Vivimos tiempos en los que algunos dejan a su libre albedrío la forma de vestir, alejados del protocolo y a menudo con el objetivo de provocar. A diario vemos como personajes públicos asisten a toda clase de eventos, ataviados de variopintas maneras y deteriorando, descuidando su imagen personal.
Tal vez sea en el ámbito político donde en los últimos años esto es más evidente. No es de extrañar que el líder de un partido acuda al entrevistas o debates con camisa abierta y sin corbata. Sin embargo, lo que un político muestra ante los demás de sí mismo no siempre representa lo que de verdad esa persona es… o creemos que es.
Decir que la persona es el centro de una estrategia de campaña es afirmar que el que comunica se sitúa en el centro de lo que se quiere decir y es el motivo de la persuasión. La imagen en términos generales constituye uno de los elementos más importantes en la comunicación del pensamiento. A través de ella, los que nos rodean establecen el contacto con esa realidad misteriosa que es la propia intimidad. Nuestra apariencia es la puerta de entrada, el sello personal de nuestra identidad, lo que nos identifica y distingue de otros.
Pero no podemos reducir la imagen a la apariencia. Por el contrario, el aspecto físico cobra importancia en cuanto conduce o facilita llegar a lo que realmente somos. El problema de la imagen radica en que no sólo hay que ser, sino también parecer. Es decir que la imagen es lo que objetivamente corresponde a la realidad, pero también lo que se transmite o lo que se aparenta. Es por ello que la imagen se cuida, se crea.
Cuando hablamos de la imagen personal de un político, debemos tener en cuenta que estamos ante un personaje que despierta un interés social y, por ello, cuenta con una imagen pública. El concepto de imagen pública es clave para entender la comunicación entre las instituciones, países, personajes, etc., que intentan hacerse con una imagen ante los ciudadanos. En este contexto, tener una imagen es de gran importancia, ya que de esto depende la aceptación por parte de los otros y de la comunicación dentro y fuera del sistema.
La imagen pública equivale, por tanto, a la opinión y consideración general de los otros. Por este motivo, el hombre político presta especial atención a todos aquellos aspectos de valor estético que manifiesten su condición de político, o que le merezcan conseguir una buena imagen delante de los demás. Todo comunica en política, pero ¿hasta qué punto influye la apariencia física de un candidato entre los votantes? ¿Es determinante?
Este 14 de noviembre hay elecciones legislativas en todo el país. Se renueva la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado. Los principales candidatos de las listas proyectan una imagen que arranca en su apariencia física y en la forma que tienen de comunicar. En segundo término, se fortalece con todo aquello que dejan ver de ellos y termina por consolidarse con lo que los demás perciben e interpretan de sus actos.
“Tal es el caso del candidato a diputado nacional bonaerense de Juntos, Facundo Manes. Lo llamaría ‘preppy’ o ‘de vuelta a las aulas’, a la educación. Con su estética college busca abogar por la nostalgia y el pasado como un lugar seguro y conocido. Se trata de una tendencia más conservadora, clásica y convencional, es un estilo de la élite estudiantil, acompañado de un despertar y auge del orgullo universitario”, detalló en diálogo con este medio, Patricia Doria, diseñadora de indumentaria y directora del área de Moda de la Universidad de Palermo Facultad de Diseño y Comunicación.
Para la diseñadora de alta costura Patricia Profumo, el estilo del neurólogo y neurocientífico argentino podría resumirse en: descontracturado. “Es correcto pero también relajado. Creo que con su imagen atrae a un público que abarca todos los grupos etarios”, aseveró ante la consulta de Infobae con este medio.
En la misma línea, para las especialistas, la simplicidad y el hermetismo del look total black que el jefe de Gobierno de la Ciudad Horacio Rodríguez Larreta eligió durante los últimos meses “habla de una vestimenta más descontracturada que comunica discreción, sobriedad, austeridad y simplicidad, como sus principales valores y principios”.
“Se le nota que es una persona devota a las ropas de moda pero que actúa como que no lo es. A menudo se lo ve prolijo, con equipos de buena calidad y siempre en colores clásicos. Ahora sus preferidas son las prendas casuales o deportivas, pero siempre clásicos a la moda. Generalmente prefiere el negro que es un color práctico y seguro. Al estar todo el tiempo tan expuesto corre menos riesgo de equivocarse”, explicó la diseñadora Maureene Dinar.
Cuando la imagen de un político es coherente con su mensaje genera confianza y afianza las creencias del votante. Sin embargo, para Profumo, “con una larga trayectoria en política, Larreta ya no busca atraer nuevos simpatizantes con su imagen porque ya siente afianzado su camino. Victoria Tolosa Paz, la principal candidata del oficialismo, en cambio, con un estilismo “lady cool” busca captar juventud y popularidad adoptando un look jovial, fresco y moderno. Siempre con jeans y blazers cortos con un makeup y cabello excelente”.
“Tolosa Paz -agregó Dinar- es una fashionista cool y lo muestra sin problema. Se preocupa y ocupa mucho de la imagen y respeta las reglas básicas de estética. Se cuida en el vestir y lo hace con looks que son tendencia. Sin lugar a dudas, la moda y la imagen ocupan espacio en su agenda”.
Mientras tanto, con casi 20 años de trayectoria en la política y a diferencia de muchas otras figuras, María Eugenia Vidal mantiene su estilo sobrio, elegante y enfocado en la comodidad, un sello que la distingue. A través de los años, la ex vicejefa confirma que los básicos son un comodín siempre seguro. “Ya asentada en una imagen ultra conservadora, de política clásica y sin mucho para trasmitir, creo que busca el grueso de los votos siempre fiel a su imagen retro ochentosa”, dijo Profumo.
Sobre el estilo del candidato a diputado porteño del Frente de Todos, Leandro Santoro, Dinar remarcó: “Se podría decir que entra en la categoría de los que ‘se ponen lo que venga’”.
Si preguntásemos a la gente en la calle que es lo qué más recuerdan del economista que se promueve a sí mismo como libertario Javier Milei, seguramente varios nos hablarán de su peinado poco convencional, sus ojos claros, su pelo largo y su look prolijamente desaliñado.
“Con su estilo insurgente, Milei emula la década del 1950 y de los 80 en donde los jóvenes motociclistas llamados rockers usaban camperas de cuero negras, sugiriendo violencia, protesta y agresión. Esta simbología es tomada también por los grupos punk, con un negro vinílico de protesta frente a un mundo o país que les depara un incierto y negro futuro”, subrayó Doria.
Los peinados raros de Milei sin lugar a duda les sumaron notoriedad pero no agregaron valor de imagen. “Ha sabido llamar la atención de la sociedad con su verborragia, exabruptos y look inconfundible. ¿Será por su exótico peinado y por sus frases sin filtro que muchos jóvenes se ven representados?”, se preguntó Profumo.
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