Elina Costantini: “Ser madre es mi deseo más grande”

En una entrevista con Infobae, la modelo internacional -casada con el empresario Eduardo Costantini- abrió las puertas de su fabulosa casa de Nordelta y habló sobre su matrimonio, la maternidad, el dinero, su carrera, la diferencia de edad con su pareja y adelantó el proyecto que la desvela: volver a posicionar a la alta costura argentina en el mundo

Elina Costantini recibió a Infobae en su casa del barrio La Isla, en Nordelta (foto: Adrián Escandar)

Tan sencilla como espléndida. Así se podría definir la simpleza, simpatía y dulzura de Elina Costantini que, junto con su gran belleza natural, su altura soñada y un cuerpo espectacular, conforman una combinación explosiva que hacen que jamás pueda pasar desapercibida.

Con toda la amabilidad que la caracteriza, recibió al equipo de Infobae en su casa con una gran sonrisa, preocupada porque cada integrante se sintiera cómodo y sin estar pendiente del reloj, ya que se necesitaron varias horas de grabación para esta entrevista.

A pesar de que ya era una reconocida modelo de alta costura internacional, su nombre ocupó todas las portadas de las revistas cuando comenzó su historia de amor con el empresario Eduardo Costantini, que tuvo su broche de oro con una exclusiva boda en el Alvear Palace Hotel, el 22 de febrero de 2020. justo un mes antes de que estallara la pandemia de COVID-19.

Desde la tranquilidad de su hogar paradisíaco en el barrio La Isla de Nordelta, donde la pareja convive entre grandes obras de arte y la magia de la naturaleza, Elina Costantini no solo abrió de par en par las puertas de su casa, sino también, las de su corazón.

La imponente casa de Elina y Eduardo Costantini (foto: Adrián Escandar)

— ¿Quién es Elina Costantini?

— Es una mujer sencilla que siempre tuvo sed de crecer, de alcanzar sus metas, de cumplir sus sueños... Está convencida de que no hay límites en la vida y que, con sacrificio, esmero y perseverancia, todo se puede lograr. Pero me shockeó tu pregunta porque nadie me la había hecho antes. Elina Costantini fue un cambio muy importante en mi carrera, porque la gente ya me conocía como Elina Fernández Fantacci, un nombre artístico que me había creado. Si bien soy Fernández pero no Fantacci, cuando Eduardo me propuso cambiar el apellido dije: “¡Ay no, no, porque va a ser confuso!”. Pero inmediatamente, todos adoptaron el nombre, muy rápidamente.

Fue algo fuerte porque siempre fui muy independiente y viajé sola desde muy chica. Este año cumplo 20 años en la moda, porque trabajo desde los doce o trece años con la alta costura. Entonces, verme casada, utilizando el apellido de mi marido -que es mi apellido- es fuerte, pero estoy muy feliz.

— ¿Cómo comenzó tu carrera internacional como modelo de alta costura?

En Mendoza y a los 12 años, con una foto que le di a mi papá para un casting. Estaba pasando un momento duro de mi vida, mis padres estaban separados, pero desde los 5 años quería ser modelo. Es la primera vez que lo digo, pero siento que en la moda encontré una salvación emocional a mi vida. Había acompañado a mi madre a hacer un trámite y en una revista vi un anuncio para un desfile de niños. Y claro, llegué con mi padre y había un buzón lleno de fotos. “¡Va a ser imposible!”, me decía mi papá, pero yo siempre tenía esta perseverancia y dije: “Voy a quedar. Voy a lograrlo”. Quedé en el casting, me eligieron para el desfile y ahí comenzó todo.

Después, el manager de la agencia me dijo que quería incorporarme a su staff como modelo de alta costura. Empecé a formarme en el habla, en caminar y en posar. A los 13 años, hice mi primera Semana de la Moda de Alta Costura en el Hyatt de Mendoza, donde conocí a una persona de Brasil. Me fui a San Pablo para desfilar en la Semana de la Moda. A mis 19, decidí irme a Buenos Aires con otro manager y me quedé sola, pero muy segura de mí misma.

Estaba convencida de que todo se podía lograr: nada es imposible con mucho sacrificio. Gracias a mi carrera, conocí muchísimos países, como Chile, Brasil, Japón, México, Perú, Tailandia, China.... Y desfilé en ciudades como París, Nueva York y Milán.

— ¿En qué etapa está hoy tu carrera y qué proyecto estás desarrollando para apoyar a la alta costura argentina?

— Sigo a full con mi carrera de modelo. En algún momento me voy a retirar, creo que en el corto plazo, porque la modelo es como un jugador de fútbol: tiene una fecha y me quiero bajar en mi mejor momento. Ahora, estoy con un emprendimiento muy grande para reivindicar a la alta costura, que se perdió hace 40 años en la Argentina. Hay diseñadores pero no hay un gran desfile, ni una Semana de la Moda de la Alta Costura. Estoy con ese proyecto que me tiene ocupada todos los días, desde las siete de la mañana hasta las doce de la noche, sin parar.

