Contra todas las recomendaciones de los especialistas, las pantallas se volvieron un mal necesario en tiempos de pandemia.
El aprendizaje a distancia y el distanciamiento social de estos últimos dos años, sin dudas tuvieron como consecuencia un aumento en el uso de dispositivos electrónicos entre niños y adolescentes.
Son herramientas de estudio, son entretenimiento, son conexión entre pares. Pero también -se sabe- que las computadoras, tablets y smartphones pueden ser muy útiles y al mismo tiempo resultar perjudiciales.
A semanas de terminar las clases ¿es posible aprovechar el verano para reducir el tiempo que pasan los niños y adolescentes frente a las pantallas?
Es que los posibles efectos de una desmedida exposición a corto y largo plazo en los niños, incluyen la pérdida de sueño y el interés en las relaciones interpersonales o actividades, el descuido de las tareas escolares, conectarse para evitar confrontar con sentimientos desagradables y hacer berrinches cuando se limita el tiempo frente a la pantalla. Si algo de esto suena familiar, se debe a que el llamado “uso problemático de internet” tiene un parecido impactante con el tipo de comportamiento que expertos en adicción asocian con el abuso de sustancias. Esto se debe a que los niños obtienen placer a través de la utilización de esta herramienta, lo que modifica los niveles de dopamina en su cerebro. Por lo tanto, la exposición desmedida que estamos atravesando hoy en día puede generar una sobreestimulación que produzca dependencia.
“Es clave tener en cuenta que estamos viviendo momentos de disrupción tecnológica abrupta y como padres debemos recordar que son tiempos diferentes a los de nuestra infancia. No obstante ello, los adultos somos responsables de que los niños los utilicen en forma adecuada, no solo en lo que refiere al tiempo de exposición sino también a los contenidos”. Sandra Berta es neuropediatra y directora científica de Banedi, la primera herramienta digital en español que permite diagnosticar problemas cognitivos y de aprendizaje en niños y adolescentes de cuatro a 15 años.
Cinco consejos para una desintoxicación digital
En la era pandémica el uso de los medios digitales ya no es un extra opcional, o sea, algo que puede separarse de la vida diaria. Se trata de herramientas que llegaron para quedarse y nos ayudan desde la posibilidad de abrir un mundo de conocimiento hasta mantenerse en contacto con amigos o familiares a distancia.
Por lo tanto, estas estrategias no pretenden prohibir el uso sino tomar medidas para encontrar un equilibrio saludable con nuestros dispositivos digitales y alentar los descansos temporales de las pantallas:
1- Incluir la desconexión en la rutina: se puede proponer un día a la semana sin tecnología digital y comprometerse a pasar tiempo de calidad juntos sin usar dispositivos electrónicos. También resulta muy útil establecer una “hora de dejar los dispositivos”, por ejemplo, a la hora de cenar. En ese momento guardan todos los dispositivos o se dejan cargando para pasar la noche.
2- Limitar el uso en la vida diaria: no usar nunca dispositivos electrónicos a la hora de comer, ya que no le permite al niño interactuar con la familia y la comida. Deben permanecer fuera de las habitaciones de los niños y no usarlos nunca antes de ir a dormir, ya que el estímulo lumínico va en contra de la segregación normal de hormonas que favorecen el sueño.
3- Entretener con otras actividades: cambiar el tiempo de pantalla por el juego no estructurado y la interacción humana. La oportunidad de pensar de forma creativa, resolver problemas y desarrollar el razonamiento y las habilidades motoras es más valiosa para el cerebro en desarrollo que el consumo pasivo.
4- Proponer un consumo consciente: en especial con adolescentes, una gran herramienta es compartir momentos mirando ciertos contenidos y enseñarles a adoptar una actitud reflexiva sobre lo que están consumiendo y por qué lo hacen. Lo mejor es tener conversaciones abiertas y honestas con sus hijos sobre sus preocupaciones y encontrar juntos soluciones positivas.
5- Dar el ejemplo: es muy difícil alentar a los niños y adolescentes a que reduzcan el tiempo que pasan frente a la pantalla si ven que los adultos responsables están constantemente chequeando sus dispositivos. Lo que se recomienda es moderar su uso, respetar los horarios y los espacios establecidos en el hogar, y mostrar disfrute haciendo actividades que no involucren tecnología.
“Los niños que carecen de relaciones gratificantes y enriquecedoras o que sufren problemas de socialización corren un mayor riesgo de desarrollar hábitos digitales inapropiados o excesivos. Esto se debe a que se sienten solos, alienados y pueden tener problemas para hacer amigos, por lo que recurren a extraños invisibles en busca de la atención y el compañerismo que falta en sus vidas reales”, destacó Berta.
Y tras señalar que “pueden provenir de entornos vulnerables, familias con problemas importantes en el hogar, o experimentar acoso escolar o dificultad para socializar en la escuela y actividades extracurriculares”, concluyó: “En consecuencia, en muchos casos el abordaje puede requerir de la evaluación de profesionales, por lo que es necesario estar atentos y saber cuándo buscar ayuda”.
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