Las noches en una familia a la que acaba de llegar un nuevo integrante o en la que hay miños pequeños suelen ser largas y solitarias. Y muchas veces (por no decir siempre), las expectativas de los adultos respecto a cómo y cuánto se espera que duerma un niño distan mucho de la realidad.
“¿Se porta bien? ¿Duerme toda la noche? ¿Te deja dormir?” quieren saber tías, amigas y abuelas cuando visitan a la familia en reciente formación.
Es por eso que contar de antemano con información acerca del sueño será de gran ayuda a la hora de calmar ansiedades -propias y ajenas, que suelen ser las peores-, evitar frustraciones y miedos.
María Guastavino es licenciada en Psicología (MN 50661) y madre de Facundo y Lucas, de cuatro y dos años. Y sobre la base de su conocimiento profesional, sus experiencias personales, y la recopilación de algunos casos concretos escribió Duérmete lindo, “un libro pensado para acompañar a las familias en el sueño de sus hijos durante los primeros años de vida”.
Con prólogo de la psicóloga especializada en crianza Maritchu Seitún, “el libro no tiene fórmulas mágicas ni recetas salvadoras. Se trata más bien de una guía de cómo ayudar a transitar a los hijos el camino hacia un sueño más independiente”.
Claro, con lenguaje sencillo y cercano, “es un libro que acompaña a acompañar”, definió su autora en diálogo con Infobae.
1- ¿Es posible ayudar o “enseñar” a dormir a nuestros hijos? ¿Cómo? ¿Cuánto influye cómo nos dormían a nosotros hoy adultos de bebés?
- Es posible ayudar a que un bebé duerma lo mejor posible teniendo en cuenta su singularidad y su etapa evolutiva. Es importante generar hábitos de sueño que propicien un buen descanso tanto durante el día como durante la noche. Como padres debemos tener un rol activo en el sueño de nuestros hijos facilitando su descanso.
El sueño es evolutivo y madurativo por lo que no podemos pretender que duerman como los adultos (quienes muchas veces tampoco suelen dormir toda la noche de un tirón) pero de todos modos hay ciertas cuestiones que debemos atender. Generar rutinas agradables y placenteras, cuidar el ambiente, los horarios, las siestas, la alimentación, son algunas cosas que describo y explico en profundidad en el libro.
Lo que sucede durante los primeros años de vida de todo sujeto es estructurante del psiquismo. El vínculo con las figuras de apego es clave para que ese bebé se desarrolle sanamente. Es por eso que lo que sucede en las noches también es importante. Por eso recomiendo siempre acompañar al bebé cuando requiera asistencia durante su sueño. Frente al llanto, presencia.
2- ¿Qué es un sueño seguro?
- El sueño seguro es otro pilar de este libro. Más allá de que todos solemos ansiar el día en que las noches no sean interrumpidas lo que no tengo dudas que queremos proteger siempre es la seguridad de nuestros bebés al dormir. No importa la filosofía de crianza que cada familia tenga, si hacen colecho o si prefieren que duerma en su cuna, hay ciertas pautas que se deben respetar siempre. Hay un capítulo entero en el libro dedicado a esta temática que se llama “en la cuna, nada”. Es algo de lo que se habla muy poco y creo que es importante difundir.
3- En el prólogo del libro, Maritchu Seitún dice que “cuando nos acomodamos a una etapa del sueño y empezamos a sentirnos tranquilos y seguros, algo cambia y tenemos que adaptarnos a la nueva situación”. ¿Cuántas etapas o fases podría decirse que tiene a grandes rasgos el sueño de un niño?
- Maritchu Seitún, quien generosamente escribió tan lindo prólogo, hace referencia a un concepto clave que tiene que ver con que el sueño es evolutivo y madurativo. El sueño no es un fenómeno lineal sino más bien dinámico, que va cambiando a medida que todo bebé crece. Los cambios que transitan los bebés durante los primeros años de vida son numerosos. Empiezan a rolar, a gatear, a pararse, caminar, decir las primeras palabras, angustia del octavo mes, salida de dientes, y así podría seguir enumerando sucesos importantísimos en el desarrollo de los bebés que pueden tener impacto en el sueño. El sueño es un trompo, cambia así como cambia cada bebé.
4- “Los bebés duermen como bebés y no se puede pretender que lo hagan como adultos” dice en una parte del libro. ¿Cuánto nos influye las expectativas previas y la mirada ajena acerca de cómo se supone que debe dormir un hijo?
