De finales de año y balances: ¿siempre es aconsejable hacer un racconto del año?

¿Es el segundo fin de año en pandemia un momento para analizar logros y pendientes? ¿Cuál es la mejor manera de poner en la balanza pros y contras sin “autoflagelarse” por lo no alcanzado? Infobae habló con especialistas

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"Cuando miramos hacia atrás y vemos lo que pudimos  concretar y aquellas cuestiones que aún quedan en el tintero, nos lleva a un tema previo, que es preguntarnos como nos planteamos nuestros objetivos y metas", coinciden los expertos (Getty)
"Cuando miramos hacia atrás y vemos lo que pudimos concretar y aquellas cuestiones que aún quedan en el tintero, nos lleva a un tema previo, que es preguntarnos como nos planteamos nuestros objetivos y metas", coinciden los expertos (Getty)

Casi de manera automática, sin siquiera pensarlo demasiado, cuando un ciclo llega a su fin se impone evaluar lo sucedido. Pensar si los objetivos planteados se alcanzaron, analizar por qué no se logró lo que no se logró. Y plantearse nuevas metas.

El fin del año es una de esas situaciones que invitan al racconto de lo sucedido. Pero, ¿debe ser siempre así? ¿Qué ocurre cuando el fin de año coincide con el segundo aniversario del surgimiento de un virus que cambió el mundo tal como lo conocíamos y puso la vida de la humanidad patas para arriba?

“Estamos terminando el segundo año de pandemia, y por momentos parece parte de un gran continuado de mucho trauma en lo social y colectivo y también en lo individual”. La licenciada en Psicología Luján Rossetto (MN 45356) comenzó a analizar que “cuando llega diciembre cada uno hace balances sobre lo logrado, lo obtenido, lo que falta, pero ocurre que a veces esos balances se transforman en exámenes en los que las personas se examinan y se ponen a prueba de manera muy exigente, muchas veces con una tendencia a la autoflagelación enorme”.

Tras reconocer que “los diciembres y los fines de años suelen estar asociados en el imaginario popular a realizar un balance”, el licenciado en Psicología Pablo Lanzafame (MN 49.982) sostuvo que “quizá debería aprenderse a considerar que siempre es un buen momento para hacer los mismos, es decir poder tomarse un momento para reflexionar sobre lo ocurrido y ver si las acciones que se realizan alejan o acercan a aquellas metas y objetivos que son valiosos para cada uno”. “Ahora bien, este año, tanto como el pasado, han sido excepcionales, ya que ambos tuvieron como eje transversal la pandemia COVID-19, la cual debemos considerar en nuestro análisis pues es un hecho que nos excede como individuos singulares y es parte de nuestra realidad y vida cotidiana, por lo tanto la pandemia debe ser tenida en cuenta al momento de analizar que pudimos o no alcanzar”, observó el especialista del departamento de Crianza y Orientación a Padres de Halitus Instituto Médico.

Para Rossetto, "hacer un balance en este contexto y pretender que el saldo dé a favor es, en un punto, estar desconectado de la realidad y del sufrimiento colectivo" (Getty)
Para Rossetto, "hacer un balance en este contexto y pretender que el saldo dé a favor es, en un punto, estar desconectado de la realidad y del sufrimiento colectivo" (Getty)

Para Rossetto, “hacer balance en estos dos años se torna un poco insuficiente”. “Me parece que hacer un balance en este tiempo en el que quien no se quedó sin trabajo, perdió un familiar, o está trabajando el triple en situaciones infrahumanas y pretender que el saldo dé a favor es, en un punto, estar desconectado de la realidad y del sufrimiento colectivo -analizó-. Más que balances, en este tiempo es buen momento para reflexionar sobre los que fuimos y ya no volveremos a ser; quizá sea un acto de honestidad más inteligente que el famoso balance de fin de año”.

