Tras la seguidilla de festejos y regalos que la mayoría de los niños reciben en estas fechas, no son pocos los padres que perciben que es tal la sobre excitación que se genera en los más chicos, que no ven la hora de que sepan la verdad para ver si así logran administrar mejor las emociones.
Sin dudas, por fuera de las fechas de cumpleaños, no hay momento en el año de mayor intensidad emocional para los niños que la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos. Y cuando todo ocurre con pocos días de diferencia, y lo material cobra tanta relevancia, la duda acerca de si se está haciendo lo correcto en fomentarles esas “creencias” asalta a más de un adulto.
Según plantea la psicología positiva, las personas que experimentan esperanza en sus vidas tienen un mayor bienestar físico y psicológico. Por otro lado, los especialistas aseguran que si se acompaña bien este momento con los más chicos también se les estará ayudando a entrenar su frustración (cuando por ejemplo no reciben todo lo que quieren y se decepcionan) y a gestionar las emociones intensas que acompañan estas semanas.
Eva Peñafiel es psicopedagoga y sostuvo que “durante años se opinó que era un error del pensamiento y algunos especialistas recomendaban incluso que no era adecuado fomentarlo y ‘mentir’ a los niños. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado que respetarlo y potenciarlo en este periodo de edad favorece el desarrollo del pensamiento de las etapas posteriores, la creatividad, la imaginación y la flexibilidad cognitiva y es además fundamental para su desarrollo emocional”.
“La riqueza emocional de un niño, su imaginación, se desarrolla a menudo a través de estructuras de ficción, en las que el mundo mágico tiene un lugar preponderante. Más allá del valor religioso que adquirió para los cristianos, principalmente de oriente, la figura de los tres Reyes Magos, como ofrenda al nacimiento de quien sería considerado el Mesías, su valor trasciende en efecto lo religioso para ofrecer al niño una estructura de ficción que de vuelo a su imaginación”. Para el médico psiquiatra Juan Eduardo Tesone, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “celebrar el nacimiento de Jesús, es ante todo celebrar el nacimiento de un niño, ofrecerle regalos es un modo de reconocer la alegría de dicho nacimiento”.
Según dijo el especialista a Infobae, “para un niño, saber que un nacimiento es una ocasión celebratoria lo confirma en su derecho a la existencia”. Por otro lado, para él, “no es indiferente que los tres Reyes Magos representan edades y colores de piel diferentes, un lindo modo de iniciarlo a la diversidad”.
Así las cosas, los especialistas en salud mental no son los únicos que ven ventajas en la magia de los Reyes y Papá Noel. Mar Benegas es escritora de narrativa y poesía infantil española y para ella “al hablarle a los niños de los Reyes, o de cualquier otra leyenda, personajes, historias o mitos se les ofrece un espacio simbólico. Pero además, el acto de regalar, de recibir regalos u ofrecerlos, es un acto innato de cuidado y generosidad, de celebración. Siempre que con ese acto de regalar no se intenten suplir otras carencias afectivas o de presencia, ni que los regalos sean tan excesivos que se pierda su sentido más profundo”.
Tal percepción es correcta y en psicología tiene un nombre: “síndrome del niño hiperregalado”. Es el sentimiento que genera recibir demasiados regalos, hasta el punto de no entender el valor de cada uno más allá del mero hecho material. Esto puede despertar sentimientos de egoísmo y consumismo entre los niños y generar, además, una baja tolerancia a la frustración, tendencia al aburrimiento y a las adicciones o empobrecimiento de su imaginación.
No es ni más ni menos que, a veces, los niños tienen tanto que no aprecian una sola cosa, se vuelven más egoístas y pierden el valor y la importancia de las cosas.
Para contrarrestarlo, los especialistas recomiendan cuatro reglas para tener en cuenta en fechas como hoy. Se trata de regalar a los hijos algo que vayan a usar, que necesiten, que deseen y que les ayude en sus tareas extraescolares.
En ese sentido, y teniendo en cuenta que “darles todo lo que piden sin que les haya generado ningún esfuerzo, es una forma de educar a los más pequeños generando comportamientos egoístas, caprichosos y consumistas”, los expertos aconsejan que los padres hagan que sus hijos reduzcan la carta de los Reyes Magos, limitando aquellas cosas que realmente les genera ilusión y sobre todo ponerlas por orden de preferencia, sabiendo que el primer regalo de la lista será el que más quieren.