- Las expectativas en general distan mucho de la realidad. Muchas veces el problema está en lo que los padres esperan que suceda y no en el sueño de sus bebés. Por eso en Duérmete lindo los padres van a encontrar información acerca del sueño que los va a ayudar a calmar ansiedades, evitar frustraciones y miedos. Cuando uno sabe lo que va a pasar o lo que puede llegar a pasar en general luego responde con mayor templanza, paciencia y seguridad, y todo eso se transmite.
5- Relacionado con esas expectativas, ¿Cómo no desanimarse cuando todo lo “planeado” sobre el sueño de un hijo ocurre de manera contraria?
- Tener buena información ayuda a no frustrarnos. Es muy habitual tener ideas o ideales que se van modificando cuando la realidad se impone. Ahí es importante dar lugar a la flexibilidad. Hay quienes dicen no querer hacer colecho y luego lo hacen por que es la única forma con la cual consiguen un mejor descanso. Hay quienes quieren hacer colecho y después en la práctica no les resulta. Cada familia va haciendo camino y es importante acompañar ese proceso para que lo disfruten. Esto no pasa solamente en el sueño sino en muchos otros aspectos de la crianza. Vivimos en una sociedad ahogada de exigencias y fundamentalismos. Creo que hay que dar lugar a que cada familia haga su propia experiencia y así elija aquello que les resulta más funcional.
6- En el libro se hace referencia a que siempre se debe atender el llanto de los hijos. ¿Qué opinión te merece quienes recomiendan dejarlos llorar para que aprendan a dormirse solos?
- No estoy de acuerdo con quienes recomiendan dejar llorar a los bebés para que aprendan a dormir. Creo que no es el camino para enseñar absolutamente nada. El sueño no se entrena, los bebés no se entrenan y me resulta insólito pensar en aplicar métodos que cronometran el tiempo de asistencia al llanto del bebé. Un bebé va a lograr dormir con mayor independencia siempre y cuando primero se haya sentido seguro. Yo creo que los padres debemos estar “al pie del colchón” acompañando el camino hacia un sueño independiente siempre cuidando las necesidades fisiológicas y emocionales del bebé. Eso no se negocia.
7- ¿Una crianza con apego los hace más dependientes? ¿O es exactamente al revés? ¿Por qué?
- Es exactamente el revés. Un bebé necesita primero sentirse seguro para después ser un sujeto independiente. Por eso no hay que apurar los procesos. Tienen sus propios tiempos internos y hay que respetarlos. El camino hacia un sueño independiente se logra acompañando al bebé y respetando sus propios tiempos. Es por eso que no incluyo edades en esta parte del libro, creo que eso generaría aún más presión en los padres. El consejo sería: dale a tu bebé lo que te pide, por que lo que te pide es lo que necesita.
8- ¿De cómo los hijos aprendieron a dormir de pequeños dependerá que adquieran hábitos saludables para su descanso de adolescentes y adultos?
- Creo que es importante instalar hábitos de sueño saludables desde pequeños. Sin pretender que por eso duerma toda la noche de un tirón. Pero los hábitos se van instalando progresivamente. Los bebés no entienden de horarios, pero sí entienden de acciones. Entienden, por ejemplo, que cuando mamá o papá lo bañan, luego le ponen el pijama, le cantan una canción y luego apagan la luz, y es hora de dormir. Esto ayuda a que se vayan a dormir más tranquilos y seguros.
También es importante que el momento de dormir se asocie a algo lindo y placentero. Esto ayudará a que el bebé o niño se predisponga con mayor facilidad a dormir y su descanso sea mejor.
“Al pie del colchón”, dice Guastavino parafraseando el “al pie del cañón” que invita a permanecer en un puesto sin importar los peligros, el cansancio o las condiciones adversas.
Al parecer, no es posible distraerse: los padres -asegura- “son los guardianes del sueño de sus hijos”. Cuando son chicos, da trabajo que quieran irse a dormir, que duerman en su cama, que se queden allí toda la noche. Cuando crecen, se trata de que se acuesten en horarios razonables y duerman una cantidad suficiente de horas para estar de buen humor y rendir al día siguiente. Según la especialista, “la clave radica en formar hábitos de sueño en los hijos que permitan descansar a todos en casa, de modo que los adultos puedan tener un ‘horario de protección al mayor’; esto es, un rato de intimidad o un tiempo para ellos cuando los chicos ya se durmieron”.
De eso se trata, después de todo.
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