La vida actual, con familias que viven con horarios cruzados, madres y padres que trabajan fuera de casa muchas horas al día e hijos con múltiples actividades, hace que en más de un hogar se estile dedicar un día a cocinar y planificar el menú de la semana.
Asimismo, en muchas ocasiones la comida que se calcula para un almuerzo o cena resulta de más, lo que obliga a tener que guardar lo que sobró para consumir en otro momento.
En más de una oportunidad, surge la duda al momento de sacar el alimento que estaba refrigerado: ¿Estará en buen estado? ¿Cuántos días lleva en la heladera?
A veces, ciertas bacterias y patógenos dan una pista del estado de un alimento. “Se ve en el aspecto u olor, como pueden ser lo mohos u olores agrios, pero no todos los patógenos cambian el aspecto del plato; por ello, es importante siempre saber cuándo hemos guardado esa sobra en la nevera”, explicó a Infosalus Mónica Herrero, miembro del Consejo General de colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas y vicepresidenta del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Aragón.
Si no se hace de manera correcta el almacenado de los alimentos, según advirtió la dietista-nutricionista, puede padecerse una intoxicación por alimentos, siendo lo más común una gastroenteritis, aunque también hay patologías más graves como la salmonelosis, que pueden ser consecuencia de una mala conservación de las sobras de comida.
“Manipular correctamente los alimentos que vamos a consumir es de vital importancia para mantener la cadena del frío y evitar su desecho”. Eugenia Briz es licenciada en Nutrición (MP 95) y ante la consulta de Infobae explicó que “el frío en los alimentos hace que los microorganismos patógenos ralenticen su proceso, o se detengan, y esto hace que se puedan mantener los alimentos en su estado óptimo de conservación”.
El aumento de las temperaturas durante el verano favorece el incremento de intoxicaciones alimentarias por la ingesta de productos en mal estado. En esta temporada, las bacterias tóxicas encuentran un escenario ideal para multiplicarse y dar lugar a infecciones alimentarias que pueden crear graves problemas en nuestra salud. Para desarrollarse, estas bacterias necesitan del calor y un ambiente húmedo, y en condiciones favorables para ellas pueden multiplicarse en tan solo veinticuatro horas.
“Las bacterias en alimentos crudos o poco cocidos y de bebidas contaminadas pueden originar enfermedades como la salmonelosis o la infección por Escherichia coli -apuntó Briz-. Estas patologías causan síntomas simples como malestar de estómago, hasta problemas más graves como diarrea, fiebre, vómitos, calambres abdominales y deshidratación, que incluso pueden ser mortales. Las personas más dispuestas a estas enfermedades son las mujeres embarazadas, los ancianos, los niños y los pacientes con el sistema inmunitario debilitado”.
Cómo guardar lo que no se consumió
En cuanto a cuál es la mejor forma de guardar las sobras en casa, Herrero apuntó a cuando justo las sobras se enfriaron. “No más de dos horas desde que se han realizado las comidas conviene meterlas en la nevera en envases herméticos. Si son al vacío mucho mejor porque nos aguantarán el doble de días que si tienen aire”, agregó.
Para ella, “es mejor hacerlo en recipientes pequeños y no grandes, y además manipularlos con las manos lavadas”. “En general las comidas ya precocidas o cocidas pueden aguantar de dos a cuatro días en nevera y si es al vacío aguantan el doble. Sin embargo, si congelamos las sobras pueden durarnos hasta tres meses, pero es importante siempre ponerles la fecha de envase porque si no no sabremos de cuando es la sobra”, remarcó la especialista.
Así, la miembro del Consejo General de colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas insistió en que las sobras aguantan en función también del tipo de comida que sea: “Los pescados aguantan dos días cocidos, en cambio los guisos de carne pueden aguantar cuatro, así como los guisos de legumbres; en cambio, las ensaladas ya condimentadas aguantan como mucho 24 horas; una tortilla de papas, pueden ser dos días; mientras que pastas y arroz guisados de dos a cuatro días, aunque la recomendación es consumirlos a los dos días; por otro lado, las verduras y hortalizas pueden conservarse entre tres y cinco días”.
“Es mejor guardarla por raciones pequeñas y a la hora de apilarlos que esté limpia la zona de la nevera. Manipular estos alimentos en el envasado con las manos limpias y utensilios limpios. No tardar más de dos horas desde que se han preparado hasta meterlos en la nevera. Poner la fecha del envasado, así tendremos más seguridad a la hora de consumirlos”, insistió.
“La carne, el pollo o el pescado no pueden estar fuera de la heladera. Si están congelados, se deben descongelar dentro de la heladera y nunca a temperatura ambiente”, apuntó por su parte la licenciada en Nutrición Ana Chezzi (MN 2245), quien agregó: “Ni bien llegamos del supermercado se deben limpiar los envases, y guardar los productos que van a la heladera de manera inmediata para no cortar la cadena de frío”.
Además, “después de cocinar un plato, o se come, o se enfría en la heladera. No puede quedar una comida cocida fuera de la heladera. Lo más seguro es terminar de comer, guardar en envases cerrados lo que sobró en la heladera y lo que no se va a consumir, se tira. Y se lavan los platos. Así se debe proceder”.
En la misma línea, Briz recomendó “no esperar a que el alimento se enfríe fuera de la heladera porque el riesgo de contaminación se intensifica en el verano”. “No hay daños que puedan provocarse al guardar los alimentos calientes o tibios en la heladera -aseguró-. Bajo ningún aspecto debemos dejar que el plato quede en reposo por más de dos horas antes de guardarlo en la heladera o freezarlo, ya que el alimento corre grandes riesgos de contaminación”.
“Luego de cocinar el alimento que deseemos almacenar, su consumición no puede ser mayor a dos días, la temperatura de guarda debe ser entre 1 y 8 grados centígrados -amplió la nutricionista-. Si vamos a consumirlo luego de esa fecha, se debe guardar en un recipiente con tapa y congelarlo en el freezer, ya que este proceso detiene la proliferación de los microorganismos, que vuelven a activarse de nuevo una vez se descongela el alimento”. La temperatura recomendable del freezer para la óptima cadena del frío debe ser menor a los -18 grados centígrados.
Y tras resaltar que “el consumidor tiene una vital responsabilidad al conservar, almacenar, cocinar o manipular los alimentos diarios, ya que esto determina en gran medida el buen o mal uso de estos”, Briz enumeró algunos cuidados muy simples que deben tenerse en cuenta a la hora de su conservación.
1- El etiquetado del envase. Es la primera y fundamental fuente de información para evaluar la calidad del producto. En la etiqueta encontramos la información referente a ingredientes, condiciones de conservación, fecha de caducidad y modo de uso.
2- La importancia de la temperatura. Como se mencionó anteriormente, las bajas temperaturas son una gran herramienta para controlar el desarrollo de posibles microorganismos. Este proceso detiene muchas de las reacciones químicas que dañan los alimentos, por lo que no solo preserva su calidad salubre, sino que también conserva sus cualidades nutricionales y sensoriales de manera correcta.
3- No mezclar alimentos crudos y cocinados. Es imperioso separar los alimentos que han sido sometidos a cocción de aquellos que aún no han sido procesados, para evitar una posible trasmisión de microorganismos mediante la contaminación cruzada. Así como tampoco bajo ningún criterio pueden mezclarse utensilios ni recipientes para alimentos cocidos o crudos.
4- Uso de contenedores para refrigerar. Recomendamos conservar los alimentos que requieran frío en bolsas aptas para refrigerar o envases con tapa para evitar los riesgos de contaminación.
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