Cada vez que la tecnología del mundo de la movilidad reemplaza una acción del hombre por la misma hecha por una máquina, se genera un avance en precisión e, incluso, también en seguridad. Pero, a la vez, ese avance exime de ese ejercicio a los conductores, quienes se acostumbran a ser asistidos por una computadora.
Para sacarlo del tema y ponerlo en un ejemplo tangible para todos, es lo mismo que ocurre cuando se deja de hacer cálculos matemáticos de memoria o si son complejos, con un lápiz y un papel, y se reemplazan por una calculadora. La flexibilidad mental se atrofia, al menos en ese aspecto.
Con los Sistemas de Asistencia al Conductor (ADAS), que cada vez más automóviles de todos los segmentos empiezan a traer como equipo de serie, pasa algo similar. Quién tiene la posibilidad de conducir un auto que corrige el carril en una ruta o autopista, que sube y baja las luces altas automáticamente cuando percibe la presencia de un auto adelante, que indica con una luz cuando un auto se aproxima desde atrás por los laterales, o que incluso recomienda hacer una parada para descansar cada determinada cantidad de kilómetros continuos, entenderá perfectamente de qué se trata.
Confiando en la asistencia de la máquina se deja de prestar atención y si la máquina no llega a responder adecuadamente, habrá un problema. Les ha ocurrido a varios conductores de autos Tesla, en algún caso hasta hubo quién se ha pasado al asiento posterior y dejó el auto en modo Autopilot, que no es conducción autónoma total, terminando en un accidente fatal.
Es que la tecnología está en desarrollo aún, y aunque es cada vez más precisa, todavía pueden existir situaciones en las que la Inteligencia Artificial que maneja los parámetros de asistencia, no tiene información para resolver como lo haría una persona.
El de las motos es un “caso testigo” de este tipo de problemáticas. Por su tamaño, por su velocidad e incluso por su movimiento en el tránsito, no todas las motos son detectadas a tiempo para advertir al conductor de un auto de su presencia.
Así es que Piaggio, la marca italiana de motos y scooters, ha entendido que se podía hacer una contribución a los motociclistas, y ha desarrollado junto a la marca israelí Vayyar, un sistema para protegerlos de los conductores relajados o desatentos y las máquinas que no los perciben a tiempo.
El concepto es hacer más grande a las motos para ser detectadas a tiempo. Actualmente el sistema de radares funciona a partir del envío de una señal y con un campo de visión en forma de cono, lo que deja zonas sin cobertura.
La nueva patente de Piaggio, especifica que una vez recibida la señal, el sistema la amplificará, aumentando el tamaño de la moto a los efectos de ser detectada, pero además contarán con mayor ángulo de visión, tanto vertical como horizontal, que llegará a los 170 grados. Los dispositivos estarán colocados en el faro delantero y en la luz trasera, por lo que ofrecerán casi 360 grados de cobertura. Además, aseguran que tendrán una mayor distancia de rastreo que los radares actuales, con un alcance de 300 metros y que no tendrán límite de objetos para detectar.
SEGUIR LEYENDO