El “benching” o cómo ser parte de una relación desde el banco de suplentes

Este es un término acuñado cuando uno de los integrantes de la pareja se siente “el segundo plato” de una relación. Cómo surge y qué hacer para evitarlo

“El benching es un modo llamativo de nominar un comportamiento, casi diría perverso, de estar con un otro u otra sin ningún tipo de responsabilidad. Son relaciones que enferman por el grado de maltrato y manipulación”, explica a Infobae la licenciada Any Krieger, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) (Getty Images)

Tener al otro “en la banca”, o de remplazo. Algunos, grafican directamente, en el freezer. Hay quienes recurren a la metáfora futbolera: es estar en el banco de suplentes. Las relaciones de pareja tienen un nuevo mal denominado Benching”. Se trata de una “tendencia” que consiste en mantener una conversación y/o coqueteo constante con alguien de nuestro interés, pero sin llegar a concretar algo serio.

Lo que sucede en estos casos es que la persona que queda “congelada”, sufre y no encuentra, muchas veces, como salir de ese lugar incómodo. Ya sea por terceras personas u otros motivos, resulta muy complicado avanzar la relación con ciertas personas. Incluso, puede que alguno se sorprenda con la idea de una relación abierta, esas parecen aflorar en los últimos años.

En tiempos de relaciones líquidas, donde la tecnología y la vida acelerada son parte del día a día, se hace cada vez más difícil llevar adelante una relación, mucho más, donde prime algún tipo de compromiso. Con la aparición de las redes sociales, un foco de de infidelidades y desconfianza en algunas ocasiones, la idea de una relación seria se desarma como un castillo de naipes.

El benching es un modo llamativo de nominar un comportamiento, casi diría perverso, de estar con un otro u otra sin ningún tipo de responsabilidad. Son relaciones que enferman por el grado de maltrato y manipulación, explica a Infobae la licenciada Any Krieger, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

(Getty Images)

Mirta Goldstein, Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional, lo grafica y ejemplifica del siguiente modo: “Una familia tiene tres hijos. De grandes el del medio llega a su analista y le dice: ´Me siento menos. Este sujeto no es ni mayor ni menos, siente que es menos que su hermano mayor y menos que su hermano menor ¿Esto incluye en sus relaciones amorosas? Por supuesto que sí, elige partenaire desde este lugar de menos y le ha pasado de ser plan B o liarse con mujeres casadas”.

Goldstein explica que este ejemplo “sirve para mostrar que hay determinantes inconscientes para ser plan B y también determinantes culturales. En una cultura del toco y me voy, en la cual todos estamos expuestos al instante de placer y luego podemos ser cancelados, es difícil el plan A”

“Puede haber un cadena de planes B, sin que se tome consciencia de esa cadena, -sigue la especialista-. Por ejemplo, Pepito tiene dos novias: una idealizada y otra a la que considera de segunda mano. Pero resulta que su novia idealizada busca un ideal y juega a seducir hasta que lo consigue por lo tanto abandona a Pepito, quien para no sufrir se casa con su segunda mano. Las redes sociales lo que hacen es favorecer el toco y me voy, las relaciones circunstanciales, el no compromiso y hasta la banalidad en el amor. No son culpables son transmisores de nuevos códigos”

Las redes sociales lo que hacen es favorecer el toco y me voy, las relaciones circunstanciales, el no compromiso y hasta la banalidad en el amor (Getty Images)

En relación a la tecnología, Krieger amplia: “La época de la revolución tecnológica nos presenta un nuevo paradigma para el amor. Un amor en desorden o un nuevo ordenamiento de los lazos y sus consecuencias. Lo diverso homo/hetero LGTB se subsume en la multiplicidad de modos que mas allá de la monogamia ofrece relaciones poliamorosas, flexisexuales y a distancia, entre otras. Los gadget son los utensilios que juegan un rol principal y podríamos decir que sin la pantalla, no hay casi posibilidad alguna de encontrarse con el otro u otra para que se genere el Benching”.

Krieger dice que la época actual no promociona el amor, sino que apunta a la individualización, al narcisismo y al consumo. “Es así que finalmente somos objetos de consumo o sea descartables”, grafica la especialista.

Qué hacer

(Getty Images)

La gran pregunta es entonces, ¿qué hacer? Sobre todo para la persona que se siente desplazada. “Estas notas que se publican no dejan de ser importantes para que la gente se informe y tome conciencia. Pero lamentablemente uno se da cuenta una vez que lo padece. Porque estar la defensiva absoluta y cerrarse, eso produce un anulamiento de cualquier tipo de relación. La clave es estar atento. Hay que vivirlo para darse cuenta”, dice Krieger

Y agrega: “Uno a veces se da cuenta tarde. Porque hay una cuestión de uno mismo en relación a la tan mentada autoestima, la necesidad de ternura, de amor, que uno se queda esperando algo que no llega y eso produce sufrimiento. Yo lo veo en consultorio, esto tiene que ver con situaciones no resueltas”.

El Benching es un comportamiento más de otros términos recientes que surgieron recientemente para describir las relaciones amorosas que surgen en tiempos de redes sociales. Uno de ellos es el -ya conocido- ghosting, que hace referencia a cuando una de las dos personas que están por comenzar la relación desaparece por completo.

En el último tiempo se ha popularizado el orbiting, que va un paso más allá del ghosting: la persona corta toda comunicación pero sigue las cuentas de aquella otra a la que dejó de hablarle o responderle los mensajes, y retuitea sus publicaciones, le suma “me gusta” o comenta sus fotos.

El espionaje obsesivo conyugal genera una sensación de angustia y necesidad que no puede ser saciada hasta revisar por completo la vida del otro (Getty Images)

Orbitar a alguien, mantenerse en su órbita, dar vueltas a su alrededor, realiza un clásico de la manipulación psicológica: la confusión. Si una persona desapareció de la vida física de alguien y se niega a cualquier forma de contacto iniciado por ese otro, le da un mensaje contradictorio al mostrar que la observa en Snapchat, Instagram, Facebook o Twitter.

La creadora del término, Anna Lovine, explicó en Man Repeller que el orbiting “te mantiene lo suficientemente cerca como para que ambos se puedan observar y lo suficientemente lejos para nunca tener que hablar”.

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