Elina Costantini empezó en el mundo del modelaje desde chica, a los 13 años, participó de la Semana de la Moda de Alta Costura en Mendoza (foto: Adrián Escandar)

Estoy trabajando con los cinco mejores diseñadores del país y voy a hacer un evento para ayudarlos a que se muestren al mundo. Quiero que vuelvan los grandes desfiles, quiero una gran Semana de la Moda y que se haga un desfile en cada locación. Ya estoy cumpliendo este sueño y siempre quiero seguir soñando.

—¿Cómo comenzó tu historia de amor con Eduardo Costantini? ¿Cómo se conocieron?

— De casualidad, en un día de lluvia. Yo había ido a un shopping que está enfrente de Malba, y llovía sin parar. No encontraba taxis, Uber... ¡nada! Y dije “Bueno, voy a esperar en Ninina, en el bar de Malba, hasta que pare de llover”. A los 10 o 15 minutos, Eduardo se sienta en otra mesa. Empezamos a cruzar mirada, mirada, mirada... hasta que yo pido la cuenta y él se acerca a la mesa a hablar conmigo. Así empezó todo.

Pero siempre que estoy muy interesada por alguien, trato de escapar de la situación. Atravesaba un momento muy feliz de mi vida y estaba por irme a trabajar a Europa. Tenía miedo al amor. Estaba muy feliz conmigo y no quería equivocarme. Pero no hay que tener miedo... Tenerle miedo al miedo es lo peor que hay. Y, en ese momento, le dije a Eduardo que no quería nada: le dije que me tenía que ir y le inventé una obra en Puerto Madero. Él me decía que eran solo 20 minutos, pero se hicieron tres horas... y al otro día nos pusimos en pareja. Desde ese día, nunca más nos separamos.

— ¿Y cómo llegó la propuesta de casamiento?

Eduardo y Elina Constantini en el desfile Las Garzas Moda, que Elina presentó este verano en Punta del Este

— No me la esperaba para nada. No sabía cuál era su intención con el compromiso porque, tantos divorcios y querer casarse de nuevo... Lo invité para el Día de la Virgen, el 8 de diciembre, en Belgrano. Yo voy siempre y le dije: “Vení sin celular, sin nada, porque vamos a una procesión con zapatillas”. Y él me decía “No, no, no. Quiero que te vistas bien”. Estaba raro, no salía y yo pensaba que íbamos a llegar tarde. Pasé todo el tiempo mirándolo y me decía por dentro: “¡Qué raro está este hombre, todo el tiempo nervioso!”. Salimos de la procesión de la Virgen y me pidió casamiento. Me invitó a comer y me dijo si me quería casar con él. Y ahí, no sé, yo me quedé así... paralizada... Porque cuando algo me gusta o me emociona mucho, en vez de ponerme a llorar -que me pasó en el casamiento- me quedo paralizada. Me desmayo, me baja la presión... Es muy gracioso. Entonces, él pensaba que le iba a decir que no y pasó algo muy divertido. (risas)

¡Se le había perdido el anillo en el bolsillo del pantalón!. No lo llevaba en la caja y empezó a buscarlo mientras me decía: “Bueno... porque esto que te quiero proponer...”. Hasta que lo encontró, me propuso casamiento y yo me quedé dura sin decirle ni sí, ni no... Nada... (risas) Fue muy gracioso. Eduardo pensaba que le iba a decir que no, porque ya había rechazado dos propuestas de casamiento de otras parejas. Entonces, para él también era un desafío.

Como yo seguía sin hablar, me dijo, “Bueno, pero.. ¿sí o no?”. Le dije que sí, pero le expliqué esto de que cuando me emociono mucho, en vez de llorar, me paralizo.

— Pero, al poco tiempo, hubo una segunda propuesta de casamiento en Europa.

— Sí, porque ese 8 de diciembre me lo propuso, pero después no se habló más del tema. Vino mi trabajo en Punta del Este, en Pinamar, en Cariló... porque trabajo mucho todo el verano. Pero Eduardo me propuso hacer un viaje por Europa. Le dije que sí, aunque ya estaba la pandemia de COVID-19, y me pidió que lo acompañara por trabajo. ¡Pero era todo para volverme a proponer casamiento por segunda vez! Eduardo es muy romántico conmigo, es divino. Nuevamente, le dije que sí. Entonces, volvimos a Buenos Aires: él ya tenía los papeles listos y hasta la fecha. Arriba del avión, me dijo: “Aterrizamos y vamos al registro civil”.