En opinión de Lanzafame, “cuando se mira hacia atrás y se ve lo que se pudo concretar y aquellas cuestiones que aún quedan en el tintero, lleva a un tema previo, que es preguntarse cómo se plantean los objetivos y metas, ya que si estos son muy complejos o ideales, es probable que no se alcancen, lo cual no quiere decir que no se esté en el camino para hacerlo, por eso es una buena práctica al momento de establecer objetivos y metas personales tener una mirada realista y poder dividir la meta valorada en pasos más pequeños, alcanzables, ver qué cosa de los mismos son objetivables”. “Realizarlo así nos invitara a disfrutar del recorrido en la consecución de aquello que queremos, permitiendo al mismo tiempo quitarnos el peso de un ‘ideal’ que nos provocará un aumento en la autoexigencia propia y si no llegamos minará nuestra propia autoconfianza, haciéndonos pensar que no somos lo suficientemente buenos para lograrlo, pero que cuando lo analizamos puede que hayamos querido dar pasos más largos que los que realmente podíamos”, agregó.

En ese sentido, Infobae consultó a la licenciada en Psicología Patricia Martinez (MN 24.411) si en este contexto de pandemia e incertidumbre conviene plantearse objetivos más a corto plazo. “En pandemia, como en toda situación de crisis, los objetivos a corto plazo suelen ser menos estresantes y más accesibles, por lo tanto es más recomendable en el atravesamiento de este tipo de situaciones plantearse otras metas -sostuvo la especialista del departamento de Crianza y Orientación a Padres de Halitus Instituto Médico-. Las metas a corto plazo nos permiten corregir el rumbo y nos generan una satisfacción más cercana, lo cual a su vez retroalimnenta positivamente el equilibrio emocional y nos permite relanzar nuevos objetivos”.

"El planteamiento de objetivos es siempre también un ideal, está bien si no se alcanzan todos, por eso es importante reflexionar hacia donde centramos nuestra atención" (Getty)
"El planteamiento de objetivos es siempre también un ideal, está bien si no se alcanzan todos, por eso es importante reflexionar hacia donde centramos nuestra atención" (Getty)

- ¿Cómo manejar la frustración por lo que no se consigue?

- Martinez: La frustración no tiene amigos. Nadie quiere vérselas con ella, todos queremos evitarla y hacernos a un lado cuando avizoramos que algo puede llevarnos para ese lugar.

Pero por otro lado, no es menos cierto que de la frustración aprendemos mucho, y a veces las frustraciones nos ayuda a conocernos más, a avanzar, a aprender, e incluso a sentir más y mejor las cosas que nos pasan.

Muchas veces dejamos de hacer cosas por temor a frustrarnos y quizá enfrentar la frustración o enfrentar el riesgo del fracaso puede ser un buen desafío para plantearnos como personas. La frustración no es ni buena ni mala, somos nosotros buenos o malos en nuestras habilidades para enfrentarla.

El planteamiento de objetivos es siempre también un ideal, está bien si no se alcanzan todos, por eso es importante reflexionar hacia dónde centramos nuestra atención: hacia lo que no alcanzamos o hacia lo que sí pudimos lograr, una mirada nos lleva a aumentar negativamente nuestra autoexigencia y la otra nos permitirá ser más bondadosos con nosotros mismos al tiempo que reflexionamos sobre qué acciones concretas y realizables puedo seguir haciendo para continuar el camino hacia mis metas personales”, aportó por su parte Lanzafame.

En este punto, Rossetto citó un escrito de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis extraído de Un cuento de Navidad: “En esta fiesta se celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido, los que no están, lo que no se logró. El pacto es un nuevo arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de las cosas, lo irremediable, lo imposible, etc. En ambos casos nos sigue convocando a desafiar el futuro”.

Y concluyó: “Más que balance, creo que es momento de evaluar desde dónde uno quiere renovar el pacto en medio de este duelo que para todos significó la pandemia”.

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