Aunque sumamente discreta, la vida personal de Anna Wintour está repleta de interesantes facetas que se complementan y completan como una gran puzzle. Con mano de hierro en el trabajo y gran talento periodístico, Wintour avanza por el mundo marcando tendencias y revolucionando todo a su paso.
Se dice que un gesto suyo puede mover el mundo, que ella decide qué es moda y qué no, pero su mayor debilidad son sin dudas sus hijos.
Un dato sorprendente es que, a pesar del paso de los años y de marcar las grandes tendencias de la moda del mundo entero a través de Vogue, la editora en jefe se muestra siempre radiante y fiel a su propio estilo.
“Un corte de pelo bob con flequillo, unas sempiternas gafas de sol negras de Chanel, unas sandalias de Manolo Blahnik y unos abrigos de corte similar, firmados por Oscar de la Renta, Chanel, Fendi, Givenchy o Prada”, la describieron desde Vogue.
De carácter fuerte, la actual directora de Vogue empezó a trabajar en el periodismo de moda con tan solo 20 años. Su visión única de la moda y su gran talento periodístico fueron sin duda claves para el ascenso en su carrera, y especialmente para su desempeño ininterrumpido como editora en jefe desde 1988.
Nació en 1949 en Londres, en la década del ‘70 trabajó en la revista de moda Harper’s Baazar, de Estados Unidos, por lo que se fue a vivir a Nueva York.
“En el año 1982 llegó por primera vez a Vogue. Tenía 33 años. Las malas lenguas dicen que cuando la entonces editora Grace Mirabella la entrevistó, le preguntó qué trabajo deseaba en la revista. Wintour respondió: ‘El suyo’. Seis años después lo tenía”, relataron desde Focus Women.
Wintour no perdió tiempo, en 1983 ya se desempeñaba como responsable creativa de Vogue USA, y en 1988 obtuvo el puesto de directora de la edición británica de la revista, nada más y nada menos que en Londres, donde nació.
Pero eso duró solo un tiempo. La talentosa Wintour volvió a Estados Unidos y se convirtió en la directora general de Vogue, tras la salida de la escritora estadounidense Grace Mirabella. Arriesgada al máximo, ha dejado su marca para siempre en el mundo de la moda a través de diferentes hitos.
Fue osada desde el principio: en la primera edición del mes de septiembre que realizó, que es considerada como la más importante del año, eligió a una modelo afroamericana para la portada, mientras todas las personas de su círculo lo consideraban demasiado arriesgado. Se animó a intervenir las tradicionales ediciones de Vogue con portadas protagonizadas por celebrities y primeras damas de Estados Unidos como Hillary Clinton y Michelle Obama, lo cual impactó en el mundo entero.
Su fama como mujer ruda con mano de hierro no tardó en trascender. Una de sus asistentes personales, Lauren Weisberger, publicó el libro “El diablo viste de Prada” en 2003, con Anna Wintour como inspiración. Y el libro tuvo su película en 2006: “El diablo viste a la moda”, con Meryl Streep en el papel protagónico.
La gran mayoría de los espectadores que disfrutaron esta película seguramente no conozcan el origen y la inspiración de la película. Aunque Wintour no confirmó la relación del film con su vida, ella misma se encargó de que todo lo expresado allí cobrara realidad y crudeza tan solo 3 años después del estreno de la película, cuando le puso su voz y el cuerpo al documental The September Issue.
“Las cámaras itinerantes capturan a la icónica editora de Vogue, Anna Wintour, compartiendo sus opiniones y marcando tendencias para el famoso número de septiembre de la revista”. Ésta es la sinopsis que se lee en la plataforma Netflix acerca de este documental (que no está disponible en Argentina) protagonizado por la mismísima Anna Wintour, acompañada por otros grandes personajes de la revista.
Si alguien creyera que hasta aquí ya había llegado a su cúspide, estaría muy equivocado. En la vida de Anna Wintour siempre hay más: en 2013 obtuvo la dirección artística de la editorial Condé Nast; en 2017 fue nombrada como Dama del Imperio británico; en 2019 se reunió con los ganadores de todas las ediciones del gran premio de la moda Who’s On Next, y en 2020 se convirtió en la directora de contenido global de todo Condé Nast.
Sin embargo, y a pesar de ser sumamente reservada, la vida de Anna sin dudas no está compuesta solo por su carrera. “Mi cita favorita es ir al teatro con mi hija o ir a un partido de tenis con mi hijo”, aseguró en un video publicado por Vogue, ante una pregunta de la modelo Kendall Jenner.
Anna estuvo casada dos veces, ambas se divorció, y uno de los lazos más fuertes en su vida ha sido indiscutiblemente el que mantenía con su padre, Charles Wintour. Conocido como Chilly Charlie trabajó como editor del periódico británico Evening Standard y fue de gran relevancia en el camino de su hija y le consiguió sus primeros trabajos en el mundo de la moda.
El primero, como vendedora en una legendaria boutique de indumentaria juvenil de Londres en Biba; y el segundo, en los almacenes Harrod’s. Su padre falleció en 1999 por lo que pudo acompañar el crecimiento de su hija y su ascenso en Vogue durante largos años.
En el mismo video, Kendall le preguntó cuál fue su peor cita. Wintour relató una anécdota que quedará marcada para la historia que demuestran la astucia de Chilly Charlie y el amor por su hija a la vez.
“En los setenta, yo estaba muy interesada en un hombre joven que era un escritor activista. Siempre era arrestado e iba a la cárcel, y estaba obteniendo mucha prensa negativa. Y mi padre, que era editor de un diario y nunca exhibió ningún interés en mis novios, me preguntó si lo podía conocer. Así que tuvimos un intercambio extremadamente incómodo, pero al final de éste mi padre le dijo al joven: ‘Sé que estás interesado en política. ¿Te gustaría ir a América y cubrir las próximas campañas electorales?’ Por supuesto, se sorprendió e inmediatamente dijo que sí. Se fue al día siguiente y nunca más lo volví a ver. Mi papá era muy astuto”, rememoró con gracia en el video, en relación a la peor cita de su vida.
Wintour tiene hoy un patrimonio de 35 millones de dólares, y mantiene las mismas rutinas que desde hace décadas: tenis cada mañana antes de las 6, desayuna siempre el mismo latte de Starbucks, tiene el mismo corte bob desde los 14 años, nunca se queda en una fiesta más de 20 minutos ni se va a la cama después de las 22.15.
Es 2020 Anna Wintour se separó del magnate de la telefonía móvil Shelby Bryan, con quien había construido una dupla todopoderosa. Pero el amor y la pasión no quedaron en los años jóvenes de Anna, todo lo contrario. La editora de moda más amada y temida de todos los tiempos tiene actualmente un romance apasionado con el elegante actor inglés Bill Nighy.
Fue fotografiada visiblemente enamorada junto a Bill y, como no podía ser de otra forma, volvió a marcar tendencia. El amor maduro también existe, y se presume.
Salvo los más cercanos, nunca nadie podrá saber cuánto hay de cierto sobre el mito de su maldad. Algunas personas la definen como a un genio y otras como a una persona ruda e imposible de tratar.
Tiene grandes admiradores y seguramente detractores en la misma medida. Sin embargo, hacedora de grandes amores en su vida, posiblemente su carácter e impronta han sido los que le han permitido ser el oráculo de la moda desde hace décadas y dejar huella en las tendencias del mundo entero.
SEGUIR LEYENDO: