A pesar del tsunami de casos diarios, varios países europeos están flexibilizando sus medidas. Con más de millón y medio de nuevos positivos cada 24 horas, el viejo continente ha resuelto que, aunque estén lejos de terminar con la pandemia, las restricciones sanitarias deberán ser relajadas.
Mientras Alemania notifica 190.148 contagios, el segundo peor dato diario de la pandemia, Rusia y Ucrania vuelven a batir un récord de positivos, o países como Italia, Francia y España estabilizan sus cifras de contaminaciones muy altas, la difícil situación de predecir si se han relajado la atención hospitalaria, provoca una ola de aperturas con la certeza que habrá que convivir con el COVID-19.
El Reino Unido fue el primero en delinear la nueva estrategia. Una semana después de poner fin a la recomendación de teletrabajar, las autoridades pusieron fin, el jueves 27 de enero, a la obligación de llevar mascaras en espacios interiores en lugares públicos y de presentar el pase sanitario de vacunación para eventos con gran afluencia.
Aunque los casos se estabilizaron en una cifra cercana a los 100.000 diarios en los últimos 7 días, Boris Johnson se resistió a los llamados para continuar con las restricciones que estaban vigentes después de la vacaciones de fin de año. Para algunos, las decisiones se vinculan mas al escándalo político que atraviesa. No obstante, el primer ministro cree que el escenario le da la razón: los hospitales aguantaron, la cantidad de pacientes con ventiladores nunca aumentó y los casos no explotaron.
Pero la idea, para algunos epidemiologos desapegada de las indicaciones sanitarias, llego con una advertencia: “la pandemia no ha terminado”. “Todo el mundo debe tener cuidado”, insto desde sus redes sociales. Para las autoridades sanitarias, mas allá del debate sobre el origen de la determinación, todo se explica cuando las últimas cifras muestran que el 64% de la población mayor de 12 años recibió una tercera dosis.
Francia es otro caso de apertura que contrasta con números de casos nunca antes imaginados. El gobierno de Emmanuel Macron, ha indicado a su primer ministro hace días, que adelante a sus conciudadanos un cronograma de aperturas. Dejar las mascarillas, volver al consumo sin restricciones en bares, o la apertura de las discotecas el 16 de febrero, son medidas que entusiasman a los franceses, que se olvidan en parte de números de positivos que han supera el medio millar.
Como contracara, el gobierno impulsó una ley en el Parlamento para que el pase sanitario se vuelva un pase de vacunación. Desde hace unos días atrás, la vida en Francia se divide entre vacunados y no vacunados. Para la mayoría de las actividades cotidianas, los habitantes del hexágono deben demostrar esquema de vacunación completa. Esto suma, que pasados los 4 meses de la segunda dosis, las personas deben demostrar que tienen la inyección de refuerzo aplicada. Mientras esto sucede, los médicos han alertado por la creciente suba de fallecidos, que casi en las ultimas horas las 400 en una jornada.
Con 268 muertes adicionales, el macabro contador sigue sumando: desde el inicio de la epidemia de Covid-19 en Francia, 130.015 personas contagiadas han muerto en hospitales, residencias de ancianos u otros establecimientos médico-sociales, según cifras de Público. Health France publicadas el jueves.
En Alemania otro es el presente. El fin de las medidas restrictivas parece todavía un horizonte lejano. El país marcó este jueves un nuevo pico de 24 horas de contagios por SARS-CoV-2, más de 200.000 casos, unos 70.000 más que hace una semana.
Con este panorama, el miércoles pasado, mas de cuarenta diputados debatieron sobre la obligatoriedad de la vacuna contra el COVID- 19 en el país. Casi dos meses después de que el nuevo Canciller, Olaf Scholz, se pronunciara a favor de tal medida, la discusión es solo un prefacio, de lo que sucederá cuando se conozcan los detalles del proyecto de ley, que aun no fue revelado.
Mientras, el aumento del número de contagios ha provocado escasez de personal entre las empresas. La Federación Alemana de Hospitales había señalado a principios de esta semana que tres cuartas partes de los hospitales reportaban un número de empleados con licencia por enfermedad superior al normal, lo que produjo los primeros cortocircuitos con el gobierno, especialmente con la cartera de Salud.
Por el lado de España, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha asegurado este viernes durante una visita a un hospital en Palma que “los datos apuntan que han doblegado la curva” de la sexta ola.
