía ahí. Esa maleta estuvo mucho tiempo abierta porque tuve un montón de intentos para poder ir a varias ciudades, como Nueva York, pero no logré ir a ninguna porque siempre pasaba algo. Las fronteras estaban cerradas, así que viajé mucho menos. Pero para mí fue muy romántico, ya que pude pasar muchas horas en el taller, tuve mas vida y disfruté de la monotonía, que realmente es más creativa que tanto jaleo.
— ¿Por qué sentís que la monotonía es más creativa?
— Porque cuando estás en un sitio y con tus horarios tienes más tiempo de dibujar, de estar en tu taller, de imaginarte cosas... Pero cuando estás: “Oye, el billete”. “¿Qué tal?”. “Que me voy al aeropuerto”. “Que me hago la maleta”. “Que no se qué”. “Que no ha llamado”, “¿Qué tal?”.... Pues, ¡pierdes muchísimas energías!
— ¿Qué cambios provocó la pandemia en la industria de la moda?
— Hizo unos cambios profundísimos que se van a ver a futuro. La verdad es que hoy no soy capaz de decirte cuáles serán, pero creo que hasta dentro de nueve o diez años no vamos a darnos cuenta de la profundidad del cambio, que va a ser total. El mundo del trabajo ha sufrido muchísimo. Hemos estado dos años trabajando muchísimo menos, no porque no quisiéramos, sino porque no había trabajo. Imagínate que yo hacía setenta y cuatro desfiles al año y, en 2020, hice tres. ¡De setenta y cuatro a tres!
— ¿Crees que ahora la gente se viste mucho más relajada que antes?
— Pasó dos años en chándal y eso te cambia mucho la vida. Hay gente que dijo: “Bueno, realmente he pasado tanto miedo que mi vida va a cambiar”. Muchas personas han cambiado a raíz de la pandemia. Y, detrás de tu vida, lógicamente va tu ropa. Si no hay bodas, no hay fiestas... Yo daba muchas fiestas y, desde entonces, no hice ninguna, a pesar de que tuve una vida bastante divertida. Fui mucho al teatro. En Madrid, la ópera nunca paró. Era una vida muy agradable, pero muy diferente.
— ¿Qué cambios llegaron para quedarse?
— Mi vida ha cambiado muchísimo. La mía y la de todo el mundo. A lo mejor, hubo gente que no cambió, pero mayormente hubo un cambio brutal en todo. Las pandemia nos trajo costumbres que aún no las podemos abandonar. Por ejemplo, a mí me encantan los japoneses: su modo de ser, de no tocarte para saludarte y lo hacen de una manera muy bonita y profunda. Pero veo que nosotros pasamos de usar mascarilla y guantes, a estar dando besos a todo el mundo, como sucede ahora... Pues, creo que es mejor mantener un poco las distancias, que no quiere decir que no quieras igual a la gente. Para mí, la pandemia era como una obra de teatro, porque tú entrabas en un cuarto y salías sin tocar a la gente. Y eso se tiene que mantener.
— ¿Te parece que la pandemia puso a la ecología sobre el tapete?
— Absolutamente. Con la pandemia todo el mundo ha aprendido sobre la ecología. La gente le ha dado muchísima importancia, a pesar de la cantidad de porquería que han sido los desechos de tanta mascarilla, tanto guante, tantos trajes espectaculares que los tiraban así... Te ponían una inyección y tiraban el traje. Yo decía, “¡Dios mío! Adónde irá a parar todo?” Pero ha sido unánime el amor por la ecología. También, la gente se dio cuenta de la importancia del color y la alegría porque, encima de la pandemia, ir vestido de negro ya era demasiado, ¿no?
— Vestís a mujeres y niños, ¿pero ahora también a hombres?
— Durante la pandemia, en España hubo un gran movimiento de hombres vestidos de mujeres. Hay una tendencia tremenda. En mis desfiles hay un montón de hombres vestidos de mujeres con faldas, con trajes y hasta con este vestido, por ejemplo, (se señala el suyo). Eso se ha intensificado con la pandemia. Es la tendencia a la libertad y me parece fenomenal.
— ¿A quién te gustaría vestir?
— Me encantaría vestir a Kim Kardashian, me haría muchísima ilusión.
— ¿Por qué?
— Porque en este momento, a nivel imagen, es la mujer más poderosa del planeta. No hay nadie en el mundo que maneje mejor la imagen. Tiene muchísima inteligencia, un gran sentido del humor, un poderío extraordinario y es muy valiente... Ella sí que sabe cómo se maneja una imagen.
— ¿Y hay alguna Primera Dama, alguna princesa, alguna reina que te guste su estilo?
— No, para mí la reina del mundo en este momento es Kim Kardashian. Hay que ver cómo hizo esas entradas en las galas del MET, en Nueva York. Fíjate que no me gusta el negro, pero el día ese que llegaba.... que iba entera, con su coleta, con su todo. Es que ha sido sido fantástico, ha sido una lección, ¡un happening!
— ¿Cómo vivís el paso del tiempo, te preocupa la edad?
— La verdad es que estoy alucinada de pensar lo bien que me la estoy pasando. Nunca me lo hubiera imaginado. Pienso en mi madre a mi edad: la diferencia abismal que hay es bestial. Estoy muy agradecida porque estoy haciendo una vida muy divertida.
— ¿Qué es hoy lo más importante a la hora de organizar un vestidor?
— Hoy, lo más importante es pensar en la ecología. Tienes muchas cosas que puedes reutilizar, regalar, que no necesitas o que puedes reciclar... Tienes que pensar en que te vistes, pero hay que ayudar: no puedes vestirte haciendo tonterías. Es que ya se ha acabado lo de hacer tonterías con la ropa. No hay nada más bonito que decir: “Bueno, me he puesto una camiseta tantas veces que he acabado usándola para limpiar la casa”.
Y desde luego, lo del color es un tema clave porque, ¿tú qué prefieres, ser feliz o ser desgraciado? Para mí, la desgracia es el negro. El color es la vida y la felicidad. Pero que cada uno elija lo que quiera.
— ¿Por qué hacés tanto énfasis en el uso del color y sus combinaciones?
— Porque me aburren mucho esas señoras que siempre van con sus tres amigas del colegio y no se salen de ahí durante toda la vida. Lo bonito es tener amigos de todas las edades, de todos los países, de todas las clases sociales y mezclarlos unos con otros, porque sino la vida es aburridísima y solo tenemos una. Entonces, hay que saber mezclar.
Los colores son como los amigos. Hay que mezclarlos, porque tú no puedes tener solamente los amigos que conociste cuando tenías 8 años. Si así fuera pues... ¿Qué aburrido todo, no?.
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