Javier Saiach sonríe orgulloso mientras, cual pavo real, despliega sus vestidos de ruedos perfectos, bordados impactantes, tules, sedas y detalles de una impecabilidad indiscutida. Correntino, vivió muchos años en Paraguay, donde es rey absoluto y, además, el elegido a la hora de las galas y los eventos solidarios.
¿Vieron que soy bueno?, desliza sarcástico el señor alta costura, embajador de champagne franceses, el que vistió a todas las más lindas. Inolvidable, el traje de novia de Isabel Macedo y la sofisticación que mostró con musas como Mariana Fabbiani y Juana Viale. Pero hoy hablamos de manjares.
-¿Qué sabor te deja el vestido terminado?
-Algo dulce que genera placer inmediato.
-Visualicemos ese postre entonces
-Más bien sería un fondant, esa pasta comestible empleada en pastelería. Y pienso en ella porque sería mi elemento para hacer los bordados. También utilizaría mucho pastillaje, una lluvia de merengue, algunas frutas rojas.
-¿Cuál es tu utensilio en la cocina y el favorito a la hora de crear?
-Sin dudas el horno. Para mí todo va al horno. Desde una milanesa, una tarta, un pollo. Y con respecto a mi profesión sería la máquina bordadora, que no es mágica. Por supuesto que luego todo depende de nuestras manos.
-¿Cómo debe ser el chipá perfecto? ¿Y el vestido?
-Debe existir un balance correcto en la mezcla. Porque cuando está desproporcionado queda rico en caliente pero luego, cuando se enfría, es una goma.
Lo mismo pasa con la alta costura. ¿Qué significa esto? Que el vestido está hecho a mano. Que engloba todas aquellas piezas que han sido confeccionadas manualmente desde su principio a fin. Y desde ya las pruebas. Más de una. Las suficientes para que el bordado sea el adecuado, las pinzas, el dibujo.
-¿Tomás mate? ¿Cómo sería un vestido “tereré”?
Soy un correntino medio trucho que no toma mate pero sí tereré ya que viví mucho tiempo en Paraguay. Lo imagino fresco, con transparencias, bordados tropicales y que dé sensación de saciedad veraniega.
-¿Panes de mandioca o de trigo? ¿Seda o lino?
-De trigo. Me encanta la mandioca pero engorda un poco más. La seda me parece muchísimo más sexy; me fascina el movimiento que genera en el cuerpo de la mujer.
- ¿Dónde se come la mejor sopa paraguaya (pastel de queso y maíz)? ¿Con qué prenda la compararías?
-Hay muchas ciudades en Paraguay donde la hacen genial, pero la mejor se come en la casa de una de mis amigas. Si fuera una prenda... una falda de alta costura en shantung. Porque es un género que parece armado pero permite movimiento, se siente agradable. Como el pastel, que aparenta durito pero adentro es pura crema.
-En la pandemia empezaste a diseñar pijamas y ropa de casa. ¿Cuál es el look Saiach para cocinar y para dormir?
-Un look impresentable. Tengo mil pijamas de seda comprados en todas partes y mi colección Saiach intimates. Pero la realidad es que termino con remeras de Disney.
-¿Con qué colegas tomarías unos mates?
-Tomaría el té. Pero con mucho cuidado porque sospecho que podría terminar mal: más de uno me aplicaría la técnica Yiya Murano (masas envenenadas).
-¿Qué texturas te vuelven loco? En lo textil y en gastronomía.
-Amo los tules bordados y el chantilly, que comienza con una forma y termina en otra...una obra de arte. Y en la mesa la pasta. No la tengo tan permitida pero pienso que puede resolver cualquier cosa.
-¿Qué te resulta incomible en la vida e inmirable en un perchero?
-En un perchero aquellas prendas que no están adecuadas a las usuarias. ¡Y las Crocs! Y con respecto a la comida, hay muy pocos platos que me parezcan un espanto. Tal vez el hígado.
-¿Qué te parece pretencioso en moda, en la vida y en el restaurante?
-Las comidas extremadamente pequeñas, las que son casi una muestra, me parecen pretenciosas. Me cansaron. Creo que no se puede elaborar un concepto sabroso en una miniatura. En moda lo exagerado sin sentido y en la vida no hacerse cargo de las cosas.
-Si el amor fuera un bocado...
-Dulce de leche, ese que tiene residuos de azúcar.
-¿Y la envidia?
-Un vaso de jugo de limón.
-¿Qué te parece genial en las fiestas? ¿Y lo peor?
-Lo mejor es bailar. Y lo peor es tener que hacerse el regio cuando pasan los bocaditos y te morís de ganas. Hoy todo debe ser instagrameable.
-¿Cuál es tu reacción ante una copia?
-Enojo, porque soy turco enojón. Pero cuando elaboro el duelo ya fue. La poca creatividad del diseñador y la escasa información de quién lo lleva me produce bastante descontento. Mi técnica es híper copiada; todo el mundo lo sabe. Pero de ahí a que les salga...
-¿Qué te enoja en el mundo de la moda? ¿Y en un restaurante?
-Me molesta la gente que cree que sabe de moda, y nada que ver. Hay que leer un poquito más, informarse. Yo creo que casi nada está demodé. Ni edades, ni modelos ni tipos de cuerpo ni diseñadores por su edad. Hay muchas editoras de moda que prejuzgan y no hacen entender al público que la moda es divertida, que hay diversidad de público y que hay que pasarla bien.
-¿Si los críticos de moda fueran un bocado, una factura, una masa seca?
-Nada de eso: son una cucharada de cianuro. Ellos y los editores.
-¿Cuál es el plato, el postre y el diseñador de la Argentina?
-El plato argentino, chicos, es el asado. Antes, un choripán. Y el postre un arroz con leche o vigilante. Y voy por más, agrego pasta frola para la hora del té. ¿El gran diseñador? Quien les habla: Javier Saiach.
Entrevista: Flavia Fernández
Realización: Gastón Taylor / Edición: Rocío Klipphan / Producción: Macarena Sanchez
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