¿Cuándo la magia debe llegar a su fin?
Bien sabido es que el pensamiento mágico de los niños no dura para siempre. Y para muchos padres no es fácil manejar el momento en que los más chicos preguntan, sugieren, o repiten lo que otro niño les comentó. Alrededor de los siete u ocho años, depende el niño, es esperable que comiencen a hacer preguntas porque algo no les cuadra, pero dependerá de cada niño o niña y es importante respetar los tiempos individuales.
Ante la sorpresa, muchos adultos no saben cómo ni qué responder: si es mejor decir la verdad, contarles un cuento que les haga entender la realidad, o tratar de mantener la magia un tiempo más.
Frente a la duda, algo que muchas veces funciona (para éstos y otros temas acerca de los que los niños interrogan) es preguntarles qué creen ellos, básicamente para entender cuánto saben y hasta qué punto quieren saber más. “Si es demasiado pequeño, yo no le respondería directamente, pero tampoco le mentiría si ha hecho una pregunta directa -opinó Peñafiel-. Y una cuestión clave es saber su opinión, ya que muchos niños se resisten a creer la realidad a pesar de tener muchas dudas o de haberlo escuchado de sus amigos y en este punto es importante respetarlos”.
“La ficción puede ser sostenida mientras funcione como un andamiaje para la fantasía del niño; pero si el niño pregunta sobre la realidad de dicha ficción, pienso que no conviene negarla, ya que eso sería descalificarlo en sus propias percepciones. Está el tiempo de la ilusión y el tiempo de la desilusión, tiempos que a los humanos nos toca vivir continuamente en el curso de la vida”, analizó Tesone al respecto.
En la mirada de la licenciada en Psicología Lorena Ruda, “si bien se trata de ‘una mentira’ de alguna manera válida, algunos niños se sienten traicionados por los padres”. “Otros, sin embargo, se muestran felices al descubrirlos, y otros en el fondo, manifiestan que siempre lo supieron. Incluso algunas teorías dicen que ellos sostienen la mentira para no desilusionar a los padres”, agregó la especialista en maternidad y crianza.
Y tras considerar que “una vez que dudan y preguntan no tiene sentido sostener la ilusión”, Ruda resaltó: “Decir la verdad en el momento en el que preguntan creo que es la mejor respuesta. Y ante la desilusión por sentirse engañados se explica también desde una cuestión cultural que sostenemos pero que cada familia puede tener modos diferentes de perpetuar esta ilusión”.
Para ella, “los chicos entienden que no es una mentira como las que los padres tanto piden que sus hijos eviten, pero, en el fondo, es un cuento”. “Cada uno decide creer o no, y cada familia tiene derecho a cuestionarse sobre esto y hacer algo diferente si así quisieran. Por ejemplo, se puede hablar de estos temas como tradiciones y sostenerlas como tales pero con la verdad -sostuvo Ruda-. La reacción ante la verdad es impredecible, pero yo creo que en el fondo, alivia”.
En ese sentido, la licenciada en Psicología Adriana Guraieb, miembro titular en función didáctica de APA observó que “hay padres que consideran que es importante mantener la ilusión con una pequeña mentira piadosa o protectora, y prolongar la ingenuidad de la infancia, tal vez sin considerar que cuando llegue la desilusión no será con los Reyes Magos, ni Papá Noel, sino con los propios padres”.
“Otros prefieren decir, por ejemplo, que hace miles de años existieron pero que ahora representan el valor de ser generosos, de pensar en los demás, en los necesitados, de obsequiar para dar una alegría moral que puede perdurar de por vida”, agregó la experta.
Finalmente, la escritora infantil consideró que “si alguien duda o pide una respuesta, la honestidad es el único camino”. “Seguramente después, el niño, la niña, si tiene un mundo simbólico poderoso y sabe que esa verdad tiene que ver con la ilusión que se genera (como en las buenas historias y los cuentos), seguirá disfrutando igualmente de esos momentos”, aseguró.
En este punto, mantener la ilusión es crucial para que continúen disfrutando de la magia de la Navidad y la Noche de Reyes, el resto de su infancia y, por qué no, de su vida. De allí que los especialistas coinciden en que por eso es importante que el mensaje sea positivo, recordándoles que ahora tienen una misión: ser cómplices y guardianes del secreto para que la magia siga viva, sobre todo si tienen hermanos o primos pequeños.
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