Era todo muy shockeante para mí. Soy una persona muy independiente y fue todo de golpe, así que no era fácil cambiar mi mentalidad porque hice toda mi carrera sola. Y así fue. Fuimos al registro civil y, de las fechas que Eduardo había dicho, elegimos una. Y nos casamos.

— ¿Cómo es Eduardo Costantini puertas adentro?

La imponente vista de la casa de Eduardo y Elina Costantini (foto: Adrián Escandar)

— Siempre le digo que yo lo descubrí, porque era muy estructurado y logré descontracturarlo. Conseguí que se muestre más humano, aunque todo el mundo sabe cómo es de súper humano, pero lo veías y parecía distante. Logré que la gente tuviera más llegada a él y pude sacar su parte más popular, que se sintiera más próximo. Conmigo es así. Humilde, transparente, generoso y muy dedicado a la familia.

Si bien, tiene una familia muy grande, y yo una más chica, la nuestra es la prioridad por encima de todo. Somos muy dedicados y muy respetuosos de nuestros tiempos. Eduardo es una muy buena persona, es muy sano, muy romántico, muy dedicado... ¿Qué más puedo pedir?

— En algún momento, ¿te inquietó la diferencia de edad?

No, para nada. No podría estar nunca con una persona joven, de mi edad o de mediana edad, porque me gusta la gente grande. Son personas maduras, con experiencia, así que no me imaginaba casándome con alguien de 50 años, porque lo vería muy joven. Mis amigos son grandes. Toda mi vida fui así y Eduardo es perfecto.

El gusto por el arte distingue a la pareja y acompaña la decoración de la casa (foto: Adrián Escandar)

— ¿La maternidad es un tema pendiente?

— Es un tema que hablamos desde que nos conocimos. Eduardo fue muy franco y me dijo todo desde un primer momento. Cuando le conté que quería ser madre, me respondió: “Pensé que nunca más iba a ser padre, pero deseo serlo con el amor de mi vida”. Ese bebé será el sello de nuestro amor. ¡Y ya pensamos en nietos! Yo le digo: “Pero Eduardo, ¡todavía no tenemos un hijo!” (risas)

Nunca más me voy a volver a casar, entonces, si tenemos un hijo va a ser lo más preciado, porque es el amor de nuestras vidas. ¿Sabés? Nunca me quise casar antes, ni tener hijos. Yo sí lo pensé mucho. Pero encontré al amor de mi vida y quise casarme con esa persona, tener mi familia, mis hijos... Así que la maternidad, en cualquier momento va a llegar. Muy pronto, porque lo deseamos mucho. Es algo que soñamos, pero se lo entrego a Dios. Es toda una decisión de Dios. Nosotros estamos esperándolo.

— ¿Cuáles son tus sueños?

Elina Costantini con las obras de arte en los jardines de la casa de Nordelta (foto: Adrián Escandar)

— Uno de mis sueños era ser modelo y recorrer el mundo, ayudando a la gente que más lo necesita. Lo hago desde muy chica. En cada país que iba, donaba la mitad de mi cachet a una institución de beneficencia. Ayudaba a chicas y niños que estaban abandonados, por ejemplo, en Asia, Tailandia, México, Perú... Nunca lo digo, pero ahora sí porque quiero que la gente se anime a ser solidaria, aunque solo puedan dar un vaso o dinero: todo sirve.

La vida me dio mucho más de lo que pedía. Dios me dio mucho más. Es un sueño lo que estoy viviendo con mi marido y mi familia y, si Dios quiere, con nuestro hijo... muy pronto. Otro sueño es reivindicar a la alta costura en la Argentina y hacer una gran Semana de la Moda. Ya estoy cumpliendo todos mis sueños, pero siempre quiero seguir soñando.

— ¿Qué lugar ocupa el dinero en tu vida?

— Con el dinero soy un desastre (risas) Soy muy buena administradora, porque vivo sola desde los 16 años. Realmente, no me interesa el dinero. Es algo más para comer, pagar los gastos... pero no es algo que me interese. Si miro para atrás en mi carrera, me doy cuenta que siempre estuve focalizada en alcanzar mis objetivos y sueños, pero nunca en hacer grandes cantidades de dinero. Hay gente que se propone ganar mucho, pero yo siempre estuve abocada a mi nombre y en ayudar a las personas que más lo necesitan. Soy muy libre con el dinero, es algo que no me interesa, pero lo sé administrar.

Con las donaciones que recibo, manejo un presupuesto para cada lugar donde colaboro. Ahora, con la fundación que estamos por hacer con Eduardo -que es súper solidario- estoy muy entusiasmada porque nos unimos y empezamos a donar mucho, recorriendo los barrios de Escobar. Desde 2019, venimos pensando y diagramando la fundación, pero la pandemia paró todo, así que ahora que se pudo reactivar, vamos a lanzarla en poco tiempo. No me gusta contarlo, pero lo digo para que la gente se sume. Siempre estoy pendiente de quien más lo necesita: personas de todas las edades y también los animales. Es muy importante ser solidario en la vida.

