El SSC Tuatara es un hypercar de 1.750 CV de potencia y se hizo famoso en 2021, por haber alcanzado el récord mundial de velocidad para un automóvil que puede circular por las calles. La marca la consiguió el piloto Oliver Webb, sobre un tramo de la ruta 160, en las afueras de Las Vegas, Nevada.
La carrocería fue obra de un exproyectista de Pininfarina llamado Jason Castriota y su estudio Castriota Design. El Tuatara obtuvo un excelente coeficiente de penetración aerodinámica de solo 0,279 Cx. El motor fue desarrollado y construido por Nelson Racing Engines. Está basado en una arquitectura V8 con cigüeñal plano y doble turbo de 5.9 litros. Tiene un torque de 1.735 Nm que transmiten la potencia al piso con una caja de cambios computarizada de 7 marchas. El peso del auto, construido en fibra de carbono, es de solo 1.247 Kg. Hasta ahí las cifras impresionantes todas, del auto que le arrebató el récord al Bugatti Chirón, que había registrado 490,8 km/h pero no fue considerado válido por no haberse realizado en dos recorridos, uno de ida y otro de vuelta, como marcan las pautas para establecer un récord.
El SSC Tuatara lo mejoró considerablemente, aunque con polémica. Pero antes de llegar al resultado, vale la pena recorrer la historia del intento, que no fue sencilla, sino más bien bastante peligrosa.
SSC trajo al piloto de carreras británico el lunes anterior al intento, para permitir que se adaptara al auto, que conociera su comportamiento y ajustara lo que fuera necesario de modo de estar completamente integrado al Tuatara para el intento de récord.
Los preparativos comenzaron en una pista del aeropuerto Calvada Meadows en Pahrump, donde Webb se familiarizó con el comportamiento del automóvil a alta velocidad haciendo varias pasadas. En tres intentos, Webb ya había alcanzado la velocidad máxima y podía parar el auto con metros de pista sin utilizar. El Tuatara había llegado a 329 km/h con partida detenida.
Pero esos ensayos solo habían servido para ese conocimiento del auto, y no eran indicativos de la prueba que debía hacerse. De hecho, decidieron cambiar de lugar porque solo estaban desgastando el auto arrancando y parando, sin mayor sentido. El piloto ya tenía referencias.
Encontraron una pista a unas tres horas de distancia, que aunque tenía 2.100 metros de extensión, no se comparaba con los 11 kilómetros donde se haría el intento. Así fue que cargaron los dos autos que habían llevado para el evento, y se dirigieron al aeropuerto Tonopah de Nevada.
Con una pista más larga empezaron a buscar los 400 km/h como objetivo, de manera de acercarse más a la velocidad que debían alcanzar el sábado siguiente en la ruta 160. En la primera pasada, Webb registró marcó 396.8 km/h. En la segunda mejoró a 422.4 km/h. En la tercera se quedó con 430 km/h. A pesar del pedido de Webb por intentarlo al día siguiente otra vez, Jerod Shelby, CEO de SSC y propulsor del proyecto de récord, decidió que no valía la pena y era mejor trasladarse al escenario del espectáculo final.
Como parte de la preparación para la gran prueba final, un equipo de SSC alquiló un auto normal para recorrer los 11 kilómetros de la ruta estatal 160 que sería cerrado para el récord. El objetivo era relevar cada imperfección en el piso. Con el Tuatara en configuración de altura más baja y gran carga aerodinámica, el conocimiento total de la superficie por parte del equipo podría marcar la diferencia entre una prueba segura o todo lo contrario si el auto tocaba el fondo a más de 400 km/h.
El objetivo final de SSC era 500 km/h. Según Shelby, esa había sido la velocidad alcanzada en las simulaciones cuando se inició el proyecto Tuatara en 2010. Pero como la simulación es eso, solo una simulación, en la vida real, pueden pasar otras cosas.
Intentando que la temperatura no interfiriera demasiado, apenas salió el sol, Webb se sentó en el auto para una primera salida que serviría para calentar motor y neumáticos, huesos y músculos, y verificar que las imperfecciones del pavimento que su equipo le había señalado, eran tal como parecían.
La primera tirada a alta velocidad marcó asombrosos 459,2 km/h. Era un excelente punto de partida para batir el récord, pero había que repetirlo en dirección opuesta en menos de una hora, tal como marcan las reglas. Pero empezó a levantarse viento cruzado, y eso era preocupante. Una de las premisas que se habían puesto, era que si el viento superaba los 16 km/h, se abortaba el intento.
Tras esperar 20 minutos que todo se enfríe, salió el Tuatara en dirección opuesta, con un viento que iba aumentando. Al terminar, mientras Webb bajaba señalando que a mitad del recorrido una ráfaga casi lo saca del camino, sus ingenieros le daban la noticia de haber marcado 481,6 km/h, lo que permitía que en promedio de ambas pasadas, ya tuvieran el récord de 468,8 km/h.
Shelby quería intentarlo de nuevo argumentando que si la primera pasada llegaba a ser 481,6 km/h, quizás la segunda era nuevamente mejor y podían acercarse al promedio de 500 km/h. Entonces Webb intervino sorpresivamente para decir que solo intentaría hacerlo una vez más y nada más. La sensación de una ráfaga de viento cruzado a esa velocidad lo había atemorizado mucho, y sería padre en dos meses. Contra ese argumento, nada se podía decir.
En esa última salida, Webb largó y detrás suyo salieron Shelby y un ingeniero en un auto de alquiler. La enorme diferencia de velocidad les impidió ver al Tuatara en detalle, pero la sorpresa apareció cuando tras haberlo perdido, al final del tramo apareció el auto detenido y el piloto sentado en el asfalto tomándose la cabeza. Ante la pregunta, solo dijo que había visto “uno grande”. Otra vez el viento lo había barrido y por centímetros no se salió del camino.
Había registrado una impresionante marca de 529,84 km/h, y en el promedio de ambas pasadas, estableció el nuevo récord de 508,73 km/h. Hasta ahí, todos felices y asustados, pero pronto se supo que Guinness no registraría el resultado por no tener ningún representante en la prueba, y dudar de la metodología y los instrumentos utilizados. Jerod Shelby, que nada tiene que ver con los Shelby de Ford, tuvo una polémica con los proveedores de GPS que habían sido parte del proyecto, y tampoco validaban los datos. De modo que SSC tomó la decisión de rehacer el intento de récord.
Se buscó una nueva locación, un recorrido de 3,7 kilómetros en los terrenos de Jonny Bohnmer, en el LLF de Space Florida, en el Centro Espacial Kennedy. Allí, con otro piloto, Larry Caplin, hizo dos aceleraciones para promediar, y consiguió validar el resultado, que no fue tan bueno como el de Nevada con Webb, pero de todos modos quedó registrado como el récord mundial de un auto de producción. La marca finalmente fue de 452,6 km/h, que supera los 444,6 km/h del Koenigsegg Agera RS.
Sobre fin de año, Shelby quiso intentarlo otra vez, pero problemas mecánicos en el motor impidieron que el Tuatara intentara llegar a la plus marca oficialmente. Hay promesas de nuevos intentos, y seguramente lo harán. Quedará pendiente confirmar que se pueden superar los 500 km/h.
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