El jueves, Sanidad reportó 130.888 nuevos contagios y sumó 176 fallecidos al recuento oficial. Mientras, la incidencia cae hasta los 3.139 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, cuarto día consecutivo de descenso en el país. A pesar de una alta tasa de vacunación, con el 90,7% de la población mayor de 12 años completamente vacunada, los casos de contagio se mantienen en niveles muy altos.
Sin embargo, España no ha tenido restricciones sanitarias homogéneas. Las limitaciones han valido duras diferencias políticas, no solo entre partidos, sino en la interna del propio gobierno central. La región de Cataluña, una la que llego a reimponer el toque de queda, ha decidido, poner fin a partir del viernes a la obligación de presentar un pase sanitario para entrar en bares, restaurantes y pabellones deportivos, por considerarlo ineficaz ante la gran contagiosidad de Omicron.
En ese sentido, a partir de un documento presentado a la prensa catalana, el gobierno regional, justifico la medida al sostener que “una parte importante de la población vuelve a ser susceptible de infectarse con el virus” a causa de Ómicron, “independientemente de su estado vacuna o del hecho de haber contraído ya la enfermedad” . Siguiendo así el consejo de expertos, “en consecuencia, disminuye la efectividad del uso obligatorio del certificado COVID”.
El pasaporte sanitario está en vigor desde finales de noviembre para entrar en bares, restaurantes y sitios deportivos de esa autonomía, una región turística de 7,7 millones de habitantes. Y aunque el número de positivos sigue siendo muy alto en la región, los hospitales no están tan saturados como los modelos epidemiológicos auguraban.
Cataluña también levantó hace una semana el toque de queda que rige entre la 1 y las 6 de la mañana en Barcelona y gran parte de la región desde finales de diciembre. La única restricción que sigue vigente es el cierre de las discotecas.
Un país que es modelo por el rastrillaje del virus también ha anunciado lo que podría decirse, el inicio del fin de la pandemia. En Dinamarca, la primera ministra Mette Frederiksen anunció el miércoles el levantamiento de casi todas las restricciones nacionales a partir del 1 de febrero .
La enfermedad ya no será considerada una amenaza para la sociedad creen las autoridades danesas. Y esto, a pesar de los récords de contaminación batidos en los últimos días en el reino de 5,8 millones de habitantes, donde el miércoles se registraron 46.747 casos y donde la tasa de incidencia alcanzó los 4.753 casos por cada 100.000 habitantes en siete días, la tasa más alta de Europa, por delante de Francia.
Durante una conferencia de prensa organizada sobre este tema, la cual se atrevieron a definir como “la última”, las autoridades de Salud Pública, no disimularon su optimismo. “Podemos empezar a sonreír de nuevo. Estamos listos para salir de la sombra del coronavirus “, dijo Soren Brostrom, responsable de la cartera sanitaria.
Otro país que se desmarca de las restricciones es Finlandia. El gobierno también decidió el jueves relajar las medidas, ya que la presión sobre el sistema de salud disminuye. A partir del 1 de febrero se flexibilizarán las restricciones a eventos culturales y deportivos y negocios de bajo riesgo.
“La carga para los hospitales sigue siendo alta, pero los casos más graves han disminuido y la situación ha mejorado en cuidados intensivos“, escribió la ministra de Salud, Hanna Sarkkinen, en un comunicado difundido en Twitter.
La nación nórdica de 5,5 millones de habitantes ha mantenido algunas de las tasas de incidencia más bajas de la Unión Europea durante la pandemia, a pesar de que el número de infecciones ha aumentado en las últimas semanas debido a la variante Omicron. Desde el comienzo de la pandemia, Finlandia ha registrado más de 470.000 casos confirmados y poco menos de 2.000 muertes.
Finalmente, Grecia es otro de los países que ha decidido reducir las medidas restrictivas. A partir del próximo lunes, la apertura de dará a pesar de que a diario se registra una media de 100 decesos, en un país con 10,7 millones de habitantes.
Según anunció este jueves el ministro de Sanidad, Thanos Plevris, a partir del lunes el sector gastronómico ya no se verá obligado a cerrar sus puertas a medianoche y volverá a estar permitida la música en bares y discotecas. Plevris recalcó, sin embargo, que por ahora se mantiene vigente la prohibición de que haya clientes de pie. También se mantienen los límites de aforo en los estadios, con un máximo de ocupación de mil espectadores o el 10% de la capacidad.
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