A fines de noviembre del 2019, el Concejo Deliberante de la localidad de Pinamar aprobó una ordenanza que prohíbe fumar en gran parte de sus playas y contempló la instalación de ceniceros para los fumadores, que desde entonces sólo pueden consumir tabaco en un radio de cinco metros alrededor de cada uno de estos recipientes. La normativa se aplicó de manera progresiva y, una vez en vigencia, los dos primeros años fueron destinados a su plena difusión mediante una campaña de concientización. Ese plazo terminó el mes pasado: a partir de esta temporada, quienes fumen fuera de los sectores permitidos se expondrán a ser multados.
La medida fue presentada por las ONG Yo Amo A Mi Playa (@yoamomiplayaok) y Big Human Wave, con la finalidad de preservar las zonas costeras y evitar ese tipo de contaminación. Fue impulsada por Gastón Caminata, un reconocido activista de la Costa Atlántica que también logró convertir el balneario bonaerense en la primera ciudad del país libre de sorbetes y vasos de plástico de un solo uso.
“Hace 13 años que hacemos esto. Esta es la playa más limpia del planeta. Si ves basura, te vas a dar cuenta de que es muy poquita. La única que recogemos es la que trae el mar, al que le tiramos un camión de basura por minuto. Somos creadores de conciencia. Desde nuestro lugar hacemos que esto funcione acá para que otros sigan nuestro camino”, dice a Infobae Caminata, que se autodefine como un “despertólogo ambiental” y advierte: “Tenemos que salir de esta corrupción ambiental de la cual estamos todos inmersos”.
El activista y surfer divide su rutina diaria entre el cuidado del medio ambiente y la atención de su restaurante de comida mexicana Jalisco, localizado en Cariló. “Por más de que esté cocinando, mirando una película o hablando con alguien, siempre estoy mirando alrededor, observando, pensando en cómo resolver temas ambientales”, asegura.
Junto a dos amigos, “Teddy y Fede”, recorren las playas pinamarenses para instalar “cestos ecológicos”, unos recipientes elaborados: unos son bidones de agua (que les donan por estar pinchados) que los ata a postes de madera con alambre galvanizado; otros son caños, codos y tapas de PVC, que tienen un pequeño agujero para que por allí se depositen las colillas de cigarrillos. En lo que va de diciembre ya colocaron 40, en Pinamar, Valeria del Mar y Cariló. Según calculan, en temporada alta se pueden acumular entre 50 y 100 colillas por día.
Un informe de la ONG Ocean Conservancy reveló que las colillas de cigarrillo son el residuo más contaminante de las costas y océanos: pueden llegar a dañar entre 8 y 10 litros de mar. Tardan una década en degradarse, e incluyen compuestos como acetona, amoníaco, arsénico, polonio o elementos radiactivos.
“En una hora de recorrida por Ostende podés llegar a juntar 200. Pero si te vas a, por ejemplo, Las Toninas, juntás lo que te dé el tiempo; 1.800, 2.000 colillas. Estamos en emergencia ambiental”, considera Caminata, que tiene un depósito en el que va guardando las que recolecta. Dice que, hasta hoy, guarda 400.000 colillas en botellas, baldes y otros recipientes de diferentes tamaños. “No se puede hacer nada con eso, no hay forma de reciclarlas”, lamenta. Igualmente asegura que incita a la gente a que les envíen las que recolectan por su cuenta.
Caminata recordó que la iniciativa de “playas libres de humo” es el resultado de otra cuya fin era que se prohíba la venta de cigarrillos en Pinamar. Pero el proyecto mutó durante su debate y ahora “si se fuma fuera del sector, la multa es de entre 20 y 200 paquetes de cigarrillos”. Tomando en cuenta un valor promedio de $200 el paquete, el valor de la multa sería de $40 mil pesos.
Desde el municipio sostienen que es muy complejo fiscalizar esta situación en 22 kilómetros de playa. Esta temporada hay más de 20 inspectores, que se dividen en tres turnos y además deben controlar la venta ambulante en la playa (son cerca de 400 vendedores registrados, que deben contar con su correspondiente permiso) y los comercios de la ciudad, de la nocturnidad y las denuncias por ruidos molestos. Por eso, más allá de los patrullajes necesitan de la responsabilidad del ciudadano, tanto para el cumplimiento de las normas como para la atención rápida a los conflictos a partir de las denuncias.
De todos modos, Caminata subraya que junto a sus amigos no buscan las sanciones económicas. “Hemos logrado que esta playa sea la más limpia del planeta sin poner una multa a nadie y también podemos hacerlo sin que nadie fume”, finaliza tras colocar un cesto ecológico y regresa a su casa mientras recoge de la arena un papel, una pulsera, un barbijo y, también, alguna que otra colilla.
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