El periodo que comprende el embarazo y el puerperio tiene un impacto profundo en la sexualidad individual y de las parejas. No sólo por la cuestión fisiológica y corporal que involucra directamente a los órganos sexuales reproductivos, sino también por las cambios emocionales, estructurales y sociales que atraviesan las personas durante esos procesos.
Las principales dificultades aparecen en el primer trimestre del posparto. Un estudio realizado en 2015, que hizo el seguimiento de 1.500 mujeres desde los primeros meses del embarazo hasta doce meses después del parto, reveló que los problemas de salud sexual más comunes en el primer trimestre fueron: pérdida de interés, dolor durante el sexo, opresión vaginal y falta de lubricación. Más de la mitad de esas mujeres informó que la pérdida de interés sexual se sostuvo incluso en los doce meses posteriores al parto y el 30 por ciento aún sentía dolor al año de haber parido.
Sin embargo, esto no significa que la llegada de un bebé implique el fin de la vida sexual de la pareja ni la pérdida completa del deseo, como muchas veces se dice. Lo que requiere el momento es muchísima atención y adaptación, además de contar con información y asesoramiento adecuados. Muchas veces el tabú y la vergüenza dificultan el planteo de estos temas en la consulta médica.
¿De qué se trata el puerperio?:
Ginecológicamente hablando, consiste en la recuperación anatómica y fisiológica de la mujer. Se supone que dura de seis a ocho semanas, que es lo que popularmente se considera como la cuarentena de abstinencia de la vida sexual de la pareja, hasta que se “recupera” el aparato reproductor femenino. Pero el puerperio es mucho más que eso: se trata del periodo en el que las gestantes atraviesan un estado fusional con el bebé, están sensibles a su demanda, hiperconectadas con ellos y escindidas de lo demás. Es un estado que requiere de infinita fortaleza y al mismo tiempo las deja sumamente frágiles, una transformación de su identidad que puede resultar por momentos idílica y por momentos confusa. El parir implica un cambio físico, hormonal, psicológico, emocional y social. Cambia el cuerpo, la rutina, el rol en el mundo, que sigue girando a una velocidad que muchas veces puede resultar hostil para la díada mamá-bebé.
Para pensar en la sexualidad posparto podemos abordar entonces tres factores:
1. Dinámica de la pareja
Es importante discriminar entre el apoyo emocional y la colaboración con las tareas de cuidados. Que la pareja participe activamente en los cuidados del bebé es lo que corresponde y promueve un vínculo de pareja sano, pero también es sumamente importante que asuma el rol de cuidador de la madre y se ocupe de las necesidades particulares de ella. El puerperio implica una pérdida de autonomía y la pareja debe sintonizar con eso y evitar la demanda. El diálogo profundo y amorosa es el mejor camino.
El reencuentro será gradual: muchas veces lo que calienta es la posición que el otro toma. Ver a la pareja involucrada y como sostén es mucho más excitante que enfrentarse con la queja y la demanda.
2. La lactancia
Las mujeres que amamantan sufren una disminución de la libido ocasionada por la hormona que produce la leche llamada prolactina. Los niveles de estrógeno también disminuyen por la interrupción del periodo menstrual y esto puede impactar en la lubricación y significar un adelgazamiento de las paredes vaginales. Todo esto contribuye a la incomodidad, el dolor y la disminución del placer. La sugerencia siempre es recurrir al uso de lubricante, darnos tiempo, y recordar que el sexo va mucho más allá de las prácticas de penetración.
3. Cambios físicos
Todos los cambios físicos que atraviesan las mujeres durante el embarazo y el puerperio deben traducirse luego psíquicamente, en la concepción del propio esquema de imagen corporal. Esto puede ser más sencillo para algunas personas que para otras, pero sin dudas es un punto de inflexión en la manera de vincularse con el cuerpo y la sexualidad. Internamente, la ausencia de estrógenos y progesterona circulantes puede desencadenar tristeza, desinterés y astenia en la madre. Esto sumado al cansancio y al reacomodamiento de la vida en general puede implicar un estado de ánimo alterado y mucha fatiga.
El dolor vaginal puede durar varios meses, especialmente si se experimentó una episiotomía. Recomiendo el masaje perineal y realizar fisioterapia de suelo pélvico, que en muchos países es parte del protocolo posparto, y puede ayudar a la recuperación.
Por último, dejo aquí algunos comentarios finales para quienes están atravesando o atravesarán estos procesos:
- Recurrir al uso de lubricante e hidratantes vaginales.
- Una vez que se reanude la ovulación, los niveles de estrógenos y andrógenos subirán, colaborando con la libido.
- La congestión de los senos puede causar molestias. Muchas mujeres que están amamantando pueden preferir no involucrarlos en la actividad sexual durante ese período.
- Es probable que la mayor resistencia no sea al sexo, sino a la penetración.
- Es recomendable que todas las mujeres realicen una evaluación de suelo pélvico luego de parir.
- No tomar la falta de sexo como algo personal y practicar la paciencia. No forzar, no exigir.
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