— Estás casada con uno de los coleccionistas más importantes del país y el fundador del Malba, ¿cómo te vinculas con el arte?

— Siempre me gustó el arte. La moda es arte. Fui a muchas galas en Nueva York donde la moda es la protagonista. Con Eduardo, empecé a entender mucho más del arte desde otro lado: el de las obras, las esculturas, los artistas... Estoy en una etapa de mi vida en la que siento que me vuelvo a conectar con la naturaleza y con el arte.

Antes, Eduardo me decía de ir cinco horas a un museo y yo pensaba que no iba a aguantar. Pero empecé a conectar con el arte desde la historia de los artistas, como Van Gogh o Renoir, que fueron reconocidos después de su muerte. Es imposible explicar con palabras la emoción que te da el arte. Te transporta a otro lugar.

— ¿Cómo ves al país hoy?

Es un tema que todos los días hablamos con Eduardo, porque realmente estamos muy preocupados por Argentina. No me gusta opinar de política, pero es un país que podría estar muchísimo mejor. No lo digo a nivel político porque soy apolítica, pero siempre pienso cuándo va a llegar la oportunidad de que la Argentina vuelva a ser lo que era, aunque sea que la gente pueda vivir dignamente y tranquila. No opino de política, pero siempre estoy muy informada.

Veo que todos los gobiernos están trabajando mucho por el país, pero se necesita un cambio radical y un gobierno prolongado en el tiempo para que la gente pueda llegar a fin de mes. Aunque sea para que tengan lo básico.

Cada vez que recorro los barrios con mi marido se me parte el alma. Pienso que se podría estar mejor, que se están perdiendo un montón de generaciones... Pero eso, no depende de nosotros: tenemos el voto, pero no depende de nosotros.

La vegetación en comunión con el interior y exterior, caracteriza la decoración de la casa (foto: Adrián Escandar)

Siento que no podemos estar todo el tiempo quejándonos y creo que hay que empezar a cambiar por uno mismo. Hay que ayudarse mutuamente y comenzar por nosotros, sin esperar que nadie nos traiga nada. Nadie nos va a traer las cosas servidas: hay que ir a buscarlas y ayudarse. Esa pandemia nos demostró que no hay una persona más arriba y otra más abajo, todos somos iguales y nos tenemos que ayudar porque, al fin y al cabo, siempre vamos a necesitar del otro. En vez de quejarnos tanto por los gobiernos, tenemos que unir fuerzas.

— ¿En qué te apoyás en los momentos difíciles? ¿En qué crees?

— Soy muy creyente de un Dios, que uno lo puede llamar como quiere. Es una energía única y creadora del universo, porque de algún lugar venimos. Creo en una energía protectora, en estar bien con uno mismo, en hacer bien al otro, en entregarse a la vida, en no tenerle miedo al miedo. Hay que salir e intentarlo porque, si fracasás, lo podés volver a hacer. Nunca hay piso para nada.

— Si hoy fuera tu cumpleaños y tuvieras que pedir los tres deseos, ¿cuáles serían?

Elina Costantini confesó a Infobae sus deseos de ser mamá

En mi primer deseo pediría por el país: para que salga adelante y podamos vivir tranquilos. Mi segundo deseo sería sobre este nuevo costado de mi carrera, en el que apunto a la dirección de los desfiles y ayudar a los diseñadores, porque hay mucho talento en la alta costura argentina. Quiero que vuelvan a relucir.

Y mi tercer deseo es compartido con Eduardo, porque es el deseo de los dos, de todos los días de nuestras vidas: que llegue ese bebé hermoso, que tanto estamos esperando, y complete a esta familia divina que tenemos, que es prioridad absoluta de todo. Es algo que Dios me va a dar. Lo vivo como si ya lo tuviera. Hacemos los cuartos en cada casa... tenemos cuartos preparados como si ya existiera. ¡Estamos locos! (risas)

— ¿Ya tienen los cuartos preparados?

— Sí (risas) No con las cosas de niño, pero ya hace más de un año que tenemos los cuartos preparados en cada una de nuestras casas. Los dos somos fieles creyentes de que, cuando uno quiere algo, también lo tiene que materializar. O sea, visualizarlo... como que ya lo tenés. Ser mamá es mi deseo más grande, aunque nunca pido nada porque le estoy muy agradecida a Dios por la posibilidad de esta vida hermosa que me da, por tener salud y un marido súper sano. Dios me ha dado mucho más de lo que he pedido... así que no puedo pedir más: solo agradecer.

SEGUIR LEYENDO: